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Julia Wertz, la dibujante que cuenta en un cómic su adicción al alcohol: "No quería dar sermones ni ser moralista"

Julia Wertz, la dibujante que cuenta en un cómic su adicción al alcohol: "No quería dar sermones ni ser moralista"
La autora publica 'Los incorregibles', una autobiografía llena de humor y ambientada en Nueva York, en donde cuenta su proceso para abandonar la bebidaLa indumentaria española: antes nos parecía anticuada, ahora es objeto de inspiración y cuidado La autobiografía es uno de los géneros más recurrentes en la novela gráfica de los últimos años. Algunos de los mejores cómics recientes forman parte de esta corriente en la que se aúna la memoria personal con el diario íntimo, a veces una invitación para el voyeurismo. Resulta muy difícil innovar en un género así, y por eso es tan notorio cuando se consigue, como es el caso de las obras de la estadounidense Julia Wertz (1982). Lo sorprendente es que no hace nada especial para ello: solo pone en juego su maestría con los diálogos, un dibujo sencillo y un humor muy personal. Todo ello aplicado a un tema que vertebra cada uno de sus libros, volúmenes extensos pero de ritmo impecable. Si Barrios, bloques y basura (Errata Naturae, 2020) se centraba en la transformación gentrificadora de Nueva York, su nuevo libro regresa a la Gran Manzana, pero se ocupa de los intentos de la autora por dejar atrás su adicción a la bebida. Así, Los incorregibles (Errata Naturae, 2024), con traducción de Regina López Muñoz, es un reflejo de un proceso difícil, lleno de recaídas y autoexploración, que sirve, además, como un retrato de toda una época en la vida de la dibujante. Nueva York como escenario La relación de su obra con Nueva York fue el motivo de que Julia Wertz fuera invitada recientemente a la 84ª Feria del Libro de Madrid, dedicada a esa ciudad, a pesar de que la autora no resida allí desde 2016, tal y como explica en conversación con este medio. “Ahora no podría permitirme vivir en Nueva York, y no sé cómo la gente es capaz; el problema de la vivienda se ha puesto mucho peor desde que no vivo allí”, confiesa. De hecho, tal y como se ve en las páginas de su cómic, Wertz vivió durante su estancia en Nueva York en un sótano en malas condiciones, aunque podía participar de una escena artística vibrante. Al hablar de una misma en Los incorregibles, Wertz muestra momentos íntimos y situaciones vinculadas a su alcoholismo ciertamente duras. Sin embargo, afirma que no le resulta muy difícil contarlo. “Creo que la gente asume que me avergüenzo de contar estas cosas, pero no es así. Lo más difícil es saber que lo va a leer mi madre [risas]”, explica. “Simplemente intento ser sincera sobre mi propia vida”, agrega. Los límites los encuentra, más bien, en las vidas de los demás: “Cuando se trata de amigos o familiares, les enseño las páginas primero; no quiero herir los sentimientos de nadie”. “No soy el tipo de autora que está dispuesta a contar todo sin importarle el resto de la gente, pero si alguien se portó mal conmigo, como el novio del que hablo en el libro, no me importa demasiado lo que pueda pensar” puntualiza entre risas. Transformar tu propia vida en un cómic Pero ¿cómo se transforma la propia vida en un cómic sin renunciar a ciertas cosas? La mayoría de autores realizan cambios para hacer de sus propias vivencias algo más interesante a nivel narrativo. Sin embargo, Julia Wertz afirma que no hace ningún cambio de importancia, aunque sí condensa el tiempo. “Todo lo que cuento sucedió en unos siete años, aunque lo comprimí mucho”, comenta. “Pero, salvo ese detalle, todo pasó como lo cuento”, asegura, aunque matiza que “por supuesto, las conversaciones no ocurrieron exactamente así”, y que a veces comprime varias en una sola. La dibujante Julia Wertz en Madrid durante la entrevista, en la pasada Feria del Libro Otro aspecto que sorprende cuando se conoce a Julia Wertz es que no se parece demasiado a su versión dibujada, un avatar sin ninguna relación física con ella. Cuando se le pregunta por esto, la autora se ríe, como si se lo hubieran preguntado muchas otras veces antes. “Fue casi un accidente”, reconoce. “Cuando empecé a dibujar cómics me fijaba en tiras de prensa y me quedaba con detalles: el pelo de un personaje, la cara de otro… Así que lo mezclé todo para hacer mi propio personaje”, resume. Comenta que fue mucho antes de convertirse en dibujante profesional, cuando hacía cómics solo para sus amistades. “¿Debería dedicar más tiempo a diseñar otro personaje?”, reflexiona y se responde: “No lo sé. Pero este es divertido”. La importancia del humor El humor es, de hecho, un aspecto fundamental de Los incorregibles. Aunque se narren aspectos duros de su proceso de rehabilitación, como las ocasiones en las que recae, o experiencias sentimentales no muy positivas, Wertz siempre es capaz de encontrar un punto humorístico sutil en el drama de la vida. “Vengo de una familia muy divertida, en