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Alcindo Monteiro, el asesinato racista que conmocionó a Portugal revive en forma de performance artística

Alcindo Monteiro, el asesinato racista que conmocionó a Portugal revive en forma de performance artística
El artista argentino Gabriel Challe, residente en Lisboa, abre la Bienal BOCA con una instalación y perfomance sobre este crimen de odio Alcindo Bernardo Fortes Monteiro murió asesinado un 10 de junio de 1995. Era el día de la raza en Portugal y un grupo de skinheads decidió salir a la calle a dar palizas por el barrio alto lisboeta. Dejaron 10 víctimas tiradas por la calle, todas de raza negra. Alcindo, sin embargo, no pudo superar un cuadro médico irreversible: hemorragia subpleural y subendocárdicas, edema pulmonar, lesiones craneoencefálicas traumáticas graves, lesión del tronco encefálico, edema cerebral muy marcado y fractura de la bóveda craneal. Murió a las doce del día siguiente.  No sería hasta el año 2020 que se conmemoraría a Alcindo con una pequeña placa en el Chiado. Desde mucho antes su figura fue un símbolo en Portugal del movimiento antirracista. Alcindo es el caso paralelo al asesinato en España en 1992 de la inmigrante de origen dominicano Lucrecia Pérez Matos. Aquí la estatua de Lucrecia no llegó hasta 2023. Historias paralelas, como tantas, entre España y Portugal.  Gabriel Chaile, nacido hace 40 años en la provincia del norte argentino de Tucumán, llegó a Buenos Aires a buscarse la vida como artista hace 15 años. “Acabé viviendo en el barrio de La Boca, un barrio intenso, con mucha presencia boliviana y peruana, con gente ocupando en la calle, era un barrio en el que me sentía cómodo”, recuerda a este periódico desde Nueva York donde acaba de inaugurar exposición en la galería Marianne Boesky. Chaile es ahora el artista argentino más requerido por bienales y ferias de todo el mundo.  Y allí, en el barrio popular de La Boca, Chaile no dejaba de ver la cara de un joven. Preguntó y le contaron la historia de Diego Nuñez que en el año 2012 fue asesinado por la policía, un caso de “gatillo fácil” como lo llama la crónica de sucesos porteña: cinco tiros por la espalda y dos en la cabeza. En ese momento, Gabriel decidió hacer una gran escultura de barro en honor a Diego Núñez, una escultura, pero una escultura funcional, una escultura horno donde luego poder cocinar empanadas y reunir a la gente. “Mis esculturas, si no se las enciende y no se las usa, básicamente son piezas muertas, inertes. Solamente adquieren una dimensión multisensorial cuando se las activa”, explica Chaile.  Escultura que representa el autorretrato del artista Gabriel Chaile Chaile llego a Lisboa en marzo de 2020, venía invitado por un coleccionista, su carrera comenzaba a despegar. Pero llegó la pandemia y no pudo volver a su país, se quedó encerrado. “Se enamoró de Lisboa, se dedicó a vivir en sus calles, a encontrar a otros migrantes, a escuchar sus historias, hoy el grupo de gente que trabaja en su estudio con él surgen de esos encuentros”, explica John Romão, director artístico de la Bienal Boca y que ya programó hace un año en el MAAT Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología de Lisboa la pieza que ahora podrá verse en la Casa Encendida hasta el 13 de octubre.  “Cuando John me invitó a BOCA tuve claro que quería trabajar sobre Alcindo Monteiro. Su historia me impresionó mucho. Me la contó una amiga militante y me quedé pensando mucho en el país, en Portugal, además lo mataron el día que yo nací, un 10 de junio, y yo también soy de piel marrón y vengo de una zona en Argentina donde esas mismas historias, sobre todo por parte de la policía, también ocurren”, recuerda Chaile. “Cuando lo tuvimos pactado decidí hablar con la familia de Alcindo y pedirles permiso para poder hacer este trabajo que básicamente era hacer como un retrato, pero en forma de horno, de estas esculturas de horno que yo hago”, explica este artista sobre sus trabajos escultóricos, piezas con una estética del arte originario del noroeste argentino con las que el artista ha ido engarzando su trabajo donde se une la comunidad, lo ancestral, la identidad y lo social.  