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Betis - Chelsea: Las lágrimas del cielo de Breslavia

Justo tras el 1-2 del Chelsea cantaba la grada verdiblanca el himno. «Betis, Betis, Betis», se oía en la noche de Breslavia en el peor momento del equipo, que veía cómo perdía la ventaja de 1-0 con la que había comenzado. Bufandas desplegadas y un ejemplo de fidelidad. Incluso aplaudieron los fans azules. El final de la final llegó con el 1-3 de Sancho. Se acabaron todas las esperanzas generadas por tantos y tantos béticos que querían ganar por sí mismos, por los que se quedaron en Sevilla, por los que ya no están, por los que aún han de venir. El despertar del sueño fue duro pero ahí estuvo el Betis y más de 15.000 aficionados que se partieron la voz par animar a los suyos y que hoy andarán roncos pensando en cuándo será la siguiente final. Fue un día muy largo. Un día de final. Por la mañana, la plaza del Mercado de Breslavia recibía a los más madrugadores, los que no habían vivido la noche del martes aquí. Los que fueron llegando en ese goteo de aviones que salían desde Sevilla o los que se embarcaron en trenes, autobuses o coches hasta esta capital de la Baja Silesia que se mutó sus colores hacia el verde, blanco y verde. Tanta esperanza como ilusión. Tantos abrazos que parecía la calle Tajo con Padre García Tejero. El sol salía para que también fuese Heliópolis. La cerveza comenzó pronto a regar las gargantas que debían durar todo el día para animar a un equipo que en ilusión sabía que no podía ganarle nadie. Poco a poco fueron floreciendo las banderas: Olivares, Gerena, Alcalá, Salamanca, Tomares, Chipiona, Isla Cristina, Moguer... El Betis como es el Betis. El equipo de todos. El de los nietos y los abuelos, el de los padres que han sido hijos de béticos y se saben no sólo herederos, sino responsables de que ese legado siga por los siglos de los siglos más allá de si hace viento, truena o llueva. Porque el agua, como en 2022, también hizo acto de presencia en las previas. «Las lágrimas de los que ya no están», decían los que sacaban a paseo su vena poética. Las señales. De eso se nutre todo en las previas. ¿Va a jugar Adrián o Vieites? ¿Lo Celso está bien? Estas preguntas se mezclaban con las clásicas de si has visto a tal o cual amigo o si se sabe dónde se puede conseguir una birra o ir al baño sin mucha cola. Así estaba la Plaza del Mercado. Béticos en uno y otro lado, por doquier. Si el martes la cosa estaba fifty-fifty, el miércoles fue goleada bética. Los seguidores del Chelsea que el día anterior habían ocupado varios bares de la zona volvían ufanos pensando que su sitio estaba reservado y se lo encontraban invadido por béticos con cervezas king size en las manos y se iban a otros bares pero es que también estaban ocupados por béticos, béticos y más béticos. Una pasada, una locura. La parte en la que hubo incidentes en la noche del martes tuvo ese conflicto, al encontrarse dos bares con colores azul, uno, y verde, otro. Y en una pelea de gallos con cánticos se mezclaron los lanzamientos de objetos, patadas y puñetazos hasta que la policía local dijo basta. Entonces detuvo a uno de los seguidores españoles, de 31 años, por una «actitud agresiva». Durante la noche también arrestaron a tres españoles más por intentar robar una de las banderas de la Conference que estaban en la cercana zona de aficionados. En la tarde del miércoles también hubo incidentes en la misma ubicación, cuando la policía tuvo que actuar con tanquetas con mangueras de presión para separar a los conflictivos. En la parte positiva, donde se bailaban sevillanas, se veía a Manuel Díaz El Cordobés dando capotazos con una bandera del Betis y diciendo con las manos que iba a ganar el equipo de Pellegrini, también a un aficionado montado en un dinosaurio, a otro con una máscara de lucha mexicana, tres con pelucas verdes, niños, abuelos, padres... Todos contando la misma historia: hace tres años estuvimos en la Cartuja y ahora lo disfrutamos aquí. El crecimiento del Betis es innegable. Los aficionados repasaron la banda sonora al completo. «Betis, Alé», «Yo quiero un Betis campeón», «Vamos Balompié»... Y se vieron muchas caras conocidas: Dudek, Juan Miranda, Joaquín Parra, Manu Sánchez, Oli, Sokratis... Todos iban recibiendo abrazos y reconocimiento de los seguidores que estaban deseando mostrar sus ganas de fiesta primero mirando al cielo y después protegidos por esos toldos que al final vibraron también hasta el borde de la rotura y la locura en una tarde de hermandad inolvidable. Los béticos fueron también los primeros que entraron en el campo. Fue increíble la diferencia. La grada verdiblanca estaba prácticamente copada una hora antes del inicio del duelo y la del Chelsea estaba plagada de banderas esperando dueño. Así se produjeron las primeras imágenes y sonidos en el Stadion Wroclaw a favor del Betis . Saltaron los jugadores verdiblancos y fue un no parar de cánticos béticos de forma espectacular. Hasta los jugadores sacaban sus móviles y grababan con una sonrisa en la boca el muro que formaban sus aficionados. Una pared unánime de beticismo con banderas verdes con el escudo en blanco, varios bombos, banderas verdes con cruz blanca y un tifo que después se mostraría. Y cuando saltó el Chelsea, una pitada que ni fuera esto el Benito Villamarín . Un poquito, sí. Quizás sería que el Chelsea veía esta Conference como algo menor y para el Betis es el partido de sus vidas. Como que el Betis sí la quiere más. Y así lo mostraron sus aficionados. Llegaron antes y también el equipo. Querían ver el césped, que llegara ya el partido, probar las sensaciones. El Chelsea, como sus seguidores, lo hacía con pausa y casi desinterés. A lo mejor es que tras jugar finales de Champions y Europa League no lo veían tan importante. «Nuestra sangre es azul y nunca te vamos a dejar», reza una pancarta gigante en la grada azul. «No busco gloria perecedera sino la de tu nombre», se veía en la verde con una gran silueta del rey San Fernando , cuya festividad se festeja mañana, con un escudo del Betis en la mano. La gloria ya la tiene el Betis llegando a estas finales pero esta vez no le tocó ganar, sino seguir sembrando para cumplir su sueño en un futuro próximo. La siguiente ya está más cerca.

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