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La nueva temporada de ‘South Park’ se erige como la voz más irreverente anti-Trump sin ningún tipo de filtro

La nueva temporada de ‘South Park’ se erige como la voz más irreverente anti-Trump sin ningún tipo de filtro
La serie, creada por Matt Stone y Trey Parker en 1997, ha estrenado este verano sus nuevos episodios, en los que se burlan del presidente de Estados Unidos o incluso de Paramount+, empresa que se ha hecho con los derechos de emisiónEstreno de cine - Carla Simón reconstruye su memoria familiar y la de toda una generación en la hermosa y fascinante ‘Romería’ La escena es llamativa de inicio a fin: Donald Trump, con una cabeza fotográfica real sobre un cuerpo animado, se encuentra en la cama con Satanás tras haber amenazado al primer ministro de Canadá con bombardear el país al igual que hizo con Irán —que confunde con Irak—, y trata de convencer al diablo para que lo satisfaga sexualmente. Es entonces cuando Satanás recrimina al presidente de Estados Unidos no haber estado trabajando como él mismo asegura, sino haciendo memes y el tonto. Todo acaba con una bofetada de Trump al diablo cuando este le dice que apenas puede ver su pene debido a su tamaño. La secuencia, que impacta por su burla sin filtros, pertenece a la última temporada de South Park, la serie más mediática de este verano. Creada por Matt Stone y Trey Parker en 1997, South Park se ha convertido en una de las producciones de comedia más vistas de todos los tiempos, y su fórmula de humor sin concesiones ha demostrado seguir siendo una fuerza cultural capaz de dominar la televisión desde el estreno de sus nuevos episodios a finales de julio. Cada semana, la entrega de la serie consigue trascender la propia pantalla, acaparando titulares en los medios de comunicación. Su larga experiencia arremetiendo contra todo a partir de una sátira extrema le ha permitido posicionarse como una de las voces más irreverentes en la crítica de la política moderna, haciéndose con una popularidad que le ha conferido una independencia total sea cual sea la cadena que lo emita. Tanto es así que, pese a que Paramount tomase la decisión de pagar a Donald Trump 16 millones de dólares en vez de enfrentarse a él en un juicio que muchos esperaban que Paramount ganara, con la intención de mejorar su relación con Trump, la multinacional no ha podido evitar que South Park haya metido a Trump en la cama con el mismísimo Satanás. La independencia de la serie es tanto un fenómeno creativo como un hito de negocios. Los fundadores firmaron un acuerdo de 1.500 millones de dólares con la plataforma Paramount+ en 2025, y, solo un día después de que se anunciara el trato, emitieron el primer episodio de la nueva temporada, en el que representan a Trump con un “micropene” acostándose con Satanás para criticar la administración del presidente. La decisión no fue casualidad: es probable que los creadores utilizaran el valor que la cadena ha invertido en ellos como una demostración de poder. Mientras que Stephen Colbert anunció que la CBS fulminaría en 2026 su late night poco después de que el locutor criticara un acuerdo de la cadena con Trump, Paramount+ no puede censurar South Park o ceder ante la presión de la Casa Blanca dado el enorme capital invertido. De esta forma, Parker y Stone utilizan su poder para consolidar una autonomía que va más allá de un simple contrato. Sin embargo, Nicolás Grijalba, periodista y profesor de Historia del Cine de la Universidad Nebrija, apunta que “esta simbiosis entre creadores de la serie y cadena de televisión —Comedy Central— es un juego perfecto para ambos”. El experto alega que el beneficio de sus creadores llega, tal y como negociaron, porque logran su independencia creativa, mientras que la cadena que emite la serie consigue hacer llegar a la gente la idea de que justo en ese canal las risas no entienden de límites: “En el fondo es una vieja estrategia: te dejamos que remuevas el avispero cuantas veces quieras y como tú quieras, y a cambio nosotros monetizamos una serie polémica, divertida, también entrañable, en cierta manera”, analiza Grijalba, que agrega que “el humor que presenta South Park está construido a partir de recursos narrativos como son la exageración, lo grotesco y una cierta ambigüedad corrosiva que no deja indiferente a nadie”. Esta es, además, la primera vez que la serie introduce directamente la “cara real” de Trump. La primera gran encarnación de la sátira de Trump se manifestó a través de la evolución del personaje de Mr. Garrison. Durante el ciclo electoral de 2015 y 2016, South Park usó a Herbert Garrison —un personaje ya existente— como representación de Donald Trump. La historia del personaje se volvió la historia de la campaña y la presidencia, en lugar de introducir directamente la cara real de Trump en la serie. Usar un personaje ya conocido permite construir una trama serializada, siguiendo conflictos internos y jugando con las capas de sátira características sin cambiar la mitología de la serie. Una crítica mordaz que ha agitado la Casa Blanca A diferencia de las temporadas anteriores, en las que Garrison actuaba como Trump, los más recientes episodios sí muestran a un Donald Trump animado de manera explícita, optando por una caricatura directa. Lo hacen con un estilo intencionadamente grotesco que remite a otras representaciones, como la del político y dictador iraquí Sadam Husein en la película o en capítulos antiguos. Roberto Rubio Ramírez, periodista chileno que ha analizado la serie en su web Lecturas Críticas, afirma a elDiario.es que “la evolución