la que siempre se hacen bromas y chistes, incluso en los momentos más tristes”, explica la dibujante. “Es mi forma de comunicarme desde niña, no es que me niegue a vivir esa tristeza, pero siempre intento encontrarle el lado divertido, porque siempre lo tiene; incluso cuando me pasan cosas horribles, hay una parte de mi cerebro pensando que dentro de unos años será una historia divertida”, apostilla. Esta situación, que se puede ver en una secuencia del cómic, en la que Wertz se lo confiesa a una amiga, puede acabar siendo un problema. Me acabé dando cuenta de que no era fácil diferenciar mi vida real de la vida de mi yo del cómic, y eso no era muy sano. El libro lo empecé cuando había dejado de beber, y tuve que parar durante unos cinco años. Lo retomé cuando mi vida había cambiado y ya vivía en California con un bebé, con suficiente distancia con respecto a todo aquello“, explica Wertz. . Evitar el moralismo Esa distancia, seguramente, es clave para el tono de comedia que impregna Los incorregibles, y que está muy relacionado con el hecho de que Wertz huye de cualquier moralismo. “Estoy contando mi historia, lo que me pasó a mí, no tengo ninguna intención de decirle a nadie lo que tiene que hacer”, asegura. En su largo proceso de rehabilitación, de hecho, hay muchos baches, varias recaídas y pocas certezas. Creo que la gente asume que me avergüenzo de contar estas cosas, pero no es así. Lo más difícil es saber que lo va a leer mi madre Julia Wertz — Dibujante y escritora “Hice muchas cosas mal, por eso no quería dar sermones ni ser moralista”, reconoce. La autora afirma que ya existen muchas obras sobre superar la adicción al alcohol: “Libros que te dicen que tienes que hacer esto o aquello, pero no creo que haya algo que funcione para todo el mundo”. Sin embargo, en su cómic sí parece haber una intención clara de mostrar cómo funciona la adicción al alcohol. Sobre todo, en su vertiente más social y personal. “Hay toda una serie de aspectos fisiológicos acerca de la adicción que decidí no usar”, reconoce. “Creo que me habría perdido en cosas demasiado técnicas y específicas”, explica Wertz, que añade: “Quería que la gente viera lo que implica estar perdida en la adicción, no la parte divertida”. Y concluye: “Ser adicta al alcohol es aburrido y estúpido, y te hace cometer errores”. Para contarlo, era muy importante volver a situarse en aquel momento, cuando experimentaba los estragos de la adicción, y no contarlo desde su yo diez años mayor, cuando lo había superado. “No habría sido sincero”, sentencia. La red de apoyos Un aspecto fundamental para el proceso de recuperación de Julia Wertz en aquellos años fue la red de apoyos con la que contó. Desde su hermano, también exadicto, con el que mantiene incontables conversaciones telefónicas, a los diferentes grupos de terapia para alcohólicos, pasando por todas sus amigas, incluyendo al grupo de autoras que se reunían para trabajar en el estudio Pizza Island, en el que Wertz coincidió con nombres como Kate Beaton, Lisa Hanawalt o Sarah Glidden. “Todavía hablo con ellas a diario. Es muy importante aprender a pedir ayuda”, afirma la dibujante que seguidamente explica que “el apoyo social es lo más importante”. “Poder comunicarte con amigos y familiares es esencial en la rehabilitación”, añade. El contexto social, tal y como reconoce Julia Wertz, también juega un papel importante, no siempre para bien. “El hecho de que el alcohol esté socialmente tan aceptado hace mucho más difícil dejarlo, porque allí donde mires vas a ver gente consumiendo”, analiza la autora. Las condiciones de vida en Nueva York añadían estrés a la situación, que fue un factor para beber más. Aunque en realidad, empieza como una cosa social. “Eres joven, eres artista, te invitan a sitios y todo el mundo bebe, es divertido…” Pero luego al volver a casa, Wertz seguía bebiendo, y ya no era tan divertido. El estilo de vida es determinante para mantenerte sobria“, concluye. Nuevos proyectos Ahora la vida de Julia Wertz es muy diferente, desde que se mudó en 2016 a una pequeña ciudad californiana. La dibujante no puede evitar reírse ante la ironía: “¡Resulta que este sitio es famoso por sus vinos!. Cuando le cuento a la gente que vivo allí les parece muy guay, pero en realidad ¡no salgo de casa!”, añade de nuevo entre risas. En efecto, Wertz parece consagrada a su trabajo como autora de cómics, y tiene varios proyectos entre manos, si bien todos en torno a la autobiografía. Está su viejo proyecto sobre la exploración urbana, algo que podemos ver en algunos capítulos de Los incorregibles, en los que, junto con otras personas, se aventura en fábricas y otros lugares abandonados. Pero antes tendremos otro cómic bien distinto: “Mi próximo libro, que estoy a punto de entregar a la editorial, será todo lo opuesto a la aventura, es sobre mi maternidad, sobre tener un bebé”, concluye la autora, sin dejar de mostrar su buen humor.

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