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Eugene Rogan, historiador de Oriente Medio: "Los momentos genocidas forman parte de la historia de todos los continentes"

Eugene Rogan, historiador de Oriente Medio: "Los momentos genocidas forman parte de la historia de todos los continentes"
En su último libro, el catedrático de la Universidad de Oxford relata una masacre que cambió el orden social y político en los actuales Siria y Líbano a finales del siglo XIXEl Estado Islámico multiplica su actividad en Siria y un atentado contra cristianos pone en entredicho la transición Entre el 9 y el 17 de julio de 1860 tuvo lugar una matanza que sacudió Siria y Oriente Medio y reconfiguró la convivencia entre las comunidades de la región al final del Imperio Otomano. Eugene Rogan, catedrático de Historia Moderna de Oriente Medio en la Universidad de Oxford, relata esos acontecimientos y los cambios que trajeron en su último libro: Los sucesos de Damasco (Crítica). En la actual capital siria, una de las ciudades más importantes de Oriente Medio desde tiempos inmemoriales, se produjo la matanza de miles de cristianos, el ataque e incendio de sus casas, el robo de sus pertenencias y, en definitiva, el intento de acabar con esta comunidad ante la impotencia de los gobernantes otomanos y la incredulidad de las potencias occidentales. Rogan hace una reconstrucción detallada de aquellos días, del contexto histórico y socioeconómico en los que tuvo lugar la masacre y de lo que supuso para esas provincias del Imperio Otomano, sobre el que tiene un gran conocimiento. En una entrevista con elDiario.es en Madrid, el autor reflexionó sobre la lección que se puede extraer de aquellos sucesos y cómo se aplica en cualquier época y en cualquier lugar en los que se produce un genocidio. Rogan también ofreció una conferencia en la Fundación Ramón Areces. ¿Cree que la historia que cuenta en su libro, sobre unos acontecimientos tan específicos, puede ser extrapolada a otros contextos? Es una historia universal y plantea la cuestión de qué se rompe en la sociedad para llevarla al borde de un genocidio, cuando una comunidad designa a otra como una amenaza existencial de tal forma que su exterminio es visto como una solución razonable. Es algo extraordinario porque no ocurre entre ejércitos o desconocidos, sino entre vecinos. Damasco presenció ese momento genocida, pero no es algo único, lo hemos visto en Camboya, en Ruanda, en Bosnia, en Darfur y, ahora, en Gaza. Sabemos que los momentos genocidas forman parte de la historia humana del pasado y del presente, en todos los continentes. De la experiencia de Damasco podemos sacar una lección: cómo reconstruir las sociedades y las comunidades para que pasen página desde la violencia del pasado a un futuro mejor. Esta historia tiene valor no sólo para los sirios de hoy en día, sino para los israelíes y los palestinos o para los sudaneses. Y la lección que se extrae de mi libro es que no es un proceso rápido, requiere tiempo para sanar, al menos una generación, para reconstruir y restablecer la confianza, y para reintegrar las comunidades, y estabilizar la sociedad. Eugene Rogan durante la entrevista con elDiario.es en la Fundación Areces en Madrid. ¿De qué forma los eventos de Damasco cambiaron la historia de Siria, Líbano y toda la región? Antes de 1860, había una estricta división de las comunidades con base en su religión. En el Imperio Otomano, cada una vivía bajo sus propias normas religiosas, pero tras la violencia de 1860, los otomanos abandonaron ese sistema y pasaron a un sistema de gobierno en el que todos los sujetos eran iguales ante la ley en derechos y deberes. Más parecido a [el concepto de] ciudadanía como lo entendemos en la actualidad. En ese nuevo orden que los otomanos consiguieron imponer después de la masacre, los cristianos, musulmanes y judíos tenían el derecho de votar a sus representantes y también de presentarse a esos cargos. De esa forma, estaban anticipándose a los cambios del mundo árabe moderno del siglo XX. La modernidad venía de Europa en ese momento, pero los otomanos la tradujeron para el Mediterráneo oriental. Por ello, la modernidad siria era un poco diferente a la italiana o a la francesa, pero formaba parte del siglo XIX moderno. Los otomanos fueron fundamentales en mediar en esa transformación. Tardó muchos años en escribir el libro y fue publicado en 2024, cuando cayó el régimen del presidente Bashar Al Asad. Hay dos cosas relevantes que han ocurrido desde que el libro fue publicado [en inglés]. En octubre del año pasado, el papa Francisco canonizó a 11 