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Alejandro Amenábar: “En 30 años no había hecho una película de temática homosexual. Esta era la historia perfecta”

Alejandro Amenábar: “En 30 años no había hecho una película de temática homosexual. Esta era la historia perfecta”
El director, ganador del Oscar por 'Mar Adentro', estrena 'El cautivo', un filme sobre el cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel que bucea en su identidadAnatomía de una escena - ‘Romería’ por dentro: Carla Simón desvela los secretos de cuatro escenas clave de la película Alejandro Amenábar llegó al cine español como un tifón. Tenía 24 años cuando Tesis dejó a todos con la boca abierta. ¿Quién era ese chaval que ni había acabado la carrera de Comunicación Audiovisual y estaba poniendo todo patas arriba? Con su ópera prima, ya un clásico, ganó el Goya a la Mejor película y comenzó una carrera que fue subiendo hasta ganar el Oscar por Mar Adentro y tras demostrar que un director español podía rodar con estrellas y grandes producciones hechas aquí. Vivió todo muy pronto, pero a pesar del vértigo ha sabido mantener una conexión con el público, como dejaron claro los 11 millones de euros en taquilla que logró Mientras dure la guerra, la película que demostraba que la Guerra Civil seguía importando a los espectadores. Es de esos directores cuyo apellido es la marca de sus películas. La gente va al cine a ver 'una de Amenábar' y ahora se van a encontrar con El cautivo, otro título donde coge a un personaje real —en esta ocasión Miguel de Cervantes— para terminar contando una historia que bucea en la identidad sexual del escritor y que habla del poder de contar historias, algo que entronca íntimamente con el propio cineasta. La película aborda la figura de Cervantes, un personaje del que tengo la sensación que no se ha tratado mucho desde la ficción en España. Ese fue uno de los alicientes cuando abordé este proyecto. Me hacía la pregunta de por qué me metía en esto, y la pregunta realmente es al revés, por qué nadie se había metido en esta historia ni en este periodo tan particular, porque tampoco quería hacer la típica película de ‘nació, vivió y murió’. Quería centrarme en ese episodio concreto y lo que vivió en estos cinco años donde descubre su vocación, pero a la vez descubre su condición, quién es y lo que quiere ser en la vida.  Imagino que la pregunta fundamental era: ¿qué quiero contar? Porque hay mil historias dentro de Cervantes.  En el proceso de investigación encontré que había mucha conexión con mi realidad, que es la de contador de historias, porque en ese momento parece que es donde se despierta su vocación por contar historias. Y luego hay algo que está muy presente para mí en la película y en el personaje, y es que es alguien que congrega a su alrededor a un montón de personas para contarles una historia. Y eso está en la esencia de cualquier cineasta. Lo que queremos es una sala llena de gente dispuesta a escuchar lo que les quieres contar. Siempre tengo la sensación con sus películas de que, aunque hablen de Unamuno o de Cervantes, para usted hablan de algo importante y personal.  Yo siempre, cuando me hablan de una historia o de un proyecto, les digo, ‘vale, pero por qué lo quieres hacer’. Es curioso porque yo no he hecho cine basado en mi vida. Soy muy poco autobiográfico. Igual también porque lo que busco con la ficción es huir de mi propia realidad, viajar a otros sitios y a otras épocas. Pero, sin embargo, siempre la historia que cuento acaba teniendo una conexión. A veces la descubro a posteriori. Por ejemplo, Miguel de Unamuno, que es alguien con el que piensas 'qué puedo tener yo en común con él'. Pues había una conexión entre el discurso que él dio en octubre de 1936 y esas mañanas que yo paseaba sacando el perro con gente de derechas y de izquierdas, y había unas discusiones encarnizadas por la realidad de hoy.  