de los 'objetos de burla' de South Park es bastante interesante a través de los años”, recalcando que ha habido giros hacia lo vertical y lo horizontal. Las primeras diez temporadas son descritas como “verticales” por el experto, pues la serie se ríe de figuras autoritarias como Sadam Husein, la Iglesia Católica, Jesús u Obama. Más adelante, entre 2016 y 2020, hay un giro hacia lo “horizontal”, donde la burla se centra en las relaciones entre los personajes, las políticas identitarias, el mundo digital y las redes sociales o el movimiento Black Lives Matter. Este año, South Park ha vuelto a apuntar hacia arriba, caracterizando a Trump como Sadam Husein o con el regreso de Jesús y Satán como personajes. “Hay un retroceso interesante ahí, no porque la serie se haya quedado sin ideas, sino porque el mundo mismo parece estar dando una vuelta extraña”, señala el periodista. Para él, el “recurso más inteligente” de la serie esta temporada es el de mostrar a Trump con un pene pequeñísimo: “A las fuerzas autoritarias probablemente no les importa si criticas sus medidas o si las evidencias como autoritarias, pero sí las pones en tensión cuando usas la vergüenza como recurso para humillarlas. Es un golpe al ego mucho más sutil y al mismo tiempo absurdo, lo cual es el estilo característico de South Park”. Tras la emisión del primer episodio de la temporada, la Casa Blanca declaró que “este programa no ha sido relevante en más de 20 años y apenas se sostiene con ideas poco inspiradas en un intento desesperado por llamar la atención”. La regla de los seis días El proceso de los seis días es una de las principales razones detrás de la longevidad y relevancia de South Park. Este método de producción, que se muestra en el documental 6 Days to Air (2011) de Arthur Bradford, permite que un episodio de 22 minutos se complete tan solo unas horas antes de su emisión en Comedy Central. El ciclo comienza un jueves con la ideación de la trama, continúa con la grabación de voces y la animación, y finaliza el miércoles por la mañana con la unión final de audio e imagen, antes de ser enviado para su emisión. Para el periodista Jose Humanes, redactor jefe en la revista de cine y series Ciempies Magazine, esto es lo que la hace diferente y donde reside su componente crítico. “Al hacerlo semana tras semana, están al tanto de la actualidad”, alega Humanes. “Es un fenómeno que seguirá funcionando, y aunque es cierto que el desgaste ya se nota, mientras haya gente que esté al poder y que esté mal de la cabeza, estará ahí para criticarlo”, añade. En el primer capítulo de la nueva temporada destaca el uso del deepfake, otra muestra de que la serie juega con el tiempo vivo del presente, como indica Rubio Ramírez: “Más allá de la sátira a Trump, me parece representativa la frase de esta temporada que dice 'Estamos en 2025, ya casi nada es ilegal'. Es un poco distópica, pero cuando uno ve los cambios por los que ha pasado South Park (y el mundo real, en todo caso), nos damos cuenta de que las figuras suben y caen, lo importante es no quitarles el ojo de encima y reírse en la medida de lo posible”. En la nueva temporada, Jesús regresa para cumplir los deseos del presidente de devolver el cristianismo a la educación, e insta a todos a no molestar más a Trump. “Ya vieron lo que le pasó a la CBS”, susurra. “¿De verdad quieren acabar como Colbert? Cállense o nos cancelarán. Si alguien tiene el poder de la presidencia y también el poder de demandar y aceptar sobornos, entonces puede hacer lo que quiera con cualquiera”, ironiza sin filtro alguno. Pese a ello, el experto Nicolás Grijalba no está tan seguro de que los productos culturales de este tipo funcionen para cambiar la opinión pública: “Vivimos en sociedades muy polarizadas, muy esquemáticas, y en cada trinchera ten por seguro que si el líder de turno te dice que por el ‘bien de todos’ debes comerte a tu hijo cual Saturno, una gran parte de ellos ya estarían salpimentando a sus vástagos”. Dada su proyección, y la milmillonaria fortuna que ha generado la serie, es evidente que su éxito no parece tener fin inmediato. “Aunque nos pique un poco, o un mucho, depende del tema que se trate, estamos necesitados de humor irreverente, de sátira social y/o política envuelta en grosería, y en eso South Park siguen siendo los reyes”, enfatiza Grijalba. “Sus creadores han sabido combinar con sabiduría tres cosas: plena actualidad y adaptación al contexto contemporáneo, una visión de la vida grotesca e inmisericorde para todos, de un lado y de otro, y una puesta en escena en animación sencilla, muy reconocible y ‘cutremente’ esquemática”, explica. Asimismo, Roberto Rubio Ramírez atañe el éxito y la vigencia de la serie durante casi 30 años a que ha dominado la sátira “con un nivel de maestría que se ve poco en televisión”: “Nunca han parado de reírse de maneras muy inteligentes de todos los sectores políticos, instituciones, fenómenos culturales o de la idiosincrasia estadounidense”. Además, los guiones de cada capítulo están escritos para subvertir las expectativas de la trama, haciendo comentarios críticos y consiguiendo que el espectador empatice con personajes que, o son niños, o están vistos desde el punto de vista de un niño. “A eso se le suma que han sabido adaptar el estilo de animación a las nuevas tecnologías”, afirma el periodista. Por su lado, Nicolás Grijalba apunta que, si se piensa bien, sale una sonrisa sardónica en la cara: “¿No se parece algo el mundo de hoy a ese universo imposible de los South Park?”.
eldiario
hace alrededor de 8 horas
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