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Miss Beige, la artista del color plano y martillo en bolso, recibe su primera retrospectiva en el museo más rococó de Madrid

Miss Beige, la artista del color plano y martillo en bolso, recibe su primera retrospectiva en el museo más rococó de Madrid
En el marco de PHotoEspaña, el Museo Cerralbo, y como parte de las actividades de su centenario, acoge la muestra 'Hay que saber estar': "Lo divertido fue ver cómo incomoda al patriarcado una señora que no habla, es como la revancha perfecta", explica la 'performer' Ana Esmith sobre su personajeLos Javis homenajean a Pedro Almodóvar con una carta de amor para su maestro Fue hace diez años, en 2015, cuando Ana Esmith (Madrid, 1976), una licenciada en periodismo y diplomada en arte dramático, que había vuelto a Madrid después de 15 años viviendo en Londres, decidió enfundarse en aquel traje de color beige que había encontrado por un euro en el Rastro y salir con él a la calle: “Llegué a casa y empecé a tirar de fondo de armario. Tenía mis guantes, un bolso beige, y de repente me lo puse todo. Me miré al espejo y dije: pues creo que esto es bastante interesante”. Ahora, una década después, su alter ego Miss Beige es ya una figura icónica del arte contemporáneo, hasta el punto de que PhotoEspaña le dedica una exposición retrospectiva. Incluida dentro de las celebraciones del centenario del Museo Cerralbo, la exposición que se titula Hay que saber estar permanecerá abierta hasta el 7 de septiembre. El título, muy en la línea del humor de Miss Beige, alude precisamente a la posición de cada uno en el mundo: “Es un alegato al estar, porque si no estás no existes”, explica, aunque dejando abierta la posibilidad de otras interpretaciones. Lo que sí ha hecho Miss Beige en todo este tiempo ha sido reivindicar un hueco en el mundo, y lo ha hecho siempre con la misma vestimenta: el mítico vestido, guantes, zapatos y bolso del que sobresale un martillo, en silencio y con la misma expresión ceñuda que no busca agradar a nadie. “De lo que más orgullosa me siento es que Miss Beige no ha cambiado nada en estos años, ha permanecido igual desde el primer día”, dice. “Una mujer siempre es juzgada por la ropa que lleva. Siempre se habla de su cuerpo y de su vestimenta, así que este me parecía un buen alegato. Lo divertido fue ver cómo incomoda al patriarcado una señora que no habla, es como la revancha perfecta”. La revolución del beige Cada aparición se convierte en un acto político: Miss Beige se instala donde nadie espera encontrar a una mujer, y menos aún a una señora vestida de beige y con cara de malas pulgas. “Lo bueno precisamente de Miss Beige es que nadie espera de ella la revolución, pero la está provocando”, explica la artista. Con su simple presencia, cuestiona los espacios simbólicos de la sociedad y reclama un lugar en las dinámicas invisibles que actúan en el sistema. Se la puede ver introduciéndose en cualquier imagen: formando parte de un cuadro del Museo del Prado —observado convenientemente por la Reina Letizia—, posando como si fuera la presidenta de la Comunidad de Madrid con una foto de Lola Flores presidiendo la escena o colgando de los testículos del toro de Osborne junto a la autopista. Miss Beige en el Museo Cerralbo Y todo lo hace vistiendo un color aparentemente anodino, el beige, al que eleva al estatus de color reivindicativo y que como ella misma reconoce, es un acto original en toda la historia del arte: “El beige me parecía un color interesante porque no tenía ninguna connotación a priori, era un color que había estado siempre en los márgenes”. La conquista del espacio público Miss Beige nació para incomodar, sí, pero también para posicionarse, y así lo recalcan sus intervenciones públicas —que navegan entre la realidad y la ficción—y en las que el componente de lucha de clases está siempre presente, como cuando acudió a la feria ARCO con una mochila de repartidor de Glovo. Precisamente su presencia en el espacio público, en el que la vemos simplemente estar, sin ceder ni transigir, subraya los detalles a su alrededor y