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La Ryder Cup volverá a España 34 años después

Puede que veinte años no sean nada, como canta el tango, pero en el mundo del golf se antojan muchísimos. Por eso España trató de organizar las Ryder Cup de 2018 y 2022, cuando se cumplía aproximadamente ese espacio de tiempo desde la edición de Valderrama. Ese torneo fue el momento de inflexión para el desarrollo del golf nacional y se quería aprovechar su rebufo, pues sirvió de motivación para la inauguración de nuevos campos y crecimiento del número de jugadores. De hecho, el propio Jon Rahm reconoce que él es golfista gracias a este evento, pues a raíz de él sus padres se aficionaron y luego se enganchó con ellos. Para las dos citas mencionadas se postularon entonces diversas opciones, con mayor protagonismo de Madrid, en dos ocasiones, y Gerona. Pero como sucedió con las apuestas olímpicas, los intereses políticos tuvieron más peso que los deportivos y París, primero, y Roma, después, se llevaron el gato al agua. Como reconocían en privado los dirigentes del Circuito Europeo, las opciones hispanas les habían gustado más por el apoyo constante que habían recibido en el pasado a la hora de organizar torneos, pero les pudieron las presiones internacionales. De ahí que, olvidados los motivos sentimentales, desde la Federación Española decidieron seguir trabajando en silencio con la esperanza de poder albergar en alguna otra ocasión este importantísimo acto (con 600 millones de televidentes es el tercero con más repercusión después de los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol). Y, en vista de las fechas disponibles (ya estaba concedida la de Irlanda en 2027), había que centrar los esfuerzos en la de 2031. Los datos económicos eran incontestables: 250.000 visitantes en la semana de la competición y mil millones de euros de retorno directo en la zona. De ahí que las instituciones públicas y la propia sede elegida (esta vez no hubo peleas intestinas y se decidió que fuera Camiral, el antiguo PGA de Cataluña), empezaron a buscar la manera de soportar la inversión solicitada (140 millones de euros). Y se pusieron manos a la obra para lograr los acuerdos que hicieran posible el milagro. El Gobierno español (a través del Consejo Superior de Deportes) dedicó un millón y medio a este proyecto y la declaración de 'acontecimiento de excepcional interés público', lo que permitiría a las empresas privadas invertir en él con importantes ventajas fiscales; el catalán es el que más que tenía que soportar (120), la mayor parte en infraestructuras para la mejora de las comunicaciones, y el propio resort (de capital irlandés), se encargaría del resto con diversos apoyos locales. Las negociaciones han sido lentas y duras (sobre todo en los últimos tiempos por las tensiones existentes entre los mandatarios en Madrid y Barcelona), pero al final ha habido acuerdo en pos del bien del deporte. Y al sonido de la pela. Según el ejemplo más reciente de la edición romana, el impacto económico superará los 1.160 millones, con un retorno directo de 570 millones durante la semana del torneo y otros 590 millones a medio plazo gracias al turismo de golf. Con estos números es difícil quedarse al margen por muy sectario que se sea. Con el acuerdo confirmado este martes, la Ryder Cup 2031 volverá de nuevo a España y el recorrido gerundense, diseñado por Ángel Gallardo para la mítica edición de 1997 que al final recaló en Valderrama, será al fin el foco de atención del deporte mundial. Y los aficionados tendrán la posibilidad de ver ejercer a Rahm la función de liderazgo que tuvo el recordado Seve en su momento y así cerrar un círculo mágico.
abc.es
hace alrededor de 10 horas
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