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Bolivia, el fin de una era: protestas ante la exclusión de Evo Morales de unos comicios clave con la derecha en cabeza

Con la izquierda dividida y enfrentada, la derecha encabeza las encuestas para las elecciones del 17 de agosto en Bolivia, algo que no ocurría hace 23 años. En un lejano séptimo lugar (2,3%) está el oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) El pupilo de Evo Morales se rebela contra su mentor y divide la izquierda boliviana en tres frentes rumbo a las elecciones Máxima tensión en Bolivia. Las rutas que conectan el centro con la parte occidental del país están bloqueadas desde hace una semana por cocaleros y otras organizaciones sindicales relacionadas con el expresidente Evo Morales. Manifiestan su descontento por el veto a la reelección del líder indígena, que lo deja fuera de los comicios del 17 de agosto. Exigen, además, la renuncia del actual mandatario, Luis Arce, debido a la profunda crisis económica que azota al país, con una inflación de casi el 10% en lo que va del año. A esto se han sumado otras manifestaciones independientes de diferentes sectores en varias ciudades, en un contexto en el que la reducción en la venta de gas ha provocado falta de dólares, alza de precios y escasez de combustible. En su intento por despejar las carreteras, la policía ha mantenido duros enfrentamientos con los grupos evistas. Una vez expeditas las vías, los manifestantes vuelven a establecer los puntos de bloqueo. Como respuesta, el Gobierno ha movilizado desde el domingo un contingente de 500 uniformados, entre policías y miembros de las Fuerzas Armadas. “No se debe hacer uso de armas de fuego para reprimir. Hay muchas formas de dispersar; la menos inteligente será disparar a quemarropa. El Estado debe buscar otras vías de pacificación. Tocará hacer ciertos acuerdos con el evismo”, dice a elDiario.es la politóloga Natalia Aparicio. La situación ha llevado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a “monitorear” las manifestaciones, de acuerdo con un comunicado de la institución difundido en redes sociales. En el mismo texto insta al Estado a “observar los estándares interamericanos sobre protestas y derechos humanos, y a facilitar un desarrollo pacífico de las manifestaciones”. También en la red X, Morales denunció ante la comunidad internacional el desplazamiento militar, que, según él, se realiza sin “justificación legal y constituye una grave amenaza al orden constitucional y a la paz social”. El presidente Arce se ha defendido argumentando que el objetivo de Morales es desestabilizar y convulsionar el país. Una sentencia que ha sido secundada por los candidatos presidenciales. El ministro de Justicia, César Siles, formalizó el viernes una denuncia contra el líder cocalero ante la Fiscalía por ocho delitos, entre ellos los de terrorismo e instigación pública a delinquir. La decisión fue tomada después de que un dirigente campesino presentara a la prensa un supuesto audio de Evo en el que ordena presionar con movilizaciones a La Paz, sede de Gobierno: “Es con todo, hermanos. Es la batalla final. Yo veo que la situación va a empeorar. Al Lucho [Arce] no le cree nadie”, se escucha. Las nuevas acusaciones agravan aún más la situación legal del expresidente. Tiene un proceso pendiente por un presunto abuso a una menor, por el cual, al no presentarse a declarar, pesa sobre él una orden de aprehensión. El caso fue investigado hace cinco años sin resultados y reabierto a inicios de este como parte de la persecución judicial que mantiene Arce contra su predecesor desde que marcaron diferencias en 2022. Las aspiraciones de volver a la silla presidencial que ocupó por 13 años (2006-2019) se terminaron de hundir el viernes pasado, cuando no figuraba en la lista oficial de los 10 candidatos que publicó el Tribunal Supremo Electoral (TSE). La inhabilitación de Morales se basa en una sentencia del Tribunal Constitucional emitida en 2023 que establece que presidente y vicepresidente no pueden ejercer más de dos mandatos, sean continuos o no. La confirmación de su exclusión en los comicios se traducirá en un recrudecimiento de las protestas, según el investigador y docente