cambia nuestra percepción. Miss Beige recorre su propia exposición “Lo bueno de utilizar el espacio público es que en las calles sí podemos encontrarnos todos y, ese cruce de gente de toda clase social no va a ocurrir en un restaurante, por ejemplo, porque no nos podemos permitir los mismos precios”, explica Ana Esmith. Miss Beige encarna la resistencia simbólica frente a la creciente mercantilización de lo común, algo de especial relevancia en un momento en el que el espacio público se está supeditando a intereses comerciales. Detalles de la exposición de Miss Beige en el Museo Cerralbo Detalles de la exposición de Miss Beige en el Museo Cerralbo “Me interesa esa igualdad porque todos pertenecemos en ese espacio, y es importantísimo ocuparlo. Porque luego nos ocurre como en la pandemia cuando nos dimos cuenta de la importancia de encontrarnos los unos a los otros por la calle”, dice la artista. “En casi todas mis performances, lo que veo es que el ser humano busca la empatía con el otro, pero vamos, a los dos segundos”, añade. Curiosamente la misma lógica se aplica a ese segundo espacio público que son las redes sociales como Instagram, en las que Miss Beige triunfa sin plegarse al canon que predomina en la plataforma. Con una imagen carente de filtros, casi cruda, inherentemente cómica, destaca por lo sencillo y potente de su propuesta. Un 'La la land' de Usera En las dos salas que conforman la exposición, se pueden encontrar una galería de fotos con imágenes de estos últimos diez años, entre las que destaca un autorretrato con el director John Waters inspirado en el famoso cuadro American Gothic de Grant Wood, recortes de periódicos en la que se la proclama una nueva Robin Hood y algunos artefactos icónicos pertenecientes a sus performances, desde unas figurillas de boda en la que al novio le falta la cabeza, hasta sus emblemáticos accesorios, como los zapatos y guantes beige o el martillo. La mochila de Glovo en un rincón del Cerralbo Además de estas piezas, la exposición incluye unas fotos realizadas exclusivamente para esta misma, y que sorprenden al espectador por su fuerza. En ellas, podemos ver una capilla rodeada de boato en el que destaca en el centro una mochila de Glovo; un Zurbarán al que se pasa el polvo con un plumero; a Miss Beige detrás de la puerta de madera y rodeada de armaduras. Todas son imágenes que contrastan el poder y la riqueza que el Museo Cerralbo guarda entre sus paredes con la vida diaria que se asoma fuera. Miss Beige en el Cerralbo En este conjunto, destaca el poderío visual de una de las fotos, en la que Miss Beige aparece con una pancarta que dice “Derecho a techo” en medio del salón de baile del museo. “Estuve el domingo en la manifestación de Madrid por la vivienda y el lunes yo iba al Museo Cerralbo a hacer fotos, entonces decidí llevarme la pancarta conmigo y ver qué pasaba. Colocarme allí con ella crea una llamada de atención. Porque es mucho más fuerte que la imagen de esa misma pancarta en la calle”, explica la artista. Limpiando el polvo a un Zurbarán En otra de las piezas centrales de la exposición, podemos ver en una tele en blanco y negro, sentados en un sofá de aspecto aristocrático, un corto en el que Ana Esmith baila como si estuviera en un musical, en un arrebato de fantasía. “Es un homenaje a Hollywood y a como nos ha hecho soñar”, señala. “Se grabó desde el Cinema Usera como una reivindicación del cine de barrio, con Usera de fondo, me parecía interesante ser la protagonista de mi propio La La Land”. El corto pone el foco en el cine que crearon los vecinos de Usera en 2014 y donde veían sus películas, hasta que en 2021 el Ayuntamiento de Madrid decidió tomar las riendas, y abandonarlo posteriormente. “Me apetecía poner en el centro otro tipo de imágenes, porque a los barrios siempre se les asocia con la marginación, con esas imágenes clasistas y este proyecto, sin embargo, me parecía muy romántico, ¿qué pasa cuándo eres de barrio? ¿no puedes soñar?” se pregunta la artista.
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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