cupure logo
dellosparaquelasconporespañamásmillones

El reto de hallar un lugar donde estrenar la independencia

Elegir dónde vivir al comenzar la etapa universitaria lejos de casa no es una decisión baladí. Implica escoger un estilo de vida que se adapte tanto a nuestras necesidades como a nuestro bolsillo. Residencias universitarias, colegios mayores o pisos compartidos son opciones que deben valorarse con sus respectivos pros y contras. Lo más habitual -y económico- hasta hace unos años, era compartir piso en barrios próximos a los campus por ser una alternativa accesible y que además permitía repartir gastos con otros compañeros, sin embargo, la creciente presión sobre el mercado del alquiler ha cambiado las reglas del juego. La oferta no crece al mismo ritmo que la demanda y eso se traduce en menos viviendas disponibles, más competencia, precios al alza y condiciones cada vez más restrictivas. Para los estudiantes, encontrar una vivienda de alquiler en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga se ha convertido en una auténtica carrera de obstáculos. Según señala Ferran Font, director de Estudios de pisos.com y pisocompartido.com., la búsqueda exige hoy más tiempo, más contactos y más estrategia que nunca: «Los métodos tradicionales cada vez dan menos resultado. Ahora hay que buscar a través de conocidos, preguntar en la universidad, acudir a agencias de la zona y buscar en portales especializados». El principal problema que encuentran es la escasez de oferta a la que se suma la competencia con familias con nominas estables. Frente a este panorama, las residencias universitarias y los colegios mayores —tradicionalmente vistos como opciones más caras— empiezan a posicionarse como alternativas atractivas. Algunas de ellas han adoptado fórmulas más flexibles y servicios añadidos que, al ponerlos en la balanza, hacen que el coste total no resulte tan elevado como podría parecer a simple vista, pero hay que leer bien la letra pequeña para saber los servicios que realmente incluyen. La diferencia entre ambas es sutil ya que las residencias están gestionadas en su mayoría por empresas privadas o instituciones vinculadas a universidades- incluso se sitúan en el propio campus o en los alrededores de las distintas escuelas o facultades- que ofrecen soluciones más adaptadas al estilo de vida universitario. En cambio, los colegios mayores representan una tradición con raíces más profundas, heredera de un modelo formativo que busca no solo alojar, sino también formar en valores, comunidad y convivencia. Muchos están ligados a órdenes religiosas o a universidades públicas, y funcionan como microcosmos en los que el estudiante no solo reside, sino que participa activamente en la vida del centro. La convivencia es más intensa y las normas más estrictas: hay horarios, reglamentos y, a menudo, entrevistas previas al ingreso. Además, es importante tener en cuenta que tanto las residencias como los colegios mayores pueden permanecer cerrados durante determinadas épocas del año, como en vacaciones de Navidad, Semana Santa o verano. Esto significa que los estudiantes deben buscar alojamiento alternativo si desean quedarse en la ciudad durante esos periodos, algo que no ocurre con un piso compartido, donde el contrato suele ser de larga duración y permite mayor continuidad. En contraste, en un piso compartido toda la intendencia recae sobre el estudiante o los miembros del piso que se comparte: hay que coordinar horarios, repartir tareas, organizar la compra, lidiar con averías y, en muchos casos, negociar con propietarios o inmobiliarias. Para algunos, esto puede ser parte del aprendizaje y la autonomía. Para otros, una distracción innecesaria. El primer año la mayoría de los estudiantes optan por las residencias frente a los pisos por el desconocimiento de la ciudad a la que se mudan y son muchos los que encuentran un lugar idóneo para continuar hospedado. Suelen ser entornos más seguros, con normas claras y personal disponible para atender cualquier necesidad. Además, el ambiente también suele ser más dinámico, multicultural y enriquecedor gracias a la convivencia con otros estudiantes en la misma etapa vital. Por eso, «muchos acaban valorando la residencia no solo como un lugar donde vivir, sino como una comunidad en la que crecer y desarrollarse. De hecho, es una de las razones por las que más renuevan», indica Eleonora Guardini, directora de Comercial y Marketing de Resa. La ubicación y la cercanía al campus es lo que decantó la balanza para Anan, estudiante de 4º de Cine en la Escuela FX Animation Barcelona 3D & Film School y residente en Livensa Living Barcelona Marina. «Literalmente vivo a dos minutos de la facultad, estoy cerca del centro de la ciudad, cerca de la playa y, además, el barrio donde vivimos tiene un montón de opciones de ocio para estudiantes. Para mí, lo más importante son las zonas comunes: tener gimnasio, piscina, seguridad, recepción de paquetes, es fundamental. Y un extra muy importante en mi caso es que hago bastantes rodajes, es que la residencia me permite almacenar equipo técnico en espacios habilitados para ello, lo