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Varsovia abre una biblioteca en el metro para que los viajeros dejen de lado el móvil

La Metroteka tiene como objetivo animar a la gente a leer más en un país que perdió la mayoría de sus bibliotecas durante la Segunda Guerra Mundial Boxeo, peleas de 'hooligans' y fan de Trump: quién es Karol Nawrocki, el nuevo presidente ultraconservador de Polonia El metro de Varsovia ha inaugurado la Metroteka, una biblioteca “exprés” diseñada para ofrecer un espacio cultural atractivo para que residentes y viajeros dejen los móviles a un lado y cojan un libro. También podrán disfrutar de un poco de vegetación subterránea gracias a las plantas frescas que crecen en un jardín vertical. La elegante Metroteka se inauguró la semana pasada en la estación de metro Kondratowicza (línea M2), en el barrio Targówek de Varsovia. Tiene una zona de lectura para adultos y otra para niños, además de espacio para eventos y lecturas públicas. En los 150 metros cuadrados de la biblioteca se ofrecen unos 16.000 libros, cuyo préstamo queda registrado al pasarlos por una máquina rápida de identificación por chip. Los lectores pueden devolverlos en la biblioteca o en una taquilla para libros instalada a pie de calle y disponible las 24 horas del día. La biblioteca dispone de una zona común para los visitantes que quieran estudiar o trabajar, pedir prestado un portátil con el que navegar por Internet, o simplemente relajarse después de la hora punta del metro con un café o un chocolate caliente gratuitos. En su jardín hidropónico vertical, sin tierra ni luz solar, se cultivan hierbas frescas como albahaca y orégano, y flores como pensamientos y capuchinas. El interior de la Metroteka, situada en la estación de metro Kondratowicza, en Varsovia. “Nuestro sueño es que Metroteka se convierta en un centro educativo y cultural, y no solo un lugar donde se pueden tomar prestados libros”, dice Grażyna Strzelczak-Batkowska, subdirectora de la biblioteca del barrio Targówek. La pared, añade, se utilizará para iniciar debates sobre seguridad alimentaria, sobre sostenibilidad, y sobre “cómo salvar al mundo” frente al cambio climático. Según Strzelczak-Batkowska, la peculiar ubicación de esta biblioteca subterránea tiene como fin acercarla a los viajeros ocupados, “tanto geográficamente como en términos del tiempo que se necesita para conseguir el libro”. “Siempre bromeo diciendo que los libros no son de cristal, solo hay que entrar, coger unos cuantos, pasarlos por la máquina automática de préstamo y ya está, listo para emprender una nueva aventura”, explica. En su primer día, la Metroteka prestó más de 400 libros, casi todos lecturas recomendadas para el colegio, además de guías de viaje y de “todo tipo de libros prácticos”. Bibliotecas perdidas durante la IIGM El objetivo de este innovador modelo de biblioteca es animar a los polacos a leer más. La encuesta anual de la Biblioteca Nacional de Polonia reveló que solo un 41% de la muestra leyó al menos un libro en 2024. A finales de los años noventa y principios de los 2000 este porcentaje ascendía al 50%, pero desde entonces se ha ido optando por la televisión, las plataformas de streaming y los teléfonos como formas de entretenerse. Según el director de la Biblioteca Nacional de Polonia, Tomasz Makowski, los porcentajes de lectura en Polonia son más altos que en el sur de Europa, pero más bajos que en los países nórdicos y que en la vecina República Checa. En opinión de Makowski, esto se debe en parte a razones históricas, con la pérdida del 70% de las bibliotecas durante la Segunda Guerra Mundial, Polonia tuvo “varias generaciones que no vieron a sus padres o abuelos delante de una pared llena de libros”, dice. Makowski también apunta a razones culturales, ya que “la lectura no se asocia con la edad adulta”, sino con “los colegios, los profesores, los bibliotecarios y, por lo general, las madres que leen a sus hijos”. “Abrir una biblioteca en una estación de metro es como un sueño para nosotros”, agrega, porque pone en jaque estos estereotipos sobre la lectura.  “Las bibliotecas deben ser bonitas y abiertas, acogedoras, no intimidantes”, añade. “No son un santuario, sino un lugar donde pasar el tiempo libremente, participar en debates, hacer consultas públicas, o conocer a gente”. Según Makowski, la Biblioteca Nacional ha abierto una sala de lectura ‘ruidosa’ que rompe con la tradición de mantener el silencio en estos espacios. “Nadie te calla ni te dice que te calles”, dice. “Para nuestra sorpresa, sigue siendo bastante tranquila, pero también se habla, se dan clases particulares, y se ofrecen diferentes tipos de clases”. Traducción de Francisco de Zárate.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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