cupure logo
verónicaecheguiverónica echeguiquelosañosactrizlos añosporuna

Esto no es solo un festival de música: por qué cada año vuelvo al Canela Party

Cuatro días de conciertos y pinchadas en Torremolinos que culminan con una fiesta de disfraces en la que se cuelan el humor, la crítica social y la actualidad entre pelucas y cañonazos de confeti Más de 100 festivales de música cancelados, ¿se ha pinchado la burbuja? ¿Qué hacen Mariah Carey y Lana Del Rey en Torremolinos desgañitándose en un concierto de Joyce Manor? Parece el arranque de un chiste malo, pero es solo una de tantas escenas surrealistas que te regala el Canela Party, un festival de música independiente que lleva celebrándose en Málaga 17 ediciones y que ha crecido sin perder por el camino sus valores y personalidad: “Menos fondos de inversión y más fondos de diversión”, se leía en las pantallas del recinto este año. Aquello que comenzó entre amigos con conciertos y bandas malagueñas en una sala de un polígono industrial ha derivado en cuatro días intensivos con una propuesta musical fuera de los moldes del festival-experiencia, que culminan con una fiesta de disfraces en la que el verdadero espectáculo lo da el público. Este año fuimos 19.000 asistentes. Para quienes llevamos media vida yendo al Canela –mi primera vez fue en 2008–, hay escenas que se suceden el día grande que simplemente tienen sentido: un pulpo gigante con luces que se abre paso entre el público en los conciertos, pogos en los que vuelan las pelucas o disfraces colectivos con acento local que toman el pulso a la actualidad, como este de la “rebelión de las fregonas”; las protestas vecinales por la suciedad en los barrios obreros de Málaga que hablan del hartazgo frente a un modelo de ciudad vendida al turismo. Pero explícale tú a MJ Lenderman, actual niño bonito del country alternativo, quién es Terelu Campos y qué significa esa portada de Semana que dice “mi prioridad es estar viva” que alguien –puede que la misma que escribe esto– agita desde el público. O a los Tropical Fuck Storm lo de Arrabal y el milenarismo. O a Diiv, la banda neoyorquina de shoegaze, por qué Sevilla está conmocionada con la yasificación de la Virgen de la Macarena. La Virgen de la Macarena antes y después de su polémico cambio de imagen. El concurso de disfraces y los cañonazos de confeti al final de cada concierto son las señas de identidad del festival, lo que vemos en las fotos. Desde que hace cuatro años el Canela diera un salto importante en tamaño e intenciones trasladándose al Recinto Ferial de Torremolinos (con un aforo de 5.000 personas), el antiguo Twitter se muerde las uñas esperando lo que se ha convertido en una tradición reciente: el hilo con los mejores disfraces que el periodista Carlos Sánchez (@chocotuits) comparte. Este año lo encabezaba el Canela Final Boss, la versión malagueñeada del tipo más viral del verano: el Ibiza Final Boss. Bajo las pintas que han personificado el turismo de borrachera estaba el fotógrafo Edu Gómez, la persona que más veces ha ganado el premio individual a mejor disfraz, que consiste en un abono gratis para la siguiente edición. Entre sus grandes éxitos están los disfraces de dos personajes locales: Chiquito de la Calzada –patrón del festival al que se debe el nombre de los escenarios Fistro y Jarl–, que incluía dos cambios de ropa (Chiquito con la patata caliente en el Grand Prix y Brácula) y el Mocito Feliz, por el que sacrificó toda la noche sin ver conciertos para salir de fondo en cada foto del photocall. Más de uno pensó que era el auténtico. Pero no sería justo referirse al Canela simplemente como “ese festival en el que la gente se disfraza de cosas improbables”, tampoco como un festival a secas. Es evidente el trabajo que hay detrás para intentar traer a bandas y artistas que no hayamos visto ya quinientas veces en otros festivales, y muchas veces ni siquiera en salas. Incluso en ediciones como esta, con más dificultad para salir adelante. Los asientos de los autobuses Alsa de tapizado clásico, recuperados para la ocasión. Aun así, han hecho su primera parada en España este año Ecca Vandal, uno de los conciertos más potentes, con todas las chicas al frente por petición de la rapera australiana a lo Kathleen Hannah; Joyce Manor, que se lamentaron por no haber tomado en serio la sugerencia de los organizadores de salir también a tocar disfrazados; o The Get Up Kids, que hicieron su único concierto en el país para celebrar los 25 años del Something To Write Home About cerrando el tour europeo el viernes. Y otras propuestas nacionales menos mainstream con directos desbordantes como Somos La Herencia, Sal del Coche o Tatxers –todos del sello Humo Internacional, que también protagonizó algún disfraz–. “Israel estado genocida”: el Canela más reivindicativo Tras casi dos años de genocidio perpetrado por Israel en Gaza y en un verano en que muchos artistas y asistentes a festivales como el FIB, el Sónar o el Viña Rock han cancelado sus planes por estar participados por el fondo Superestruct, vinculado al fondo de capital riesgo KKR, con intereses proisraelíes; los ánimos estaban mucho más reivindicativos. Muchos artistas usaron su espacio y su altavoz para lanzar mensajes por Palestina libre. El miércoles, el festival abría con un alto y claro “Israel estado genocida” proyectado durante el concierto de los malagueños Serpiente Orión, que tiene entre sus integrantes a algunos miembros de la banda que dio origen al Canela: The Skirmish Society, el grupo de screamo que tocaba con máscaras iniciando así la tradición de los disfraces. Y el jueves fue el día de las conciencias más agitadas: las británicas Lambrini Girls lo hicieron a gritos y guitarrazos, con un “free Palestine” que aparecía tras ellas mientras tocaban, y sumando a su discurso entre canción y canción causas como la defensa de los derechos trans. Lambrini Girls en el Canela Party 2025. El dúo Bob Vylan, incorporación de última hora al cartel tras ser silenciados en Reino Unido por la BBC por incluir el siguiente mensaje en pantalla durante su concierto en Glastonbury: “Palestina libre. La ONU lo llama ‘genocidio’. La BBC lo llama ‘conflicto”, lo volvieron a proyectar y subieron una bandera palestina al escenario. Y recogieron el testigo también tanto el resto de las bandas como el público, que incluso aprovechó las posibilidad de acudir con pancartas el día de los disfraces para plantar en ellas sus proclamas pidiendo la liberación palestina. Otros festivales son posibles El Canela hace tiempo que dejó de ser una reunión de caras conocidas en el parking de la sala París 15 para ver el desfile de disfraces antes de entrar a los conciertos, pero para muchos malagueños –y cada vez más “mesetarians”– sigue siendo un momento anual de reunión, fiesta y música con los amigos. Una ocasión para ver a tus bandas favoritas en casa y descubrir otras que sigue emocionando 17 ediciones después hasta a quienes lo organizan. Tropical Fuck Storm en el Canela Party 2025. Tomándole prestado el lema a los amigos del Centolo Weekender, un festival que conserva ese mismo espíritu Canela aún en pequeñito: es algo que nació de colegas para colegas, donde el público sigue siendo el verdadero protagonista. Como diría aquella presentadora de televisión, que bien podría inspirar algún disfraz para próximas ediciones: no es lo mismo contarlo que vivirlo, así que vayan al Canela Party.
eldiario
hace alrededor de 5 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Cultura