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Por qué es importante el ataque de Israel en Qatar y qué implicaciones tiene

Por qué es importante el ataque de Israel en Qatar y qué implicaciones tiene
Además de demostrar que Israel no está interesado en una salida negociada a la guerra en Gaza, la operación en Qatar refleja su intención de crear un gran Israel en el que nadie cuestione su hegemoníaIsrael dinamita la última posibilidad de un acuerdo con un ataque contra los negociadores de Hamás en Doha Israel ha bombardeado Doha, la capital catarí, y ha sobrepasado una nueva línea roja ante la absoluta pasividad de la comunidad occidental, que parece haber otorgado al Gobierno Netanyahu luz verde para redibujar las fronteras de Oriente Medio. En los últimos meses, el régimen israelí ha atacado Irán, Siria, Líbano y Yemen, donde, el pasado 30 de agosto, aviones israelíes asesinaron al primer ministro de los rebeldes hutíes y a casi todos los miembros de su gobierno. Tras 65.000 muertos en Gaza, los países occidentales siguen sin adoptar sanciones contra Israel. Esta vez, el Gobierno israelí ha ido mucho más lejos, porque su objetivo ha sido Qatar, un aliado estratégico de Estados Unidos que alberga Al Udeid, la principal base aérea estadounidense en el golfo Pérsico. El emir Tamim Bin Hamad Al Thani ha hecho de la diplomacia una de las señas de identidad de su política exterior, apostando por el ‘poder blando’ y la diplomacia para resolver los conflictos regionales. Con esta acción, que representa una fragrante violación del derecho internacional, Netanyahu parece lanzar el mensaje de que ni tan siquiera los aliados estadounidenses en la región están a salvo y que Washington no acudirá en su ayuda, tal y como había hecho en el pasado. Desde el Pacto del Quicy de 1945 con Arabia Saudí, Estados Unidos se ha erigido en defensor de las monarquías del Golfo. Este acuerdo se basaba en la máxima ‘petróleo por seguridad’ por la cual las petromonarquías cedían a empresas estadounidenses y británicas la explotación de sus hidrocarburos a cambio de que la administración norteamericana se comprometiera a garantizar la perpetuación de sus dinastías en el poder y las defendiese ante eventuales amenazas externas. De esta manera, se estableció un ‘matrimonio de conveniencia’ entre Washington y las monarquías del Golfo gracias al cual se reforzó el autoritarismo de las monarquías, que obtuvieron carta blanca para la violación sistemática de los derechos humanos de sus súbditos. Al dar luz verde al ataque contra territorio catarí, o al menos no haberlo parado, la Administración Trump parece haberse disparado en su propio pie, ya que ha roto dicho acuerdo dejando vía libre a Israel para que, en un futuro, pueda bombardear a otros países de la región tradicionalmente situados en la órbita americana. Todo ello a pesar de que, en su reciente visita a la región en mayo, las monarquías del Golfo rindieron pleitesía a Donald Trump, al que prometieron multimillonarias inversiones en EEUU, sobre todo en el sector armamentístico y tecnológico, para tratar de reflotar la economía estadounidense. El emir Tamin se comprometió a comprar dos centenares de Boeing por valor de casi 250.000 millones de dólares, contrato que ahora podría pender de un hilo dada la renuencia de Washington a garantizar la defensa del emirato árabe. El mensaje de Netanyahu parece claro: todos aquellos países que se nieguen a aceptar la hegemonía regional israelí podrían arriesgarse a sufrir represalias por parte de Tel Aviv. Arabia Saudí tiene razones para preocuparse, ya que su negativa a sumarse a los Acuerdos de Abraham, por el cual varios países de la región como Emiratos Árabes Unidos y Baréin reconocieron al Estado de Israel y se avinieron a establecer plenas relaciones diplomáticas con él, podría situarle en la diana del régimen supremacista israelí. El intento de asesinato de la cúpula de Hamás en Doha es, además, especialmente preocupante porque Qatar ha ejercido la labor de mediador entre Israel y la organización islamista palestina en los últimos veinte meses intentando alcanzar un acuerdo de alto el fuego a cambio de la liberación de los rehenes de ambas partes. Es importante tener en cuenta que Hamás supedita dicho acuerdo a que Israel se comprometa a cesar su ofensiva militar y retire sus tropas de la Franja de Gaza. Precisamente el liderazgo de Hamás se encontraba reunido para pronunciarse sobre la última propuesta presentada la semana pasada por el presidente Trump, lo que evidencia que Netanyahu no apuesta por una negociación, sino por la rendición incondicional de Hamás. Desde el asesinato de Ismail Haniye en Teherán el 31 de julio de 2024, Hamás ha evitado nombrar a un nuevo líder para evitar situarlo en la diana de los servicios secretos israelíes. De ahí que, en la actualidad, la organización islamista palestina tenga un liderazgo colegiado del que forman parte figuras históricas como Khaled Mashal, Musa Abu Marzuq o Khalil Al Hayya. Probablemente esta circunstancia explique, al menos parcialmente, el fracaso de la operación militar israelí, que no ha conseguido asesinar a ninguno de los hombres fuertes de Hamás, lo que sin duda representa un varapalo sin precedentes para los servicios de inteligencia. Aunque las autoridades cataríes se han apresurado a advertir que se reservan el derecho a responder a la agresión israelí, es evidente que dicha respuesta no será militar. Qatar es el principal exportador del mundo de gas licuado, por lo que su principal baza es la económica. Una posibilidad es que, a partir de ahora, opte por enfriar sus relaciones comerciales con EEUU, una vez que ha quedado patente que la Administración Trump ha roto su compromiso de garantizar la seguridad catarí. Otra posibilidad es que, en el futuro, apueste por estrechar aún más sus relaciones con las potencias del sudeste asiático y, en particular, con India y China, dos de sus principales socios comerciales que están destinados a desempeñar un papel protagónico en el emergente nuevo orden multipolar. Cualquiera de estas dos opciones es dañina para Washington. A estas alturas resulta evidente que Israel hará todo lo posible por torpedear cualquier alto el fuego y tratará de llevar a la región a una situación límite, todo ello con el propósito de crear nuevas cortinas de humo que le permitan poner en práctica su ‘solución final’ para la Franja de Gaza. En el corto plazo, dicho proyecto implicará la destrucción sistemática de todas las ciudades y campamentos de refugiados y la limpieza étnica de su población. De hecho, las autoridades israelíes han intensificado los contactos con Libia y Sudán del Sur para que acojan a cientos de miles de palestinos, todo ello con la manifiesta complicidad de la Administración Trump, que ha planteado el proyecto Gaza Reconstitution, Economic Acceleration and Transformation (GREAT) para transformar dicho enclave palestino en un resort de lujo y en una meca tecnológica. El objetivo final de Netanyahu, cada vez más claro y descarnado, es redibujar las fronteras de Oriente Medio para establecer un Gran Israel en el territorio comprendido entre el mar Mediterráneo y el río Jordán en el que los palestinos no tienen cabida.
eldiario
hace alrededor de 3 horas
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