cupure logo
dellosquelasparaconmadridmanolobombobetis

Manolo 'el del Bombo': una vida de peripecias siguiendo a la selección en más de 400 partidos

El fútbol español ha perdido a uno de sus símbolos más reconocibles. Manuel Cáceres Artesero, mundialmente conocido como Manolo 'el del Bombo' , falleció ayer en Moncófar (Castellón) a los 76 años después de pasar varios días ingresado por problemas respiratorios. Con su camiseta roja, su boina, su cachirulo al cuello y su inseparable bombo, Manolo fue durante más de cuatro décadas el rostro más fiel de la afición española en estadios de todo el mundo. Manolo nació el 15 de enero de 1949 en San Carlos del Valle, un pueblo de Ciudad Real. Pero su vida pública comienza treinta años después, cuando viaja a Chipre para animar a España en un partido de clasificación para la Eurocopa de 1980. Ahí descubre su vocación y pasión. En el Mundial de 1982 su figura se hizo célebre. Se desplazaba en autostop, dormía donde podía y animaba como nadie. Desde entonces, siguió a España en diez Copas del Mundo -de España 82 a Rusia 2018- y en ocho Eurocopas. También estuvo en cientos de partidos amistosos y clasificatorios. El recuento es asombroso: más de 400 encuentros con la selección a sus espaldas. Siempre en primera fila. Siempre con su bombo. Un emblema. En los últimos años, su salud lo limitaba, pero su entusiasmo permanecía firme. Su última aparición fue el pasado 23 de marzo, en Mestalla, en el España-Países Bajos que dio a la selección el pase a la Final Four de la Nations League. Ese día sonó su bombo por última vez. Manolo fue mucho más que un hincha. Su rostro reconocible en cada plano del graderío lo convirtió en reclamo publicitario y figura mediática. Llegó a tener el bombo patrocinado. El periódico inglés 'The Guardian' lo llamó «el hincha más famoso de España». En otros lugares lo presentaban directamente como el hincha más célebre del planeta. Viajaba a cuenta de la RFEF, cantaba, arengaba, posaba con niños, turistas y futbolistas. Repartía pegatinas, sonrisas y ruido. Su historia se tejía con anécdotas: fue recogido una vez por una ambulancia que transportaba un cadáver, durmió en coches y en aeropuertos. En 1983 entregó una placa al Rey Juan Carlos en nombre de toda la afición, en 2007 animó a la selección española de baloncesto en el Eurobasket... Y en 2017, el robo de su bombo se convirtió casi en una cuestión de Estado. No era solo hincha de la selección. Aunque de origen manchego, se crió en Huesca. Y ya hacía atronar el bombo en El Alcoraz y La Romareda antes de trasladarse a Valencia, donde encontró otro de los clubes de su vida. Durante años regentó un bar museo en la capital del Turia, a escasos metros de Mestalla. Allí colgaban camisetas, entradas, fotos y recuerdos de medio mundo. Lo traspasó en 2020, asfixiado tras la pandemia, aunque su imagen sigue sirviendo de reclamo en el nuevo establecimiento. Pese a la veneración pública, su situación personal fue precaria durante años. Separado, con cinco hijos de los que solo mantenía relación con la menor, vivía con una pensión de poco más de 800 euros, de los cuales la mitad se destinaban a pagar la hipoteca. Fue operado siete veces del corazón y arrastraba varios problemas de salud. Nunca quiso pedir nada, pero tampoco recibió mucho. En el Mundial de Qatar 2022 no pudo estar porque, pese a tener vuelos y entradas, no le proporcionaron alojamiento. «Me dejaron tirado», confesaba con resignación en una entrevista en ABC sobre el comportamiento de la Federación. Se mantenía en pie por el calor del público . La peña Marea Roja lo acogió y lo cuidó. Empresas locales le echaban una mano, a veces los propios aficionados le regalaban entradas. En Jaén, en Granada, en Sevilla. Donde hiciera falta. «Si fuera por la RFEF, me habría ido hace mucho. Sigo por la gente. Me quieren. Me abrazan. Me piden fotos. ¿Cómo no voy a seguir animando?». Manolo era también un personaje popular en el extranjero. Fue mencionado en canciones, como 'El himno titular' de Carolina Durante. Apareció en exámenes de español como figura cultural. Su bombo fue casi tan famoso como él. En su imaginario, el bombo era una extensión del alma. «Nadie, ni yo mismo, se imagina a Manolo sin el bombo». Vivía solo, pero le bastaba con llegar a un estadio, colgarse la cinta del tambor y empezar a golpear, para sentirse rodeado de gente. Ese ruido era su identidad y su alegría. El mismo que llevaba cuarenta años sonando. El mismo que se escuchó, más alto que nunca, cuando España levantó la Copa del Mundo en 2010. A lo largo del día de ayer, las redes sociales se llenaron de mensajes de recuerdo y reconocimiento. La Federación Española de Fútbol expresó en un comunicado su «profundo pesar» por la pérdida de «uno de nuestros seguidores más fieles, quien siempre nos acompañó en las buenas y en las malas». Clubes como Valencia, Real Zaragoza, Cádiz, Elche y Albacete, entre otros, expresaron sus condolencias y destacaron la figura de Manolo como un símbolo de la afición española. La ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, calificó a Manolo como «patrimonio nacional» y destacó su fidelidad inquebrantable a la selección. «La gran fiesta del fútbol no se entiende sin los aficionados. Manolo fue un hombre que se volcó con nuestra selección», reflexionaba José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del CSD. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también se sumó a las muestras de pesar: «Todos los amantes de la selección española te echaremos de menos. Un abrazo a familiares y amigos. Hasta siempre, Manolo».
abc.es
hace alrededor de 14 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Noticias similares

Noticias deportivas