mártires de Damasco [que fueron asesinados en 1860] en un acto de homenaje y recuerdo a los sucesos de Damasco, ¡habían pasado 164 años! De hecho, siete de los mártires eran españoles, lo cual permite recordar sus nombres y localidades de origen. El otro evento destacado fue la caída del Gobierno de Al Asad y la llegada al poder de un movimiento yihadista que muchos temían que sería hostil hacia los cristianos y otras minorías de Siria. Eso despertó unos temores que la comunidad cristiana no había experimentado desde 1860. Desde diciembre, el nuevo Gobierno ha mostrado responsabilidad pero todavía tiene que demostrar a todas las minorías que puede constituir un gobierno estable y seguro en la era posterior a Al Asad. Las masacres de marzo en Latakia [y otras provincias de la costa mediterránea] nos recordaron que Siria puede volver a sumirse fácilmente en la violencia, pero creo que el Gobierno es consciente de este peligro y está intentando asegurar la reconstrucción de Siria, en lugar de caer en un nuevo ciclo de violencia. Encuentra alguna similitud con la violencia sectaria que estalló a principios de marzo en la costa mediterránea de Siria y los eventos de Damasco? Creo que la violencia que tuvo lugar en marzo es diferente, muchos analistas predijeron que con la caída del régimen de Al Asad la comunidad alauí estaría en riesgo porque los Al Asad eran alauíes. Habían beneficiado a los alauíes, estaban en los altos cargos del Gobierno y dominaban las Fuerzas Armadas, y reprimieron mucho a los movimientos suníes, como los Hermanos Musulmanes. Es difícil saber qué ocurrió realmente. Los números que ha publicado la prensa hablan de unos 1.600 muertos, pero he hablado con algunos sirios y dicen que esos números son muy bajos y que los muertos pueden ser 10.000 - 15.000. Los números son importantes porque la confianza que los sirios tengan en el nuevo régimen se basará en si está capacitado para protegerlos de este tipo de violencia. Y si el número de víctimas es diez veces más que el que se conoce, la confianza será diez veces menos. Parece que el Gobierno quiere detener los asesinatos de venganza contra los alauíes. Y espero que realmente lo consigan porque Siria está [en una situación] muy volátil y frágil, necesita un periodo para la reconstrucción. Sería muy fácil que Siria cayera de nuevo en la violencia que acabe con todas las esperanzas [en el futuro]. También es necesario reconstruir la confianza en las instituciones del Estado sirio Creo que en Siria habrá una segunda república; habrá una reconstrucción de las instituciones porque las instituciones bajo el Gobierno de Al Asad eran abusivas y violentas, y no serían confiables bajo un nuevo gobierno. Es necesario redactar una nueva Constitución y el nuevo Ejecutivo ya ha dicho que lo hará. También está creando un nuevo ejército, no puede mantener el Ejército de los Al Asad que empleó tanta violencia contra el pueblo sirio. Al final, [las nuevas autoridades] necesitan persuadir a más de siete millones de desplazados para que regresen a sus casas. Necesitan crear instituciones que sean inclusivas para que todos los sirios puedan participar y que rindan cuentas para que los ciudadanos no tengan que recurrir a la violencia para cambiar su gobierno [como ocurrió tras la revuelta pacífica de 2011]. Eugene Rogan durante la entrevista con elDiario.es en Madrid. El 22 de junio pasado se produjo el primer gran atentado contra los cristianos en Siria desde la caída de Al Asad. ¿Esto afecta a la credibilidad del Gobierno? El Gobierno ha prometido que hará rendir cuentas, pero los cristianos ven con temor cómo las nuevas autoridades van a evitar declarar a las víctimas del ataque “mártires”, como harían de forma habitual si las víctimas fueran musulmanas [aparte del significado simbólico, las familias de los mártires reciben apoyo oficial]. Este doble estándar hace que muchos cristianos se sientan inseguros respecto al futuro en la nueva Siria y pone en entredicho el compromiso del Gobierno con el pluralismo. También puede revivir antiguos temores y, por supuesto, recordar los sucesos de 1860. ¿En qué situación se encuentran ahora los cristianos respecto a aquella época? Los cristianos sirios han estado huyendo del país desde hace años, así que no tenemos cifras precisas de cuántos son los cristianos pero son mucho menos que en 2010, antes del conflicto. Su poder simbólico es importante si el nuevo Gobierno quiere ganarse la confianza de Europa, en particular, y de las instituciones financieras internacionales (como el Banco Mundial y el FMI), cuya ayuda va a necesitar Siria