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Qué pasa en Ucrania: Rusia acelera su avance en el campo de batalla en plenas negociaciones para el fin de la guerra

Qué pasa en Ucrania: Rusia acelera su avance en el campo de batalla en plenas negociaciones para el fin de la guerra
El Ejército ruso ocupó en mayo 538 kilómetros cuadrados, más del doble del territorio que conquistó en abril, en una ofensiva de primavera que se centra en la región de Donetsk, pero también incluye el nuevo asalto en Sumi, al noreste, según un grupo de analistas de fuentes abiertasQué piden Ucrania y Rusia en las negociaciones de paz: sus propuestas para poner fin a la guerra, frente a frente Con todas las miradas sobre la mesa de negociaciones y los primeros acercamientos diplomáticos desde 2022, Rusia no ha frenado su estrategia de engullir territorio de Ucrania. Más bien, al contrario: está pisando el acelerador en su ofensiva de primavera mientras las conversaciones se prolongan. El Ejército de Moscú aceleró significativamente sus avances en el campo de batalla durante el pasado mes de mayo, cuando ocupó 538 kilómetros cuadrados, más del doble del territorio que conquistó en abril, según los analistas de Black Bird Group, que indican que se trata de la segunda mayor tasa mensual de avance desde 2022 y la mayor en lo que va de año. O lo que es lo mismo, en mayo, Kiev ha perdido territorio más rápido que en cualquier otro mes de 2025 y, aunque no ha caído ninguna localidad crítica, los vientos parecen soplar en su contra. El avance ruso se centró de nuevo en la región oriental de Donetsk, pero parte de los datos también se refieren al frente del río Oskil, en la frontera entre Lugansk y Járkov, así como al reciente asalto en la región de Sumi, al noreste del país. Los expertos del grupo se apoyan en el análisis de imágenes geolocalizadas, información de fuentes abiertas y otros datos. Emil Kastehelmi, analista de Black Bird Group, explica a elDiario.es que Rusia comenzó su ofensiva de primavera probablemente a principios de abril, y los ataques se intensificaron con el paso de las semanas. “Configuraron relativamente bien el campo de batalla para futuras operaciones, especialmente en Donbás [en el este, formado por Donetsk y Lugansk], y seguirán atacando probablemente durante todo el verano”, dice. La dirección principal de los ataques es la zona alrededor de las localidades de Kostantínivka y Pokrovsk, ambas unidas por una carretera en la región de Donetsk. Durante la invasión, Pokrovsk ha sido un importante centro logístico ucraniano y las fuerzas de Moscú llevan mucho tiempo intentando tomarla, pero la defensa de Kiev las ha mantenido a raya. Ucrania ha enviado reservas a la zona para bloquear la brecha rusa. Pero, recientemente, las fuerzas rusas han expandido su saliente –término militar que alude a una zona estrecha en la que un ejército ha hecho avanzar su línea de frente hacia territorio enemigo– al suroeste de Kostantínivka y los expertos están atentos a sus próximos pasos, especialmente a la amenaza que puede suponer para el bastión de Pokrovsk. Aquí, la ofensiva de primavera ha progresado con relativa rapidez, explicaba hace unos días en X el propio Kastehelmi, quien cree que este avance puede plantear graves problemas para Ucrania en un futuro próximo. Según su análisis, entre los probables objetivos de Rusia para los próximos meses en la zona están la formación de una amenaza de cerco alrededor de Kostantínivka y Pokrovsk, y la interrupción de los suministros en las ciudades. “La zona más amenazada es Kostantínivka. Los rusos atacan desde tres direcciones: Chasiv Yar, Toretsk y también desde el nuevo saliente al oeste de la ciudad. Los ataques en Chasiv Yar y Toretsk no han progresado mucho en los últimos meses”, decía el analista. “A pesar del avance gradual hacia el este y el sur desde la ciudad, los avances en el flanco occidental presentan nuevas oportunidades potenciales para las fuerzas rusas. Están posicionadas a unos 13-15 kilómetros de Kostantínivka y mantienen reservas adecuadas para nuevas operaciones”. Según vaticina, es probable que las tropas de Moscú ataquen a lo largo del verano y hasta el