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Por qué Trump va a por el exdirector del FBI: orígenes de una persecución que ha acabado en los tribunales

Por qué Trump va a por el exdirector del FBI: orígenes de una persecución que ha acabado en los tribunales
Tras las presiones del presidente de EEUU, Comey se ha sentado este miércoles en el banquillo de los acusados por los cargos de perjuicio y obstrucción a la justicia. El exdirector del FBI se ha declarado no culpable ante el tribunal federal de Virginia a la espera del juicio que ha sido fijado para el próximo 5 de eneroLas presiones de Trump a la Justicia surten efecto y logra que el exdirector del FBI James Comey sea imputado En la larga lista negra que Donald Trump ha ido elaborando estos años con los nombres de todos aquellos que le fueron desleales o bien lo sentaron en el banquillo de la justicia, el del exdirector del FBI, James Comey, ocupa un lugar especial. Incluso antes que el antiguo fiscal general Jack Smith o la fiscal Letitia James. Posiblemente, el nombre de Comey fuera uno de los primeros que Trump escribió después de despedirlo en 2017 a raíz de la investigación que abrió por la posible injerencia rusa en las elecciones de 2016 que encumbraron al republicano a la Casa Blanca. Después del rapapolvo público a la fiscal general, Pam Bondi, Trump ha conseguido que Comey se sentara este miércoles en el banquillo de los acusados por los cargos de perjuicios y obstrucción a la justicia. El exdirector del FBI se ha declarado no culpable ante el tribunal federal de Virginia a la espera del juicio que ha sido fijado para el próximo 5 de enero. La imputación de Comey llega casi nueve años después de que la candidata demócrata, Hillary Clinton, observara casi proféticamente durante el debate electoral de 2016 que “es terriblemente bueno que alguien con el temperamento de Donald Trump no esté a cargo de la ley en nuestro país”. A lo que el republicano respondió: “Porque tú estarías en prisión”.  Cuando Trump llegó a la presidencia en 2017, Comey ya hacía cuatro años que dirigía la agencia de inteligencia. A la llegada del republicano, tan solo aguantó en el cargo cuatro meses. Según los informes, el presidente lo despidió en mayo de ese mismo año porque se había negado a jurarle lealtad, y después fue cuando confirmó públicamente al Congreso que el FBI estaba llevando una operación de contraespionaje en relación con los esfuerzos rusos para ayudar a que Trump ganara las presidenciales de 2016. Fue entonces cuando el presidente estadounidense ya empezó a tejer el relato de la “caza de brujas” y tachó la investigación de “engaño”. El despido de Comey, sin embargo, resulto ser contraproducente para Trump. Más allá de levantar muchas cejas en Washington, también dio un argumento más para que el entonces fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, decidiera nombrar al exdirector del FBI, Robert Mueller, como fiscal especial para que supervisara la investigación que estaba realizando el FBI sobre la posible injerencia rusa.  El informe que en 2019 presentó Mueller concluyó que no se pudo establecer que el equipo de campaña de Trump hubiera conspirado con el Gobierno ruso en sus actividades de injerencia electoral, pero sí que encontraron pruebas de que hubo una operación rusa. De este modo, Mueller apuntó cómo eso “establecía que el Gobierno ruso consideraba que se beneficiaría de la presidencia de Trump y trabajó para asegurar este resultado”. A lo que añadía que la campaña de Trump “esperaba que se beneficiara electoralmente de la información robada y filtrada a través de los rusos”.  En dicha investigación se apuntaba cómo el hijo de Trump, Donald Trump Junior, solicitó información sobre Hillary Clinton al Gobierno ruso en una reunión con un abogado ruso en la Torre Trump durante la campaña electoral. En ese encuentro también participaron el jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, y el yerno de Trump, Jared Kushner. Aun así, el informe no dejaba claro si la campaña del republicano había estado abierta a recibir ayuda de Rusia.  El encuentro había sido fruto del contacto de un publicista que trabajaba para un oligarca ruso que contrató a Trump en 2013 para organizar un concurso de Miss Universo. Esta persona le dijo a Donald Trump Junior que un fiscal ruso quería ofrecer a la campaña de su padre “documentos oficiales e información que incriminarían a Hillary y sus tratos con Rusia”, diciendo que era “parte del apoyo de Rusia y su Gobierno a Trump”. Donald Trump Junior respondió: “Si es lo que dices, me encanta”.  Años antes de que se conocieran estos contactos, Trump habló muy felizmente de ese concurso de Miss Universo durante la CPAC de 2014. “Fui a Moscú hace un par de días, fui a un concurso de Miss Universo y me trataron tan bien… Putin incluso me envió un bonito regalo con una bonita nota. Hablé con toda esta gente. Tú miras lo que [Putin] está haciendo con Obama y es como si jugara con él”, decía el magnate, que también alabó la incursión rusa sobre Crimea en febrero de 2014, después de que terminaran los Juegos de Invierno, celebrados en Sochi.  “Al día siguiente de las Olimpiadas, empieza con Ucrania. ¡Qué listo es, eh?”, decía Trump. “[Crimea] es una zona con mucha riqueza, eso significa que el resto de Ucrania caerá rápidamente… Cuando ves lo que están haciendo en Ucrania, es solo cuestión de tiempo”. Aunque Trump nunca escondió su simpatía por Putin, se la juró a Comey por haber iniciado la investigación sobre los posibles vínculos con Rusia del republicano y dar pie a que se aireara la reunión en la Torre Trump. Ahora, en medio de las negociaciones sobre el futuro de Ucrania, donde Trump ha dado una posición privilegiada al Kremlin, el republicano se ha encargado de hacerle pagar caro la revelación que provocó el exdirector del FBI. 

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