para la reconstrucción. Europa se preocupa del bienestar de los cristianos en general (...) es una cuestión cultural. Puede haber algún legado colonial en las políticas europeas, pero creo que tiene más que ver con cómo el Occidente cristiano juzga a las sociedades de Medio Oriente por el trato que dan a la minoría cristiana. Y ahora mismo, el nuevo Gobierno de Siria necesita el apoyo pleno y la confianza de Occidente para la reconstrucción, sin eso Siria no podrá avanzar. Tanto EEUU como la UE han levantado gran parte de las sanciones sobre Siria, ¿significa que confían en las nuevas autoridades? El levantamiento de las sanciones es un voto de confianza cauteloso por parte de la comunidad internacional. Ahmad Al Sharaa ha demostrado su intención de gobernar Siria de forma inclusiva. Sin embargo, el Gobierno interino deberá esforzarse por preservar la confianza de la comunidad internacional, demostrando que sirve a todos los sirios por igual, no solo a los musulmanes suníes [rama del islam a la que pertenece la mayoría de la población y los nuevos dirigentes]. El levantamiento de las sanciones es sólo el primer paso. Siria necesita una financiación considerable para la reconstrucción. Para ello, la comunidad internacional deberá estar convencida de que el nuevo Gobierno está comprometido con una Siria plural. Siria siempre ha sido un país importante en Medio Oriente. ¿Cree que los cambios que ha traído consigo la caída del régimen de Al Asad pueden causar grandes cambios en todo Oriente Medio? Creo que el potencial de un cambio positivo para todo Oriente Medio hace que este momento sea tan especial y haya tanta tensión. Hay que observar la región en su conjunto y ver cómo, desde las revoluciones de la Primavera Árabe de 2011, muchos países se han convertido en Estados fallidos, fragmentados como Siria, con diferentes partes de su territorio controladas por diferentes milicias. Es el caso de Libia, de Yemen, incluso de Irak. Desde 2011, Oriente Medio ha estado sumido en una espiral de muerte. Y si Siria pudiera poner fin a su conflicto y construir un nuevo orden político sería el primero de los países de la región en estabilizarse y comenzar la reconstrucción. Y la reconstrucción, no solo en Siria sino en todo Oriente Medio y el norte de África, requiere billones de euros. Hemos visto imágenes aéreas de ciudades destruidas en Libia, Siria, Gaza, Yemen e Irak. Reconstruir los millones de hogares y edificios destruidos en todas estas guerras es la labor de una generación, y aún no ha comenzado, pero podría empezar en Siria. Una mayor estabilidad en Siria contribuiría enormemente a la estabilidad del vecino Líbano. Se podría imaginar un círculo vicioso que se convierte en un círculo virtuoso, con un solo país que emerge del conflicto para reconstruir y demostrar cómo sería un nuevo orden basado en la ciudadanía y un gobierno responsable. No uso la palabra democracia. No quiero decir más que un gobierno responsable y ciudadanía. En su libro, Damasco tiene un gran protagonismo. ¿Cree que si el nuevo Gobierno consigue imponerse en Damasco, podrá gobernar y estabilizar el resto del país? Es un gran reto. De nuevo, un ejercicio de construcción de confianza. El Gobierno tiene poder, pero no fuerza. No tiene un ejército nacional que pueda garantizar la seguridad dentro de sus fronteras del país; no puede mandar un ejército contra las tropas israelíes que ocupan territorio cerca del Golán. Tiene dificultad para alcanzar un acuerdo con la comunidad kurda en el noreste de Siria y conseguir que las milicias kurdas se unan al Ejército. También tienen que ganarse la confianza de los kurdos, a los que siempre se les ha negado la ciudadanía siria. El nuevo Gobierno tiene que ganarse la confianza y la lealtad de los diferentes territorios, si quiere gobernarlos desde la bella Damasco. Pero, si no lo consigue, ¿cuál sería la alternativa? La fragmentación de Siria en pequeñas ciudades-estado que va a sentar las bases de conflictos en los próximos años. Si el pueblo sirio decide dividir su país en dos o tres países diferentes, como hicieron Sudán y Sudán del Sur o Checoslovaquia, que se dividió en la República Checa y Eslovaquia, mediante un acto de autodeterminación, pero no mediante un acto de guerra, pues se estarían sentando las bases para futuros conflictos. Así que, por ahora, espero que el Gobierno sirio logre establecer su control sobre todo el territorio, obtener el reconocimiento de la comunidad internacional y la legitimidad para gobernar.
eldiario
hace alrededor de 2 meses
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