Yo estaba estableciendo el vínculo perfectamente, porque a mí como personaje público me pedían que yo me pronunciara, que es un poco lo que se le estaba pidiendo a Unamuno. O en el personaje de Hipatia, en Ágora, que es alguien que intenta marcar la moderación en un momento tumultuoso o tempestuoso. Es algo con lo que yo me siento plenamente identificado, incluso con el personaje de Ángela en Tesis. Siempre encuentro una conexión con los personajes. La película dice que no se puede entender la obra de Cervantes sin conocer su vida. Que la obra y el autor son indisociables, como se ve en otros autores como con Lorca. Sin embargo, luego, eso de separar obra y autor sigue siendo una discusión clásica.  La experiencia de Cervantes en Argel es una experiencia que le obliga a tomar contacto con la cultura del enemigo, que era nada menos que la cultura musulmana. A él se le permitía salir de las prisiones en las que los encerraban y entra en contacto con esa cultura y de alguna manera la tienen muy presente en su inmediata obra posterior. Nada más volver de Argel escribe una obra sobre el cautiverio y luego introduzca a personajes árabes en sus obras. Yo creo que eso a él le hace entender que la naturaleza humana es mucho más compleja. Él crea la primera novela moderna, compleja, donde hay grises en los personajes, donde no son necesariamente héroes o antihéroes. Y por supuesto que eso para mí está muy asociado a esa experiencia personal.  En mi caso también, todo lo que vivo y todo lo que recibo lo manifiesto en las películas. Y luego, concretamente, porque has mencionado Lorca, la sexualidad. Hay quien intenta buscar trazos de posible homosexualidad en la obra de Cervantes. Estamos hablando de un tiempo en el que si tú manifestabas cualquier atisbo de, como llamaban a la homosexualidad, sodomía, podías ser condenado. Es imposible pensar que eso pueda estar presente en la obra. Pero como decía antes, la complejidad de los personajes, la exaltación de la amistad, en el caso del Quijote entre hombres, es algo que yo creo que tiene que haber formado parte de su vida, por supuesto. Aborda en la película esa posible homosexualidad de Cervantes, un tema que puede escocer a mucha gente, para la que hay mitos intocables de españolidad. ¿Teme la respuesta de los puristas? Las películas hay que hacerlas con prudencia, con corazón, con sentido de la responsabilidad, pero sin miedo. No puedes hacer una película con miedo. Y sobre todo cuando estoy hablando de mi propia naturaleza, de algo que conecta muy íntimamente conmigo. Llevo 30 años y no he hecho jamás una película sobre temática homosexual. Muchas veces mis amigos o periodistas me han dicho que por qué no hago una película sobre temática gay. Bueno, pues no me había llamado, y de pronto en esta historia he encontrado que explorar esta hipótesis, que no deja de ser una hipótesis, era el vehículo perfecto desde la dramaturgia. Era lo que hacía para mí la historia más bella. Explorar esa relación entre Cervantes y su captor Hassan Baja, del que hay constancia de que era homosexual o bisexual.  Entonces no podía hacerlo con miedo. Tenía que hacerlo con toda la fuerza y la honestidad. Estoy hablando de un personaje que es carismático, que es un líder, que tiene sentido del humor, que tiene luz y que además se besa con un hombre. ¿Dónde está el problema? El problema estaba en el siglo XVI, por eso Cervantes se carga la información de Argel para poder limpiar, entre comillas, su nombre. Pero el problema yo no lo tengo en el siglo XXI. Habría sido negar mi naturaleza. Y luego otro matiz del que también me voy dando cuenta con los años es que parece que tendemos a compartimentar. Somos 'homosexual', 'heterosexual' o 'bisexual', y a veces la realidad social, y nos lo está demostrando, es mucho más fluida y mucho más compleja. Una persona puede tener su pareja, sus hijos y a lo mejor ha tenido una relación homosexual o afectiva con un hombre. Quería explorar eso porque creo que esa misma fluidez que se da hoy también se daba de puertas para adentro en el siglo XVI. Tendemos a compartimentar. Somos 'homosexual', 'heterosexual' o 'bisexual' y la realidad social, y nos lo está demostrando, es mucho más fluida y mucho más compleja Alejandro Amenábar — Cineasta Me acuerdo de la que se lio en Mientras dure la guerra con la Legión por Millán-Astray… Yo ya experimenté la polémica