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Qué pasa con el dinero congelado de la venta del Chelsea que están esperando las víctimas de la guerra de Ucrania

Qué pasa con el dinero congelado de la venta del Chelsea que están esperando las víctimas de la guerra de Ucrania
El Gobierno británico amenaza ahora con denunciar a Roman Abramovich en una disputa sobre el pacto para que el sancionado oligarca ruso pudiera vender el equipo en 2022 por casi 3.000 millones de euros y donara los fondos a las personas afectadas por la invasión rusaRusia acelera su avance en el campo de batalla en plenas negociaciones para el fin de la guerra Una cantidad que supera los 2.500 millones de libras (casi 3.000 millones de euros) de la venta del Chelsea, el equipo de fútbol, está depositada en un banco del Reino Unido y sigue sin llegar a los destinatarios anunciados hace tres años: las víctimas de la invasión rusa de Ucrania. El dinero es parte de los bienes congelados a Roman Abramovich, el multimillonario ruso sancionado por el Reino Unido y la Unión Europea y que vendió el club inglés en mayo de 2022. Abramovich, según el texto del organismo del Tesoro británico que aplica las sanciones, ha sido castigado por su “asociación” con el presidente Vladímir Putin, “que está involucrado en la desestabilización de Ucrania y la destrucción de su integridad territorial, soberanía e independencia”, y por sus negocios “en sectores estratégicos significativos para el Gobierno de Rusia” como la extracción de gas y petróleo, y el ferrocarril. Abramovich, que niega estas acusaciones, perdió en 2023 un recurso ante el tribunal de la UE, que reafirmó las sanciones europeas. Antes de ser sancionado, Abramovich transfirió miles de millones de su fortuna a sus hijos, incluido a uno de nueve años, según el Guardian, o vendió negocios, pero conservó el Chelsea, el equipo de fútbol que compró en 2003. Cualquier operación requería, en todo caso, permisos de las autoridades británicas. Después de semanas de incertidumbre y la congelación hasta de la venta de entradas, el organismo oficial británico encargado de aplicar las sanciones autorizó la venta del club a cambio de que Abramovich no se beneficiara personalmente de la transacción. El comprador fue un consorcio californiano liderado por el dueño de Los Angeles Dodgers, el equipo de béisbol. La cifra de la venta fue entonces la más alta pagada para un equipo hasta la fecha. Los nuevos dueños se encontraron después con una multa de 10 millones de euros por irregularidades financieras de los tiempos de Abramovich. Disputa por la donación El dinero de la venta en todo caso quedó congelado y el oligarca ruso-israelí aseguró que quería donarlo a “todas las víctimas de la guerra de Ucrania”. El literal es uno de los asuntos que han centrado la disputa desde entonces, ya que el Gobierno británico quiere impedir que parte de ese dinero acabe en Rusia, Bielorrusia u otros países donde están los perpetradores de la guerra, y desde el principio subrayó que era esencial que el dinero se gastara “en Ucrania”. En respuesta a una pregunta en el Parlamento británico sobre este fondo, el Gobierno británico dice ahora que “la puerta de las negociaciones sigue abierta”, pero está “preparado para llevar el asunto a los tribunales si hace falta para asegurarse que la gente que está sufriendo en Ucrania reciba el beneficio de estos fondos tan rápido como sea posible”. Para facilitar esa posible donación, el pacto en 2022 fue la creación de una fundación, independiente de Abramovich, que se encargaría de gestionar la logística de las donaciones. Los encargados de montarla fueron Jan Egeland, secretario del Consejo de Refugiados de Noruega, y otro experto en ayuda humanitaria, Mike Penrose, antes director de Unicef en el Reino Unido. Con un dinero designado para ello, hicieron el papeleo y organizaron la primera estructura, pero la cuenta sigue congelada. En este tiempo, la fundación ha pedido “flexibilidad” sobre dónde se puede gastar el dinero, entre otras cosas porque los más de seis millones de refugiados ucranianos están repartidos por toda Europa. “Incluso con las necesidades en Ucrania y en otros lugares causadas por la terrible guerra allí, no se ha liberado ningún dinero”, explica a elDiario.es Jan Egeland, que asegura que “es muy frustrante” que no haya avances cuando tanto el Gobierno británico como Abramovich están de acuerdo en que el dinero vaya a la ayuda humanitaria. Egeland, exdiplomático noruego, tiene décadas de experiencia en organizaciones de ayuda humanitaria como Naciones Unidas, la Cruz Roja y Amnistía Internacional. A principios de los años 90, cuando era el número dos del Ministerio de Exteriores de Noruega, medió entre el Gobierno de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en las conversaciones de paz que resultaron en los acuerdos de Oslo de 1993, y el célebre apretón de manos entre Isaac Rabin y Yasser Arafat. “Todavía tenemos esperanza de que podamos ponernos de acuerdo en cómo y en dónde se pueden utilizar los fondos para un buen uso”, dice ahora Egeland, que asegura que ya están listos los preparativos para encargarse de la gran donación después de un “diálogo” constante con el Gobierno británico y Abramovich en estos tres años. “Pero sólo las dos partes pueden resolver su disputa, y las dos partes son necesarias para la liberación del