otoño con toda su fuerza, presionando a los ucranianos en un amplio frente. Según el bloguero que publica bajo el seudónimo Tatarigami en X, la posición de Rusia ha mejorado gracias a sus esfuerzos por interrumpir las líneas de suministro ucranianas en varias zonas del frente, entre ellas Pokrovsk. “Sin embargo, su dependencia de las tácticas de pequeñas unidades les permite avanzar lentamente, pero no les permite hacer avances significativos”, escribe en la red social. Rusia intensifica su asalto en Sumi El otro punto caliente en estos momentos es la región de Sumi, fronteriza con Kursk, de donde las tropas ucranianas tuvieron que retirarse hace dos meses expulsadas por el Ejército de Vladímir Putin. Tan pronto como la operación de Kiev terminó, las tropas rusas comenzaron incursiones en Sumi frente a unas unidades agotadas y las autoridades locales ucranianas reconocieron el mes pasado la toma de varios municipios. El pasado sábado, el gobernador regional ordenó la evacuación de los vecinos de 11 localidades debido a la “amenaza constante a la vida” de los civiles por los continuos bombardeos rusos. “Los rusos han seguido atacando más allá de la frontera, adentrándose en Ucrania. Los ataques se llevan a cabo en su mayor parte con las mismas unidades que combatían en Kursk”, dice Kastehelmi a este medio, y señala que la punta de lanza rusa se encuentra a solo 20 kilómetros de la capital de la región, también llamada Sumi. Este mismo miércoles, el Ministerio de Defensa ruso ha asegurado que ha tomado una nueva localidad en la zona fronteriza, Kindrativka, situada a unos 23 kilómetros al norte de la ciudad de Sumi. Oleg Hryhorov, jefe de la administración militar, ha afirmado este miércoles que la situación “sigue siendo compleja, dinámica, pero controlable” y ha informado de que las fuerzas de Moscú han lanzado cerca de 200 bombas aéreas guiadas sobre la región en las últimas dos semanas. “El Ejército ruso sigue bombardeando pueblos fronterizos sin descanso, golpeando viviendas residenciales, explotaciones agrícolas e infraestructuras civiles, incluso en comunidades de retaguardia”, ha dicho. Según Kastehelmi, en esta zona, los ucranianos estaban aparentemente menos preparados, y también algunas de las fuerzas que participaron en la incursión de Kursk “tuvieron que ser desplazadas a otras zonas”. “Es probable que Sumi siga siendo una dirección secundaria este verano, pero si los rusos consiguen avanzar más, poner la ciudad al alcance de drones y artillería será un problema para Ucrania. Amenazar a otra gran ciudad ucraniana también podría dar a los rusos cierta influencia en las negociaciones”. El Washington Post recoge cálculos de la inteligencia militar ucraniana, según los cuales actualmente hay 125.000 soldados rusos estacionados en la frontera con Sumi y Járkov. En ambas regiones, que Rusia no se ha anexionado a diferencia de otros territorios del sur y el este de Ucrania, las autoridades de Moscú, incluido Putin, han enmarcado sus operaciones como parte de la creación de “zonas de contención” para protegerse de ataques ucranianos. Ivan Shevtsov, un portavoz del Ejército ucraniano, ha dicho esta semana que el objetivo de las fuerzas rusas no es este, sino capturar la región por completo y ha declarado que Rusia ya se ha adentrado entre seis y siete kilómetros en territorio ucraniano en Sumi. Telón de fondo de las negociaciones El nuevo impulso ruso en el frente es el telón de fondo del incipiente proceso de negociación entre Moscú y Kiev que ha dado de momento pocos frutos más allá de acuerdos para intercambiar prisioneros de guerra. Si bien las delegaciones de ambos países se están viendo cara a cara por primera vez desde el comienzo de la invasión a gran escala bajo la presión de la Administración Trump, durante la última ronda de conversación compartieron planes para un acuerdo de paz que demuestran lo lejos que siguen estando. Mientras que Ucrania pide un alto el fuego total e incondicional antes de sentarse a negociar un tratado de paz, Rusia rechaza esta opción y exige condiciones prácticamente imposibles de asumir para el país invadido: o la retirada completa del Ejército de Volodímir Zelenski