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La victoria del presidente ultraconservador en Polonia golpea el idilio entre Bruselas y Varsovia

La victoria del presidente ultraconservador en Polonia golpea el idilio entre Bruselas y Varsovia
La presidenta de la Comisión Europea celebró como suya la vuelta al poder de Donald Tusk, el primer ministro de centroderecha, tras años de deriva autoritaria de la ultraderecha del PiSBoxeo, peleas de 'hooligans' y fan de Trump: quién es Karol Nawrocki, el nuevo presidente ultraconservador de Polonia La victoria en Polonia del candidato ultraconservador Karol Nawrocki es un doble castigo para el Gobierno de centroderecha de Donald Tusk y para el conjunto de la Unión Europea, especialmente para la Comisión Europea, que recibió al primer ministro con alfombra roja al recuperar el poder en 2023. Los votantes polacos han mantenido un elevadísimo nivel de apoyo a la estrategia del partido Ley y Justicia (Pis), que durante años supuso un quebradero de cabeza para el club comunitario, junto con el ultraderechista Viktor Orbán. Supone una sanción al año y medio de gobierno de Tusk, que se ha quedado lejos de sus promesas electorales. Pero el golpe se recibe también en Bruselas, donde habían ‘indultado’ a Polonia tras años de deriva autoritaria y ahora ven cómo el camino para dejarla atrás vuelve a ponerse cuesta arriba. Sin haber tomado siquiera posesión, Tusk fue recibido con todo el boato por Ursula von der Leyen en la sede de la Comisión Europea. Atrás quedaba un gobierno antieuropeo, xenófobo y de extrema derecha al que el Gobierno comunitario había abierto un procedimiento bajo el artículo 7 del Tratado de la UE por las vulneraciones del Estado de derecho. Esa medida puede acabar con la suspensión del derecho a voto de ese país en el Consejo, pero Polonia y Hungría se protegían mutuamente dado que se requiere de la unanimidad. Tusk, que había estado en la diana con una ley que pretendía perseguir a la oposición, recuperó el poder en Polonia prometiendo contrarreformas que aplaudían en Bruselas: cambios en el sistema judicial que estaba completamente politizado, levantar la ilegalidad del aborto… Pero chocó con el presidente del país, Andrzej Duda, del PiS, que empleaba su derecho a veto para paralizar las iniciativas legislativas del nuevo Gobierno. Las presidenciales de este domingo eran, por tanto, la prueba de fuego y el primer ministro de la Plataforma Cívica se involucró en la campaña de su candidato, el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski. Al fin y al cabo, las elecciones eran un plebiscito sobre su año y medio de mandato. Pero también era un test para ver si la mano tendida de Bruselas tenía un efecto positivo. La Comisión Europea comenzó a desbloquear fondos –hasta 137.000 millones de euros– a medida que el Gobierno iba anunciando contrarreformas, especialmente relativas a la independencia del sistema judicial. También planteó cerrar el expediente a Polonia por sus ataques al Estado de derecho. “La Comisión considera que ya no existe un riesgo claro de violación grave del Estado de derecho en Polonia”, afirmó Von der Leyen en un comunicado apenas un mes antes de las elecciones europeas y en la víspera de un acto de campaña en Varsovia. Von der Leyen convive con la contradicción de reprochar al PiS su política autoritaria y antieuropea al mismo tiempo que busca el apoyo del grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR) del que forman parte en el Parlamento Europeo. Pero el idilio de Bruselas y Varsovia ha recibido en las urnas un golpe que está por ver si es mortal. El presidente tiene capacidad de veto de las iniciativas legislativas y, entre los proyectos que Polonia tiene por delante, hay varios de relacionados con la reparación del Poder Judicial, un requisito imprescindible para la recepción de los fondos europeos. Anticipándose a una muy posible actitud de bloqueo del nuevo jefe de Estado, el primer ministro polaco, Donald Tusk, anunció