cuando hice Mar adentro, que era una película sobre la eutanasia donde no quería centrarme en el lado legal, porque tenía la sensación de que tarde o temprano, y ha sido más tarde que temprano, iba a quedar superado. Quería abordar el tema desde un punto de vista más íntimo. Pero sí me encontré en la calle gente que me increpaba. Muchas veces son personas que ni siquiera han visto la película por su propio prejuicio, pero es algo a lo que te tienes que enfrentar como creador. Cuando estás haciendo una historia sabes que no va a agradar, y cuando estás tocando un tema más íntimo sabes que puede no agradar, pero insisto que para mí no debería haber polémica con esta película. No sé por qué puede ser tan escandaloso ver que Cervantes tiene una conexión con otro personaje. Cervantes en la película nunca te va a decir realmente lo que siente. Otra cosa es que tú lo completes como espectador y decidas si está sobreviviendo o está explorando su realidad o su naturaleza sexual. Pero para mí, en la España de ahora, no debería ser un problema. Igual dentro de unos años sí lo es. ¿Eso le da miedo? Esta película se rodó el año pasado y se muestra a la religión musulmana con un respeto increíble, y justo han pasado en Jumilla esos ataques racistas y de odio. ¿Le da miedo el futuro?, ¿cree que esta película dialoga con el presente? Yo intento con mis películas entender mi realidad, la del presente y, por qué no, la del futuro. Para mí, una película como Ágora era claramente una proyección sobre lo que yo sentía que está pasando ya en nuestra sociedad. Y la cosa de esa película es Mientras dure la guerra. Has hablado de miedo. No me gusta expresar esa palabra porque creo que no hay que levantarse con miedo. Preocupados sí, obviamente. Cómo no voy a estar preocupado con un genocidio a las puertas de casa en Gaza, con una guerra en Ucrania, con líderes que exaltan el narcisismo y la tiranía y que son votados masivamente por la gente. Todo eso me preocupa porque veo que es una rima de lo que pasó en la primera mitad del siglo XX y ya sabemos a dónde condujo. Creo que hay que seguir dando la cara y hay que luchar. Hay que luchar por aquello en lo que uno cree. Otro de los temas de la película es el poder de la ficción. Cervantes sobrevive contando historias, ¿hasta qué punto la ficción le ha salvado también a usted? Da sentido a mi vida. Eso es indiscutible. Yo empecé interesándome por la música. Por supuesto leía desde niño, pero el cine llegó a partir de cierta edad, 12, 13 años, y fue como que arrambló con todo. También fue el vértice en el que confluían mi interés por la música y mi interés por las historias. Toda mi adolescencia me ha marcado y me ha acompañado el cine. Me ha salvado del aburrimiento. Es que es lo que más me gusta. Cuando tengo tiempo libre, lo que más me gusta es sentarme con unos amigos y ver una película o irme al cine. Por eso, por encima de narrador soy, no sé si se llamaría narratario porque nunca supe lo que era narratario en la universidad, pero me encanta ver y escuchar historias. Se han cumplido 20 años del Oscar de Mar Adentro. ¿Cómo se vive algo así, ha pensado qué supuso ese momento en su carrera? El Oscar para alguien que se ha criado viendo cine de Hollywood tiene un componente icónico que es muy divertido de comprobar, porque cuando la gente viene a verme lo que quiere es ver el Oscar y hacerse una foto con el Oscar. Es un camino, el de la promoción para el Oscar, muy duro en el que tienes que estar presentando tu película y apostando por ella. Entonces en la gala eso se vive con mucha emoción porque lo has dado todo para que te den un premio. Si lo piensas es una locura. En mi caso lo que me ha guiado siempre ha sido la pasión por encontrar la buena historia y la pasión para contarla. En aquel momento probablemente podría haber dado el salto a la industria de Hollywood como lo han dado compañeros míos, por ejemplo Juan Antonio Bayona, a quien admiro mucho, pero no me sentí llamado, como dicen ellos, a “abrazar el sistema”. Lo que me guía son las historias, no los premios. Y mucho menos en ese momento. Cómo no voy a estar preocupado con un