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Piratas de lo público 2: la rapiña continúa

Piratas de lo público 2:  la rapiña continúa
Montoro y su equipo encarnan a la perfección eso que Joseph Stiglitz ha bautizado como el “capitalismo granuja”: todo vale para hacer negocio, especialmente hacer la ley y las trampas. Pero también revela una manera de entender el poder En noviembre de 2013 la editorial Deusto publicaba 'Piratas de lo Público', 368 páginas de datos y análisis para demostrar lo que hoy parece una evidencia, pero entonces no lo parecía tanto: que la Gran Recesión estaba siendo aprovechada por redes organizadas de burócratas corsarios para capturar y explotar la capacidad regulatoria del Estado y asaltar el núcleo duro de las políticas del bienestar; igual que antes la crisis de los ochenta fue aprovechada para tomar por asalto y repartirse el botín del sector industrial público. A la desastrosa realidad de los cuadros económicos le acompañaba un discurso neoliberal corsario donde todo era mejor que un sector público al que había que deteriorar cuestionando su fiabilidad y equidad, descapitalizar con recortes masivos y finalmente desmantelar para transferir el negocio a los operadores privados. Entonces lo de los piratas me pareció una metáfora algo atrevida, hoy me parece que se quedó corta y timorata. En ese libro ya salían el bueno de Cristóbal Montoro y su asesoría, o amiguetes como Miguel Ferré, cuadros que ahora mandan en la Comunidad de Madrid o los hermanos Nadal; también Alberto, actual superasesor económico de otro Alberto: Núñez Feijóo. Allí se contaban las regulaciones y políticas que había facilitado a los oligopolios energéticos, bancarios, de transportes o de telecomunicaciones capturar por completo la regulación y el mercado para convertirnos a los ciudadanos en rehenes que pagan cada año un precio mayor por un servicio peor. Los mismos oligopolios y empresas que han guardado silencio y pagado estos años porque resultan los principales beneficiarios de un sistema diseñado para que siempre ganen y, además, acabemos pagando también el plus de su corrupción. El siglo XXI iba a ver cómo el asalto corsario se extendía a las pensiones, a la sanidad o a la educación. Montoro y su equipo encarnan a la perfección eso que Joseph Stiglitz ha bautizado como el “capitalismo granuja”: todo vale para hacer negocio, especialmente hacer la ley y las trampas. Pero también revelan una manera de entender el poder, rastreable en el caso Gürtel, el caso Kitchen o la “policía patriótica”. Esto es suyo, lo público y el Estado les pertenecen y España entera debería darles las gracias por dejarnos disfrutarlo. Pueden disponer de lo común cuando quieran y para lo que quieran. Pueden venderlo, revenderlo, alquilarlo, cederlo, subcontratarlo o usarlo contra quien no le parezca bien o se resista. Es su derecho. Lo público sólo es bueno cuando es bueno para los negocios, los restos es lo que queda para los demás. No se trata de un lobby o de dos o de trescientos. Son bandas de piratas al asalto de lo de todos en nombre de la eficiencia, la libertad y las bajadas de impuestos. Llevan décadas saqueando lo público usando un mapa del tesoro marcado con corrupción, fraude y privatizaciones. Ya lo dijo Montoro, “que caiga España que ya la levantaremos nosotros” Si es que no hay mejor ciego que quien no quiere ver.
eldiario
hace alrededor de 12 horas
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