el lunes por la tarde que someterá su gobierno a un voto de confianza. En un discurso retransmitido por televisión, aseguró que está dispuesto a cooperar con el nuevo presidente “en lo necesario y en la medida de lo posible”, pero que quiere dejar petante, en el extranjero y dentro del país, que su Ejecutivo “comprende la gravedad del momento” y no se dispone “a dar un solo paso atrás”. Las reformas, cuesta arriba “Confiamos en que las reformas iniciadas por el Gobierno polaco prosigan y continúen”, fue la respuesta de la portavoz de la Comisión Europea, Paula Pinho, en la rueda de prensa diaria de la institución. Previamente Von der Leyen había felicitado a Nawrocki por su victoria, pese a que es una de las dirigentes que menos ha ocultado la felicidad por el retorno de Tusk, a quien ha evitado incluso reprochar que dijera en su presencia que Polonia incumplirá el Pacto de Migración y Asilo acordado en la UE. “La presidencia de Nawrocki será una dura prueba para el Gobierno de Tusk. El primer ministro se enfrenta a un duro final de su proyecto político centrado en la restauración del estado de derecho y la liberalización social. No serán posibles grandes proyectos de reforma, por ejemplo, sobre el aborto o las decisiones judiciales, ya que la principal misión de Nawrocki en el cargo será socavar el Gobierno y allanar el camino para que el PiS vuelva al poder en las elecciones de 2027”, reflexiona Piotr Buras, jefe de la delegación en Polonia del think tank Consejo Europeo para las Relaciones Internacionales (ECFR, por sus siglas en inglés). “Nawrocki carece de experiencia política y de base en un partido político. Es poco probable que desempeñe un papel independiente más allá de apoyar al PiS como principal partido de la oposición. Sus opiniones políticas son mucho más radicales y de derechas que las de Andrzej Duda, lo que hace presagiar una cohabitación con el Gobierno de Tusk mucho más dura que en el último año y medio”, advierte Buras. La vuelta de Tusk, que fue presidente del Consejo Europeo, a la primera línea resituó a Polonia en una posición predominante respecto a la política internacional de la que había carecido durante los años de gobierno del PiS. La foto del denominado ‘triángulo de Weimar’ —Francia, Alemania y Polonia— ha vuelto a verse con asiduidad en la prensa europea. Pero el presidente tiene un peso relevante en la política exterior de Polonia y es otra de las inquietudes que emergen en Bruselas, sobre todo en lo que tiene que ver con Ucrania. El test del euroescepticismo “Es probable que las relaciones con Estados Unidos y con Ucrania se conviertan en objeto de controversias políticas partidistas, un fenómeno nuevo en la política polaca. Nawrocki y el PiS jugarán la carta Trump-Estados Unidos en la política interna criticando el supuesto abandono de la asociación transatlántica por parte de Tusk al ponerse del lado de los aliados europeos de Polonia. Reducirá el margen de maniobra de Tusk en política exterior y de la UE”, señala el investigador del ECFR, que recuerda que Nawrocki “acarició tonos antiucranianos” al rechazar rotundamente el camino de Ucrania hacia la OTAN durante la campaña electoral. “Tanto el papel de Polonia como promotor de una política de defensa de la UE más sólida como el de actor importante en el proceso de integración de Ucrania en la UE y la OTAN podrían verse seriamente obstaculizados dado el cambio del contexto político interno”, sentencia. A nivel de política interna, la victoria del candidato ultra es un golpe para Tusk ante sus aspiraciones de repetir en el Gobierno en unas elecciones que podrían adelantarse a 2026. “Un gobierno que no puede sacar adelante sus proyectos clave es poco probable que sobreviva otros dos años y medio”, dice Buras. Y ahí la UE volvería a tensionarse ante un nuevo escenario electoral en uno de los países del este, que elección tras elección ve cómo crecen las fuerzas euroescépticas.

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