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Los designios de Dios ya no son inescrutables

Los designios de Dios ya no son inescrutables
Por mucho que Rosalía nos vuelva a recordar a Simone Weil, la fe que está de moda es de corte neoliberal e individualista y desprecia la construcción de la comunidad y la atención al sufrimiento del otro del que hablaba la filósofa francesa En EEUU los empleados públicos hacen cola para recoger alimentos por el cierre del gobierno y Donald Trump ha vuelto de Asia con la idea de retomar los ensayos nucleares después de 30 años de moratoria. Los funcionarios no pueden pagar la hipoteca ni la compra y es posible que volvamos a ver explotar kilotones nucleares en desiertos o atolones pero los norteamericanos están entretenidos especulando en redes sociales sobre un supuesto affaire entre el vicepresidente JD Vance y la viuda de Charlie Kirk, Erika, las dos cabezas visibles del nacionalismo cristiano y blanco made in MAGA. El cotilleo infundado esconde una verdad: a los seguidores más fanáticos de Trump no les gusta Usha Vance, la esposa de JD, que no es blanca, rubia ni cristiana. De ahí que en los últimos días el vicepresidente haya declarado públicamente que espera que su mujer vea la luz y se convierta a la fe verdadera, esto es, la suya. Es curioso que llegues a ver a tu compañera de vida como a una salvaje necesitada de guía. Como apuntaba el experto en estilo de The New York Times, Derek Guy, los caminos del Señor están dejando de ser misteriosos y se sincronizan de manera sospechosa con los intereses personales de los populistas de derechas.  Vance se convirtió al catolicismo cuando entró en política (él mismo reconoció que cuando se licenció de los marines era ateo) y Trump, que nunca ha creído en nada que no sean sus propios intereses, ya se autopercibe un enviado de Dios, un Dios vengativo al que coloca un escalón por debajo de él mismo. La fe se ha convertido en un trato comercial: creen en Dios si Dios hace algo por ellos, como bien lo expresó Dani Alves, otro converso súbito, que ha visto arder la zarza al librarse de la cárcel. Yo, que he sido creyente buena parte de mi vida y niña de colegio de monjas, sospecho de este rebrote católico, apostólico y romano consistente en que Dios esté a nuestro servicio y no nosotros al suyo. Autoayuda espiritual y ensoñaciones paganas, como definía Chesterton a las ansias espirituales que empiezan y acaban en uno mismo. Por mucho que Rosalía nos vuelva a recordar a Simone Weil, la fe que está de moda es de corte neoliberal e individualista y desprecia la construcción de la comunidad y la atención al sufrimiento del otro del que hablaba la filósofa francesa. Prima la pertenencia a un club selecto de elegidos y se olvidan los Evangelios que no sirven para nada en este mundo malista y competitivo. Decía Chesterton que el mundo es peligroso porque el hombre no es racional ni irracional: el hombre es casi racional, pero no del todo. La vida no es ilógica, pero sí una trampa para lógicos. La búsqueda de trascendencia nos acompañará siempre pero el actual auge religioso en EEUU es en gran parte panteísmo sentimental, que ha convertido a Dios en el telón de fondo de un mundo hecho a la medida de intereses y preocupaciones particulares. Para desgracia de Vance y otros nuevos conversos, Dios, si existe, no es un vendedor de lámparas de los deseos de saldo.
eldiario
hace alrededor de 19 horas
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