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Portugal busca un gobierno estable en sus cuartas elecciones en cinco años y medio

Portugal busca un gobierno estable en sus cuartas elecciones en cinco años y medio
Ejemplo histórico de solidez parlamentaria, el país vecino lleva un lustro sumido en un vaivén electoral del que no está previsto que salga en la votación del domingo, cuyos sondeos no anticipan grandes cambiosClaves para entender las elecciones de este domingo en Portugal: qué dicen las encuestas y posibles escenarios Acostumbrado en su historia democrática a la estabilidad gubernamental, Portugal lleva poco más de cinco años encandenando, sin embargo, una sucesión de gobiernos que apenas logran arrancar sus mandatos. Desde 2019 y contando la de este domingo, habrán sido cuatro las citas electorales por las que ha pasado el país vecino. En esta ocasión tampoco se entrevé, de hacer caso a los sondeos, que el Ejecutivo resultante pueda desarrollar su programa con tranquilidad. La corta legislatura que arrancó en 2024 con la victoria por la mínima de Alianza Democrática ―coalición entre la principal formación conservadora, el Partido Social Demócrata (PSD) y el ya casi residual Centro Democrático e Social (CDS)― frente al Partido Socialista (PS) se vino abajo en marzo tras una moción de confianza planteada por el primer ministro, Luís Montenegro. El mandatario se había mostrado reacio a aclarar exactamente a qué se dedicaba una empresa de su propiedad, puesta a nombre de familiares al ocupar el cargo, que cobraba una cantidad regular de una compañía con intereses en el sector de las apuestas. El PS quería una comisión de investigación que escudriñase los entresijos de la operación y no apoyó la moción, lo que abocó al país a elecciones tras negarle el respaldo también la extrema derecha de Chega. El trámite vino a incidir en una inestabilidad política que se remonta a 2021, cuando António Costa disolvió a mitad de legislatura un Gobierno en minoría apoyado en el parlamento por Bloco de Esquerda y Partido Comunista entre desacuerdos por la subida de los salarios ―aún hoy el mínimo no pasa de 870 euros mensuales―, la sanidad pública o el porcentaje de déficit tolerable en las cuentas del Estado. Las elecciones posteriores otorgaron la mayoría absoluta al PS, pero ni en esas circunstancias el Gobierno se afianzó: Costa dimitió al año siguiente tras irrumpir la fiscalía en su residencia, lo que dio pie a nuevos comicios. Año y medio después, no se conoce indicio alguno de delito contra el dirigente, que encontró acomodo al frente del Consejo Europeo. Las últimas encuestas prevén una victoria ligeramente más holgada para el PSD, pero sin mayoría absoluta, tras una campaña que ha tenido un discurrir pausado. Solo la ha alterado la estrategia del exabrupto permanente del líder de Chega, André Ventura, protagonista absoluto en la formación, hasta el punto de que una indisposición de salud en el final de la segunda semana llevó al partido a cancelar todos los actos. El papel de la extrema derecha Su retórica descarnada contra los gitanos ―un grupo de ellos lo recibió entre aplausos irónicos a las puertas del hospital en el que fue ingresado tras lo que el propio Ventura ha dicho que fue un episodio de reflujo de esófago―, contra los inmigrantes y contra la “corrupción” de los partidos tradicionales fueron la tónica de mítines y arruadas, los clásicos paseos de campaña de los candidatos para intercambiar impresiones con los ciudadanos. Chega es el tercer partido en la Asamblea de la República, y las encuestas le auguran un resultado similar el domingo. El presidente del partido de extrema derecha Chega, André Ventura, saluda a sus simpatizantes en una manifestación antinmigración. Aunque Montenegro insiste en que no pactará con Ventura para acceder al gobierno, el discurso extremista ya ha permeado sus políticas, en las que se anuncia el recorte del acceso de los migrantes irregulares a la sanidad pública ―que a su vez continúa su pérdida de calidad, con usuarios y médicos clamando contra lo que entienden como un intento de privatización―, el fin de las regularizaciones de residencia de extranjeros por arraigo laboral y el discurso de dureza contra la delincuencia, que no se compadece con la realidad de uno de los países más seguros del mundo, según reiterados estudios estadísticos. El acuciante problema de la vivienda ha quedado soslayado, mientras tanto. Por su lado, el candidato del PS, Pedro Nuno Santos, se ha debatido entre cultivar su perfil progresista ―ha sido siempre uno de los grandes partidarios de las alianzas con los partidos de izquierda durante los gobiernos de António Costa, de los que fue ministro― u optar por un perfil más de centro, como trató de hacer en el debate electoral con Montenegro. Entonces puso las ideas de Mario Draghi como modelo del PS para Europa. El italiano es aún recordado como dirigente del Banco Central Europeo, una de las pata de la odiada troika, que impuso durísimas condiciones para el rescate financiero del país a partir de 2011. El secretario general del Partido Socialista Pedro Nuno Santos, en un acto de campaña A la izquierda del PS, el Partido Comunista (integrado en la coalición CDU) y el Bloco de Esquerda pelean por no perder representación a manos de Livre, cuyo líder, Ruí Tavares, estuvo en las coordenadas del Bloco hasta 2011 y podría capitalizar un voto de menor edad. Por la derecha, aspira a tener peso para formar gobierno Iniciativa Liberal, defensora sin tapujos del papel preponderante del sector privado en la economía y con voluntad de entrar en un eventual gobierno con el PSD. Su líder, Rui Rocha, declaró en campaña que los conservadores los sondearon para participar en una coalición electoral. Montenegro se fue por las ramas cuando se le preguntó al respecto. Más a la derecha, la formación ADN, sostenida por cristianos evangélicos, amenaza con introducir en el parlamento a una diputada todavía más extremista que Chega.
eldiario
hace alrededor de 9 horas
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