genocidio en Gaza, con una guerra en Ucrania, con líderes que exaltan el narcisismo y la tiranía y que son votados masivamente Alejandro Amenábar — Cineasta Pero imagino que sería una tentación importante. Es una decisión de carrera. Decidir si vas a abrazar el sistema o vas a seguir haciendo tus peliculitas. ¿Piensa mucho en esa decisión? No. Es muy tentador preguntarle si hay alguna que estuviera a punto de decir que sí y si dijo muchas veces que no. He dicho muchos noes. El mundo de Hollywood no va a estar persiguiéndote. Había un proyecto con Nicole Kidman sobre el que se me insistió muchísimo y que podía ser muy bueno para mi carrera y no lo vi. Luego veo trayectorias como por ejemplo Alfonso Cuarón, que es un director maravilloso, a quien respeto muchísimo, y él entró en el universo de Harry Potter dirigiendo la tercera película. Yo le pregunté que por qué la hizo y me dijo: “De entrada me pagaron muy bien, y aparte de eso, me permitió tener un conocimiento técnico extraordinario que luego me sirve para otro tipo de películas”. Luego tienes el ejemplo de Guillermo del Toro, que solía decir lo de “una para mí y otra para ellos”. Sin embargo, hizo algo que creo que es más difícil, levantar una superproducción de Hollywood como Ágora, pero hecha en la industria española. Eso en aquel momento era impensable. Si lo piensas ahora, es un disparate del que me siento muy orgulloso. Creo que es una de mis películas más injustamente valoradas, porque probablemente es mi película más profunda y donde cuento prácticamente todo lo que tengo que decir sobre la naturaleza humana y sobre nuestra sociedad. Pero lo hago en un ropaje de película histórica, pseudo de aventuras o de acción. Y como dice mi productor Fernando Bovaira, “a ver qué día se te ocurre una baratita”. Como cinéfilo he crecido casi a la par que su filmografía. Me he preguntado muchas veces cómo alguien que dirige Tesis a los 24 años y lo gana todo, sobrevive a eso. Va a sonar a perogrullada, pero con humildad. Yo de niño no era un alumno muy humilde, era un niño muy competitivo que estoy seguro que fui un incordio para muchos de mis compañeros. Pero curiosamente en mi caso se ha dado el proceso al revés. Yo quería en algún momento de mi vida ser director y tenía mis delirios de grandeza, y por supuesto que me veía ganando un Oscar. Al conseguir eso tan pronto el proceso en mi caso ha sido un proceso contrario. A eso ayuda, por supuesto, la familia y no tener a palmeros como amigos. No me gusta tener a robots que asienten y aplauden todo lo que hago, todo lo que digo. Me gusta tener gente con la que confrontar y gente que a veces te dice que por qué no te callas la boca. ¿Nunca le dio miedo que, al empezar tan pronto, se le acabaran las cosas que contar? Ese desierto creativo lo he pasado muy concretamente después de una película como Ágora, donde recuerdo que José Luis Cuerda me dijo, “a ver ahora qué cuentas”. Pero es importante tener viva la curiosidad. Alimentar esa sed de conocer cosas. ¿Qué temas le gustaría contar y siguen en la recámara? Durante mucho tiempo pensé hacer una película sobre la gestación y el golpe de Estado en Chile, en concreto el asalto al Palacio de la Moneda. Mi vida viene marcada por ese viaje que hacen mis padres 15 días antes del golpe de Estado. Pero al final acabé contando la historia del golpe de Estado en el 36 en España, que también marcó mi familia, porque mi madre, de hecho, que era de aquí, de Madrid, tuvo que acompañar a una hermana suya que salió durante la posguerra porque se había casado con un republicano y salieron para Chile. Así que al final acabé indirectamente hablando de eso. Hay cosas que me hubiera costado contar. Las que tienen que ver con mi vida. A veces digo, “voy a contar mi experiencia en los Escolapios”, y me quedo en blanco y pienso, pero a quién le va a interesar mi vida. Mi vida da para una especia de comedia romántica muy ligera. ¿No le interesa una comedia romántica ligera? Antes prefiero meterme en un musical bíblico (risas). Vídeo de la entrevista completa Vídeo: Lourdes Jiménez y Adrián Torrano
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