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España queda eliminada, pese a luchar hasta la extenuación ante Irlanda

A un campeonato del mundo se acude con la intención de acabar lo más arriba posible, pero hay otra serie de intangibles que también hay que tener en cuenta a la hora de catalogar una actuación como un éxito o un fracaso. Si se atiende únicamente al resumen de dos derrotas en los dos partidos disputados y no haber conseguido superar la primera fase, estaríamos hablando de un torneo para el olvido que no pasará a los anales de la historia deportiva nacional. Sin embargo, quien haya visto los dos choques de las leonas en Inglaterra 2025, ante Nueva Zelanda e Irlanda , seguro que ha terminado con una sonrisa en el rostro y una gran esperanza de cara al futuro. La imagen de las jugadoras de Juan González Marruecos ha sido la de un equipo batallador en todo momento, con unos firmes fundamentos defensivos y con una facilidad para entrar en la línea de 22 contraria, gracias a un juego de 'touche-maul' a la altura de los mejores equipos del ranking. Por eso no hay que lamentarse ni avergonzarse por haber caído ante las kiwis (54-8) y hoy ante las de la isla esmeralda (43-27). Si el pasado domingo las españolas (en el puesto número 13 de la lista universal) se enfrentaban a las terceras, hoy en Northampton eran las quintas del planeta las que iban a poner las cosas difíciles a las ibéricas. Y a fe que lo lograron, el equipo Scott Bemand salió con toda velocidad y un movimiento de balón que les hizo anotar dos ensayos en los primeros minutos del partido. Mas, en lugar de descomponerse, las españolas siguieron peleando y cumpliendo su plan de juego de la mano de una inconmensurable Claudia Peña, que tiró de las suyas hasta conseguir empatar el partido (12-12) a diez minutos para el descanso. Lamentablemente, la diferencia de calidad de uno y otro conjuntos, al margen de las ganas que ponían en el terreno de juego, fue colocando a cada uno en su sitio. Irlanda es una isla que vive por y para el rugby y su selección femenina tiene recursos para dar y tomar. Por eso, aunque no se encontraron cómodas ante la oposición hispana, tiraron de casta y volvieron a adelantarse en el marcador al aprovechar un error contrario a la salida de un saque de banda. Ese fue, precisamente, el punto flaco de las leonas durante todo el partido: caer en fallos absurdos y en indisciplinas que fueron sabiamente aprovechadas por sus rivales. Como si los elementos se aliaran con las insulares, la lluvia hizo acto de presencia y otro ensayo con transformación llevó el resultado al descanso a un 24-12 que dejaba sensaciones encontradas en los dos equipos. Por parte irlandesa, la de dominar el partido en cuanto tenían que apretar y, por la española, la de ser capaces remontar y hacer historia en el momento en que solucionasen sus problemas de concentración. En la reanudación España salió sin complejos, buscando el juego de delanteras y consiguiendo una nueva marca (24-17) a los doce minutos. Lamentablemente, se repitió la historia de la primera mitad y los errores volvieron a penalizar todo el esfuerzo realizado sobre el césped. Irlanda leyó muy bien la situación y sacó provecho de las debilidades contrarias, para continuar sumando como un martillo pilón. A falta de diez minutos, el electrónico indicaba un 43-22 ya casi imposible de neutralizar, lo que no fue óbice para que las españolas siguieran peleando en busca de lo imposible. Y, aunque no se pudo enjugar tan amplia diferencia, un ensayo en el último minuto (al igual que sucedió ante las neozelandesas) dejó a las españolas con una gran sonrisa en el rostro, a pesar de la derrota. Sabían que a peleonas no las iba a ganar nadie y así lo hicieron saber en el terreno de juego. Otra parte positiva, mirando solo la estadística, es que fueron capaces de anotar cuatro ensayos y lograr un punto bonus ante una Irlanda que en ningún momento bajó los brazos. Y esto, de cara al futuro, es un indicativo de que España tiene un sitio entre las mejores.

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