de las cuatro regiones que reclama –y en las que viven millones de personas– o una amplia lista de condiciones, entre ellas el fin del suministro de armas occidentales. “Comparar los memorandos es un ejercicio que solo ilumina la profundidad de los desacuerdos entre ambas partes”, dice a elDiario.es Pavel K. Baev, investigador del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (PRIO). “Ucrania ha modificado algo su postura, sobre todo en materia de garantías de seguridad y pertenencia a la OTAN, pero apenas hay flexibilidad en la posición de Rusia. Moscú parece actuar asumiendo que la Administración Trump no haría nada sustancial en respuesta al aparente punto muerto, y esta prueba la irritabilidad de Trump puede resultar contraproducente”. Los expertos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en inglés) creen que el memorando demuestra que Rusia “sigue empeñada en exigir nada menos que la capitulación total de Ucrania” y que seguirá persiguiendo este objetivo “mientras Putin crea” que puede derrotar a Kiev militarmente. A su juicio, la ofensiva de Sumi demuestra que Moscú “está intentando retrasar las negociaciones y prolongar la guerra para obtener ganancias adicionales en el campo de batalla”, Este miércoles, Zelenski ha calificado el documento de Rusia de “ultimátum”, en lugar de una base para la negociación. Mientras tanto, Putin ha vuelto a rechazar un posible alto el fuego en Ucrania y también ha descartado una cumbre con el líder ucraniano, entre acusaciones de apostar por el “terrorismo”. “La cúpula de Kiev ha pasado a organizar atentados terroristas”, ha dicho el presidente ruso, visiblemente enfadado. “Piden una reunión al máximo nivel. ¿Pero cómo celebrar en estas condiciones una reunión como esa? ¿Para hablar de qué? ¿Quién conversa con aquel que apuesta por el terror, con terroristas?”. Putin ha aludido al descarrilamiento de dos trenes el pasado fin de semana en las regiones fronterizas de Briansk y Kursk con siete muertos y más de un centenar de heridos, del que Moscú acusa directamente a Kiev. En cambio ha evitado hablar sobre los ataques ucranianos contra las bases de la aviación estratégica que destruyeron varios aparatos, incluido bombarderos en el marco de la operación “Telaraña”, con la que Kiev intenta demostrar que puede seguir luchando. Este martes, el servicio secreto ucraniano informó también de que había detonado explosivos de nuevo en el puente que une la península de Crimea con Rusia. El presidente de EEUU, Donald Trump, ha asegurado este miércoles que Putin le ha avisado en una nueva conversación telefónica de que responderá a los recientes ataques ucranianos. “Fue una buena conversación, pero no una que conduzca a una paz inmediata. El presidente Putin afirmó, con mucha firmeza, que tendrá que responder al reciente ataque a los aeródromos”, ha dicho. Para la analista Tatiana Stanovaya, fundadora del think tank R.Politik, los últimos ataques de Kiev solo reforzarán la determinación de Putin “de desmantelar el Estado ucraniano en su forma actual”. “Su respuesta será más dura y menos complaciente”, avanza la experta. “La Rusia de Putin está ahora aún más preparada para luchar indefinidamente, y cada vez más convencida de que está ganando y de que posee los recursos necesarios para continuar no solo hasta 2025, sino hasta bien entrado 2026 y más allá. Además, sigue habiendo un margen considerable para una mayor radicalización y escalada”. ¿A qué precio? El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) concluye en un análisis que Moscú ha pagado un coste “desmesurado” en su guerra de desgaste por haberse apoderado de menos del 1% del territorio ucraniano desde enero de 2024: el think tank recuerda que ha perdido cantidades sustanciales de equipo y recoge estimaciones que apuntan a que casi un millón de soldados rusos han muerto (250.000) o han resultado heridos en la guerra, mientras que las bajas militares ucranianas también son altas: aproximadamente 400.000 (entre 60.000 y 100.000 fallecidos). Sin embargo, estas cifras son difíciles de verificar debido a la falta de datos oficiales actualizados.

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