de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Lorgio Orellana. “La intervención del Ejército podría contribuir a radicalizar el conflicto”, apunta. A pesar de que aún no se han registrado enfrentamientos durante el despliegue militar, ya han sido detenidos más de 30 manifestantes. Además, Morales sostuvo en una entrevista de radio que “esta semana es decisiva (…) se juega pueblo versus imperio”. Informe FMI A la preocupación política se suma la económica. La población recibió la semana pasada con temor el examen anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), que concluye una desaceleración del Producto Interno Bruto (PIB) y un elevado déficit fiscal. Gran parte de las esperanzas están depositadas en el cambio que puede significar un nuevo gobierno después de los comicios de agosto, los más importantes de los últimos 20 años, según analistas y los propios candidatos. “Se trata de un periodo de alta volatilidad política, que se expresa en las encuestas mediante una gran fragmentación de las preferencias electorales y una importante concentración de intención de voto blanco, nulo y de indecisos”, interpreta Orellana. La primera encuesta realizada por una empresa avalada por el TSE está encabezada por dos postulantes de derecha, algo que no ocurría hace 23 años en el país andino. Se trata de Samuel Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga, con un 19,1% y un 18,4% de intención de voto, respectivamente. En tercer lugar se posiciona, con 14,2%, Andrónico Rodríguez, pupilo de Morales que decidió tomar su propio camino en solitario y en quien se concentra el optimismo de la izquierda. En un lejano séptimo lugar (2,3%) está el oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS), que tenía como candidato a Arce, pero que —debido a su baja popularidad— le cedió la postulación a su ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo. Los indecisos, nulos y blancos suman el 27%. Tablero político “El discurso de Tuto es más radical y tiene entre sus filas a personajes como el empresario libertario Branko Marinkovic [ministro durante el mandato de Jeanine Áñez]. Doria es más de centroderecha, con muchos guiños a sectores con tendencia progresista”, analiza Aparicio. El primero, de 64 años, fue vicepresidente (1997-2001) del dictador militar Hugo Banzer, en un segundo periodo al que llegó por elecciones democráticas. Doria, un año mayor, fue ministro de Planeamiento en 1991, donde impulsó reformas de libre mercado y privatizaciones. Tuto es un acérrimo enemigo de la producción de la hoja de coca y, por su cercanía a Washington, está dispuesto a llevar de vuelta a la región del Chapare —bastión político de Morales— a la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). “Si viene un gobierno reaccionario, la violencia va a escalar y se profundizará la crisis económica y social. Es fundamental evitar la radicalización”, advierte la analista Aparicio. Al otro lado del espectro ideológico está Rodríguez, que a sus 36 años es presidente del Senado. Sus colegas legisladores reconocen su capacidad de negociación y en sus discursos evoca constantemente una izquierda más “democrática y renovadora” que la de su mentor, Evo. “Los pronunciamientos de Rodríguez indicando que hay que seguir el legado de Morales parecen invitar a una posible aproximación hacia el evismo. De haber un acuerdo entre Evo y Andrónico, las manifestaciones de campesinos podrían encontrar un canal de expresión mediante la política oficial que desactivaría sus movilizaciones. Pero esto no es seguro”, aporta Orellana. Del Castillo, por su parte, intentará resucitar al MAS. Su modelo de seguridad, con un fuerte control estatal, a veces contra cocaleros, provocó el disgusto de Evo y fue el primer detonante de su ruptura con el Gobierno de Arce. Lo que une a todos los candidatos es su resignación a adoptar medidas de contención del gasto público para paliar la crisis. Expone Orellana: “Suba quien suba al poder, es previsible que se tomen medidas drásticas de disciplina fiscal. El criterio de distinción entre izquierda reformista y derecha oligárquica ya no es una matriz adecuada para interpretar la política oficial”.

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