dinero”, explica Egeland, que prefiere no comentar sobre la amenaza de una denuncia ante los tribunales por parte del Gobierno británico. Cuentas, yates, villas por Europa Este dinero es sólo una pequeña parte del equivalente a unos 28.000 millones de euros en bienes rusos que el Reino Unido tiene congelados como parte de sus sanciones a Rusia. Por toda Europa hay cuentas, yates, villas y otros bienes congelados por valor de más de 200.000 millones de euros. Hasta la invasión rusa de Ucrania, el país de origen de personas y empresas más habitual era Irán. La lista británica de sanciones financieras incluye a personas y entidades de todo el mundo, incluidos colonos israelíes y entidades en Cisjordania, según la última actualización hace unos días. Un grupo protesta en la mansión del millonario ruso Oleg Deripaska en Londres, en marzo de 2022. El Gobierno británico ha sido en los últimos años el más activo en la defensa de la idea de que los bienes congelados se podrían utilizar para ayudar a las víctimas de la guerra, pero los colegas europeos tienen más dudas. Algunos países, en particular Francia y Alemania, son muy reticentes. El primer ministro belga, el nacionalista flamenco Bart De Wever, incluso dijo en marzo que utilizar los bienes de los multimillonarios rusos congelados sería “un acto de guerra” y podría poner en riesgo “todo el sistema financiero”. De momento, la idea de relativo consenso promovida también por el Gobierno británico es el uso de los intereses que han salido de los depósitos congelados en bancos europeos en este tiempo. ¿Modelo? Egeland, el experto en ayuda humanitaria, explica que el destino del dinero de la venta del Chelsea más allá de resolver necesidades inmediatas podría sentar un precedente interesante para otros casos. “Si el dinero del Chelsea se utiliza para un buen uso, el modelo de una fundación humanitaria independiente que administre los fondos a través de canales humanitarios establecidos puede ser un buen modelo para los bienes rusos sancionados en otros lugares”, dice. El caso, además, es especialmente prominente por el protagonista, cuyo papel ha estado envuelto en el misterio desde la invasión. Ha reaparecido ante tribunales para denunciar a periodistas, como Catherine Belton, la autora de Los hombres de Putin, y a cualquiera que sugiera que su relación con Putin es cercana. Abramovich ahora vive entre Moscú, Estambul y Tel Aviv, pero durante años fue una de las estrellas en la élite de millonarios londinenses. Roman Abramovich en una imagen de archivo. Londongrado Cuando Abramovich compró el Chelsea en 2003, “allanó el camino para que muchos rusos siguieran sus pasos hacia Londres y se incrustaran en el tejido de la sociedad británica, acelerando una afluencia que comenzó en la década de 1990”, escribe la periodista Stephanie Baker en su libro Punishing Putin, sobre las sanciones a Rusia, publicado esta primavera en inglés. “El efectivo ruso palpitaba por la ciudad mientras las empresas de multimillonarios cotizaban en la Bolsa de Valores de Londres, y contrataban banqueros, abogados y agentes de relaciones públicas. Londres se convirtió en un imán para los cleptócratas del mundo, un lugar donde podían lavar su dinero y su reputación comprando una mansión de estuco en Mayfair, o utilizando los tribunales británicos para liquidar cuentas pendientes en casa”. Baker explica que la compra del Chelsea, un equipo que pasaba por apuros y que Abramovich lanzó a la primera fila, le ayudó a “posicionarse menos como un oligarca ruso y más como un magnate internacional de deportes” y a entrar en el establishment británico. Pero la fortuna de Abramovich y otros cambió cuando parte de la opinión pública británica empezó a cuestionar la relación de sus políticos con estos millonarios después del envenenamiento de un ex espía y su hija a las afueras de Londres en 2018. En un ambiente de desconfianza hacia el Kremlin, el Gobierno británico empezó a hacer más preguntas a Abramovich antes de renovar su llamado visado de oro, el derecho a la residencia a cambio de inversión (sólo entre 2008 y 2014, unas 700 personas rusas recibieron estos visados). Ante las nuevas dudas sobre sus cuentas y sus relaciones con el Kremlin, en pocos días Abramovich consiguió un pasaporte israelí. Además, en 2021 logró un pasaporte portugués y, con él, los derechos de cualquier ciudadano de la UE, gracias a la declaración de un rabino ruso en Oporto que dijo que la familia tenía orígenes sefardíes y que después fue investigado por las autoridades portuguesas. ¿Mediador? En la primavera de 2022, tras la invasión rusa de Ucrania, Abramovich se ofreció como “mediador” en unas posibles negociaciones de paz que fracasaron y le costaron un episodio médico parecido a un envenenamiento y que no se aclaró. Desde entonces, de manera más discreta, ha participado en varios acuerdos de intercambio de prisioneros. Según el Wall Street Journal, también participó en las negociaciones que permitieron la liberación de su corresponsal en Moscú y otros periodistas en agosto de 2024. En ese intercambio supuestamente también iba a estar Alexei Navalni, el líder opositor que murió en febrero de 2024 en una cárcel de Siberia en circunstancias sin aclarar. Una fuente dijo a la CNN que Abramovich se quedó “boqueabierto” cuando se enteró de la muerte de Navalni.

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