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Portugal convierte las farolas en cargadores eléctricos y se adelanta al reto urbano del coche eléctrico

Portugal convierte las farolas en cargadores eléctricos y se adelanta al reto urbano del coche eléctrico
Puntos de carga - Inspirada por la experiencia británica, la energética portuguesa Galp ha iniciado la transformación del alumbrado urbano en estaciones de carga, empezando por Lisboa y OportoNecesitamos más vehículos eléctricos ¿cómo lo hacemos? Las farolas no estaban pensadas para cargar coches. Iluminan calles, guían los pasos de las personas y ahuyentan sombras por la noche, pero ahora también suministran energía a vehículos eléctricos mientras sus dueños duermen. Así, lo que parecía una idea excéntrica se ha convertido en solución real en algunas ciudades europeas. Se trata de una forma ingeniosa de aprovechar infraestructuras ya instaladas sin ocupar más espacio ni disparar los costes. En un contexto donde cada enchufe cuenta, transformar el alumbrado urbano en puntos de carga puede ser una buena solución de cara a la transición ecológica. Optimizar recursos urbanos sin ocupar espacio ni disparar el gasto público Cuando Reino Unido empezó a multiplicar puntos de carga lenta en farolas, en Portugal tomaron nota. Más de 20.000 instalaciones después, los británicos habían demostrado que la fórmula podía funcionar, sobre todo en calles donde cada noche se alinean coches sin garaje esperando una recarga. En Lisboa y Oporto, donde más de la mitad de las viviendas no tienen aparcamiento privado, se enfrentan a la misma limitación. Así que la energética Galp ha decidido replicar ese modelo, convirtiéndose en el primer operador del país en poner en marcha un sistema de recarga eléctrica directamente integrado en el alumbrado público. Coche eléctrico en un punto de carga La idea no busca revolucionar el coche eléctrico, sino normalizarlo. En lugar de infraestructuras nuevas, se aprovecha lo que ya está instalado. Esto reduce costes, evita obras y libera espacio en las aceras. “Se trata de una necesidad acuciante en los grandes centros urbanos”, explicó João Diogo Marques da Silva, vicepresidente comercial de Galp, al describir el proyecto en declaraciones recogidas por El País. En ese mismo medio añadió que “en las áreas metropolitanas de Lisboa y Oporto, por ejemplo, más de la mitad de las viviendas familiares no disponen de aparcamiento o garaje, lo que significa que los puntos de recarga tendrán que ser proporcionados por la red pública a través de soluciones como ésta”. De momento, las primeras farolas con enchufe están funcionando tanto en Lisboa como en la antigua refinería de Matosinhos, en Oporto, un espacio que Galp ha reconvertido en núcleo de movilidad. Portugal duplica la cuota de eléctricos de España  Mientras se estudia su implantación en otras regiones, la compañía ya ha dejado claro su interés por seguir expandiendo esta tecnología. Su red de recarga eléctrica, con más de 5.500 puntos operativos, es la más extensa de Portugal y una de las más activas de la Península Ibérica. Las cifras ayudan a entender por qué se está apostando por este modelo. Entre enero y febrero de 2025, Portugal registró 7.211 coches eléctricos vendidos. En España, con un volumen total de ventas mucho mayor, solo se alcanzaron los 11.124. La diferencia está en la cuota: un 21,2% del mercado portugués frente al 6,8% del español. Este porcentaje sitúa al país como referencia europea, solo por detrás de Países Bajos y Bélgica entre quienes manejan un volumen de ventas alto. Las trabas regulatorias impidieron replicar en Valencia Sin embargo, en España la historia ha sido diferente. En 2021, Valencia intentó algo similar y conectó 22 farolas a una app de Iberdrola. Fue un ensayo breve. Según explicó Luisa Notario, la concejala impulsora, en declaraciones a El País, “el Servicio Territorial de Industria valenciano consideró que los puntos de recarga debían ser independientes del alumbrado público y nos obligó a separarlos”. El experimento se dio por terminado. Una estrategia más amplia para facilitar la recarga La iniciativa de recargar desde el alumbrado público no es el único frente que ha abierto la empresa portuguesa. En la estación de Alcalá de Henares, por ejemplo, ha puesto en marcha el proyecto Second Life Batteries, que reutiliza baterías de coches eléctricos para alimentar cargadores ultrarrápidos. Con este sistema, es posible cargar hasta nueve vehículos de forma simultánea y con un consumo mínimo de la red eléctrica. Cargadores de coches eléctricos. La apuesta, en todos los casos, va en la misma dirección: ofrecer soluciones prácticas, sin grandes obras ni complicaciones. Aunque la carga en farolas es lenta —alrededor de 7,4 kW—, permite recuperar hasta 400 kilómetros de autonomía si el coche permanece estacionado durante la noche. Además, el coste es otro de los factores que refuerzan el modelo. Con tarifas ajustadas, recorrer 100 kilómetros puede salir por menos de dos euros. Una cifra muy por debajo de los más de siete que supone hacerlo con gasolina. Los errores británicos muestran que el mantenimiento es Eso sí, ni en Reino Unido todo ha sido perfecto. Algunas instalaciones no han resistido las inclemencias del tiempo y los enchufes se han quedado sin corriente. Lo contaban en Híbridos y Eléctricos, donde señalaban que los fallos se deben a una mala planificación del mantenimiento más que al sistema en sí. Como todo, requiere seguimiento. Portugal sigue adelante. España, de momento, lo observa desde la distancia.

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