cual me facilita muchísimo las cosas». El precio en estos casos, supera los 1.000 euros, no siempre asequible para las familias y los estudiantes. Carmen estudia 2º ADE y Derecho en la La Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), y se aloja también en residencia. Para ella el coste mensual compensa y mucho. «El ambiente social y de estudio, además de los servicios que se incluyen como agua, luz, wifi, limpieza de zonas comunes y de la habitación, son para mí muy importantes. Te olvidas de muchas preocupaciones, puesto que tenemos un personal que se encarga de todas las tareas. Todo está pensado para que tu preocupación sea estudiar y disfrutar de esta etapa. También pensaba que que me iba a encontrar no sentirme como en casa, pero no ha sido así». Para facilitar esta socialización, las residencias suelen tener programas de integración como actividades sociales, deportivas y culturales que permiten rápidamente romper el hielo entre ellos, explica Carlos Cano, director general de StepHouse. «La posibilidad de conocer mucha gente no la puedes tener cuando se comparte piso con dos o tres personas, en cambio, en una residencia convives con más de 300, por lo que es fácil encontrar un grupo que te sirva de apoyo en esta etapa». Cuando los jóvenes se emancipan lo hacen siempre en régimen de alquiler, y en la mayoría de los casos, en pisos compartidos. Pero el margen de maniobra para ellos es cada vez más estrecho. Uno de los mayores obstáculos es la fuerte competencia: «Cuando un grupo de estudiantes encuentra una vivienda y contacta con el propietario, lo habitual es que compitan con familias con nóminas estables. Y muchas veces, el casero elige la opción que le dé menos incertidumbre», explican desde pisos.com. A todo esto se suma un contexto de precios todavía elevados. Este encarecimiento impacta de lleno en los estudiantes, que deben asumir un sobreesfuerzo económico creciente si quieren vivir cerca de su universidad. La alternativa de buscar en ciudades cercanas, como hacen algunas familias, no siempre es viable para los estudiantes, que necesitan estar cerca de sus centros educativos. Por eso, la única solución a corto plazo es empezar la búsqueda con mucha antelación y explorar todas las vías posibles: agencias, particulares, portales especializados y redes personales. Si bien es cierto que este tipo de soluciones habitacionales atienden la creciente demanda de muchos alumnos y ofrecen distintas opciones según el perfil y el momento vital, no todos los alojamientos son asequibles. Son muchas las trabas que se encuentran estos jóvenes cuando se lanzan a buscar piso. Si eres estudiante son muchos los propietarios que rechazan la propuesta sin analizar cada caso, explican Alba y María, compañeras de 3º de Doble Grado en Historia del Arte y Estudios Clásicos de la UAM que comparten piso en Madrid desde hace dos años. Nos cuentan que pasaron su primer curso en una residencia en el campus de la que no guardan muy buen recuerdo por los servicios que les ofrecía, el barullo de lo pasillos que no les permitía estudiar y la experiencia de hacer vida en la ciudad a la que se habían mudado. «Pagábamos cerca de 700 euros por una habitación individual y no teníamos servicios de comida ni de limpieza. Además, para hacer la compra o ir a la farmacia teníamos que coger el tren de cercanías hasta la población más cercana. Ahora por menos de 500 euros cada una, estamos en el centro y aunque tenemos casi una hora de transporte, compensa por hacer vida en el barrio». La parte positiva de su experiencia anterior, sin duda, la gente que se conoce y las amistades que se forjan, como en su caso. En provincias los precios de los pisos, son más asequibles, aunque es igual de complicado acceder a uno de ellos. Jorge lleva cuatro años estudiando Veterinaria en Murcia y ha vivido en dos viviendas diferentes. «El primer año fue un poco in extremis encontrar porque las inmobiliarias tenían copado casi todo el mercado y te encontrabas con tres pagos directos, la fianza, el de la inmobiliaria y el propio alquiler». El segundo año, «buscando con tiempo vimos bastante más oferta, pero nos costaba llegar a los propietarios y al ser cuatro chicos tampoco lo tuvimos fácil. Ahora pagamos 220 euros más gastos en una zona muy céntrica de la ciudad, algo que es asumible para las familias cuando vas a pasar cinco años fuera de casa». Laura, también vive en esta capital de provincia, pero este es su primer año en Políticas. Viene de Zaragoza y consiguió el piso a través de una inmobiliaria. «Llegué aquí un 31 de agosto, había firmado el contrato vía telemática, pero me vine sin ni siquiera haber visto el piso. No sabía lo que me iba a encontrar, venía un poco con miedo pero luego todo estuvo bien». Las residencias no eran una opción porque triplicaban el gasto que supone cada mes estar fuera de casa y los colegios mayores tenían horarios y normas bastante estrictas que tampoco convencían. En definitiva, cada estudiante vive una realidad distinta, y siempre hay opciones que pueden adaptarse a sus necesidades y acompañarle en esta nueva etapa.

Comentarios

Noticias de negocios