Unas esculturas que tienen su origen en la celebración del Bicentenario de la Independencia de Argentina en 2016. “Me habían invitado a una muestra donde me habían dado un texto que hablaba de los 200 años de historia argentina”, recuerda. A Chaile siempre le gustó mucho la arqueología, pero nunca la había relacionado con sus investigaciones artísticas. “Era como un universo aparte, pero con lo del bicentenario conecté mi interés por la arqueología y la historia del país con mis historias familiares. Mi abuela era indígena y artesana, ceramista y tejedora. No la conocí, pero mi familia dice que yo heredé su relación con el arte”, explica. De ese cruce surgirían sus primeras esculturas, retratos de él mismo, de su hermana, de casi todos los miembros de su familia. Recordó cómo su familia, de extracción muy humilde, se ganó durante muchos años la vida con hornos artesanos para hacer pan. Chaile fue introduciendo su saber de la cerámica arqueológica. “De esas piezas llenas de polvo en los museos a las que nadie hace ni caso y con las que yo sentía una familiaridad directa. Todo ese trabajo viene evolucionando desde 2016, la escultura de Alcindo que ahora presento en Madrid no tiene un origen indígena, pero él también es de una parte de la sociedad nada hegemónica”, explica. Portugal deja de ser la excepción El 18 de mayo de este año Portugal vivió sus últimas elecciones. La espectacular subida de extrema derecha, Chega, convulsionó el mapa político. Chega superó incluso al partido socialista y hoy es la segunda fuerza del país. Un mes más tarde, el 11 de junio, una treintena de neonazis atacaron, de nuevo en el Día de la Raza de Portugal, al actor Adérito Lopes, que se dirigía a hacer una función en Teatro A Barraca de Lisboa. “No es fortuito, una de las personas que agredió a este actor también estaba hace 30 años en la agresión a Alcindo Monteiro”, explica John Romão, que señala que “el líder del asesinato de Alcindo, Mario Machado, sigue siendo una persona con mucha actividad racista y extremista en Portugal”. “Es un tema muy complicado, ahora más con el discurso de Chega tan presente, pero tampoco hay que obviar la impunidad de los grupos de extrema derecha en Portugal, cómo la policía los protege e incluso la infiltración de los grupos de extrema derecha en la policía, que es algo sabido”, contextualiza el director de BOCA.  El líder del asesinato de Alcindo sigue siendo una persona con mucha actividad racista y extremista. Es un tema muy complicado, ahora más con el discurso de Chega tan presente John Romão — Director de la Bienal BOCA Romão, que lleva ya diez años dirigiendo la bienal, destaca de las esculturas de Chaile su capacidad de ser medios para el diálogo, la inclusión y la representatividad. “Además, me interesa mucho cómo cruza su historia, personal, familiar y de identidad propia, indígena, con otras historias como la de Alcindo o, como va a pasar en Madrid, en el que se cruzará con la de Mame Mbaye”, explica sobre las intervenciones que se harán en la instalación de Chaile. El sábado 13 de septiembre, la instalación será activada por la batucada caboverdiana Batuko Tabanka en colaboración con Espacio Afro y el Sindicato de Manteros, un acto comunitario que tiene como objetivo mantener viva la memoria de Mbaye.  El 20 de septiembre la artista de origen camerunés Agnes Essonti y el artista DJ Megane Mercury activarán la instalación con comida y un dispositivo sonoro donde estarán presentes los sonidos clubs y las diásporas latina y africana. El 11 de octubre será la artista argentina Estefanía Santiago quien activará el dispositivo también buscando encontrar puntos de encuentro y un lenguaje común a través de las comidas y recetas de algunas de las comunidades migrantes que habitan el barrio de Lavapiés.  El trabajo de Chaile llega en un momento especialmente activo en Madrid para la performance y las artes escénicas expandidas. Además de toda la programación de la Bienal de BOCA en Madrid con figuras tan prominentes como Rodrigo García, Angélica Liddell o Tiago Rodrigues, en estos días también tienen lugar otros dos festivales dedicados a estas disciplinas que cada vez tienen menor encaje en los teatros públicos de la capital, más dedicados al teatro tradicional y de repertorio.  Uno es IDEM el festival organizado por La Casa Encendida que tiene lugar hasta el 20 de este mes, festival que este año dirige el colombiano Rolf Abderhalden, de la compañía Mapa Teatro. El otro, también en marcha actualmente, es un festival independiente y hecho a pulmón, el Free Festival, festival de inspiración fluxus que esta semana ya ha parido una muy potente performance de Orquestina de Pigmeos: Aida. Parada 1948, recorrido perfomance por el barrio de Usera en el que, a través de la película del mismo nombre del alemán Till Roeskens, se abordó la opresión que sufre desde hace decenios la población palestina. El Free Festival concluirá este domingo con Opus nigrum, de Ben Attia, artista de origen magrebí que convulsionó la escena madrileña la temporada pasada con el montaje de Opus Cero.  Un mes lleno de performances, instalaciones y acciones artísticas que demuestran cómo estas disciplinas híbridas saben buscar las rendijas por las que conectar con los problemas sociales que atraviesan las sociedades modernas, desde Palestina, la migración o la diversidad hasta el poscolianismo o la identidad. 
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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