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La Cañada Real se revindica en Cannes con ‘Ciudad sin sueño’: “Estar en el centro del cine mundial hace que sea vista”

La Cañada Real se revindica en Cannes con ‘Ciudad sin sueño’: “Estar en el centro del cine mundial hace que sea vista”
Guillermo Galoe derriba la frontera entre ficción y documental con una película que mira a la comunidad del asentamiento madrileño sin condescendencia ni miserabilismoPenélope Cruz tendrá un papel en la nueva película de los Javis, ‘La bola negra’, que protagonizará Guitarricadelafuente El día que España se fue a negro por el apagón, muchos se acordaron de la Cañada Real, donde llevan años sin electricidad ni luz. Tuvo que ocurrir una tragedia, un momento de sacudida nacional para que la gente pensara en lo que ocurre a pocos kilómetros del centro de Madrid, en un asentamiento abandonado, en los márgenes, y sin que nadie quiera hacer nada por evitarlo. Ese recuerdo repentino era casi una metáfora de lo que ha ocurrido con la Cañada, que aparece cada cierto tiempo en el foco mediático hasta que se olvidan, de nuevo, de ellos. Y así en un círculo que nunca se rompe y que les obliga a vivir en unas condiciones terribles. Aunque ya no estén en los telediarios, la gente de la Cañada Real ha llegado al Festival de Cannes —a la Semana de la Crítica— y ha reivindicado su voluntad de “querer ser vistos y oídos”. Lo han hecho a golpe de buen cine con Ciudad sin sueño, la película con la que Guillermo Galoe continúa el corto por el que ganó el Goya. Galoe desdibuja de un plumazo los límites de realidad y ficción con una propuesta que sumerge su cámara en el asentamiento y mira horizontalmente a su gente. Sin condescendencia ni prejuicios. Un ejercicio complicado del que sale triunfador. Galoe atiende a la prensa antes de irse a chequear la copia que se verá horas después en el primer pase de Ciudad sin sueño en Cannes. El día anterior pisó la alfombra roja del Gran Teatro Lumiére con los protagonistas del filme en un acto que cree que tenía algo de “esta idea de querer ser vistos, de querer ser escuchados, de decir ‘estamos aquí’”. “Para nosotros estar en el centro del cine mundial es extremadamente importante”, dice el cineasta. Guillermo Galoe mete la cámara en la Cañada Real en 'Ciudad sin sueño' La película plantea preguntas que no son las clásicas. No es una simple obra de cine social, sino que muestra la crudeza del lugar, pero también cómo esas familias querrían poder vivir con dignidad en el lugar donde llevan décadas y que el ‘ascensor social’ no signifique un desplazamiento forzoso que además lleve implícito aceptar unos códigos con los que no se sienten cómodos. Una pérdida de su identidad y sus raíces, que ven cómo poco a poco desaparecen. La idea de la película era “meterse dentro de la piel”. “Nos interesaba algo más que solo hablar de un espacio y de un contexto sociopolítico. Ver cómo ese contexto sociopolítico afecta en lo íntimo. Son personajes que podían haber ocupado tramas y tropos de películas de género, de wéstern o de noir, y están en ese espacio. Nos interesa ver cómo se sienten, cómo se enfrentan al desvanecimiento del mundo en el que viven. Nos interesaba la idea del fin de la comunidad”, dice el director que reivindica “la ternura de los afectos y de los contactos de la comunidad real”. Eso corría un riesgo y era la romantización de la Cañada Real, algo que rechaza de pleno. La idea era mirar a estos adolescentes que graban todo con su móvil a los ojos de forma frontal. A través de sus teléfonos vemos su comunidad como la ven ellos (o con filtros de colores). Dos jóvenes que saben que se separarán dentro de poco y que empiezan a entender las normas que rigen la realidad. Galoe lo hace con “una ambición estética y política”. Un protagonista que es “un niño que está a un paso de convertirse radicalmente en un adulto y sin una transición suave”. En la Cañada hay una comunidad, y al desalojarles estás desmembrando esos vínculos. Es una especie de desplazamiento físico sin otorgar posibilidades de cambio Guillermo Galoe — Cineasta En la mirada de Toni, el protagonista, encuentra una “libre de prejuicios” y junto a él, el espectador realizará su mismo viaje. Hay en el abuelo de Toni un personaje que Galoe define como “quijotesco y romántico”, que ve en su forma de vivir en la Cañada una libertad inalcanzable en el mundo actual en otro sitio. “A mí me parece bonito, pero también entiendo a la madre de Toni, cuando le dice al abuelo, ‘ya, pero es que realmente nuestros niños crecen sin luz, sin espacios culturales, sin agua, sin las necesidades básicas’”, explica planteando una de las dudas que el filme pone en el centro de su relato. Ciudad sin sueño habla de esa posibilidad de la familia, gitana, de salir de allí, pero a ellos la Cañada “les ha dado una seguridad siempre”. “La comunidad gitana ha sido discriminada durante siglos en este país, casi desde que llegaron. Debemos de ser muy conscientes de eso. De esa herencia discriminatoria. Hay que luchar contra el racismo y hay que luchar contra el antigitanismo que sigue vigente en esta sociedad. A ellos siempre se les pide que den algo a cambio. Después de haberles discriminado les obligas a que vivan como nosotros. Como el centro piensa que se ha de vivir. ¿Es coherente eso? Es una pregunta difícil, casi sin respuesta”, duda Guillermo Galoe. Toni, el adolescente a través del que vemos la Cañada Real en 'Ciudad sin sueño' A pesar de ser una cuestión complicada, también plantea una solución que nadie suele tomar: “He visto barrios obreros que se han reconstruido. Pero claro, son proyectos urbanísticos y arquitectónicos de cierta dimensión que requieren esfuerzos y ganas. Lo que está pasando en Cañada es que hay una comunidad, hay una herencia, una arraigo de barrio. Y al desalojar eso estás desmembrando esos vínculos. Es una especie de desplazamiento físico, una reubicación sin otorgar posibilidades de cambio generacional. Eso es lo que a mí me rompe por dentro. Ver que a los actores de mi peli les va a costar mucho tener todas las posibilidades para poder tranquilamente ir a estudiar todos los días”. Confía en el cine “para romper esa barrera y estar cerca de ellos”. “Volviendo al tema de los afectos y lo importante de la ternura, yo creo que eso lo puede hacer el cine y espero que de alguna forma con esta película, igual que con todo el trabajo que hemos hecho durante todos estos seis años, quede retratado. Un mundo que ha sido invisible durante muchas décadas y que para los que vienen después pueda realmente tener respuestas o tener otro tipo de políticas sociales. Sé que es muy difícil que el cine vaya a cambiar nada. Como me dijo Pepe Mujica, el cine no puede cambiar el mundo, el mundo lo cambia la gente. La gente que ve películas, que va al teatro, que lee libros…”.
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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