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Un Alcaraz superior apabulla a Fils y jugará la final del Conde de Godó

Este Carlos Alcaraz del Conde de Godó se divierte como en sus mejores momentos. Luce un tenis limpio, sólido y por momentos estupendo con el que maniata en la semifinal a Arthur Fils, que le exigió mucho la semana pasada en Montecarlo, pero que en Barcelona no puede ni acercarse a la rotunda convicción con la que Alcaraz se ha paseado por aquí. Derechas, dejadas y mucho orden para jugar este domingo la final del Conde de Godó ante Holger Rune. Se cruzaba Alcaraz con Fils, que ya está pegando con fuerza en las alturas y lo puso en muchísimos aprietos en Montecarlo. Tiene un año menos que el murciano (este cumplirá 22 el 5 de mayo; el francés, 21, el 12 de junio), y todavía su historial no se puede ni comparar, pero por tenis, nivel, mano, potencia y cordura, parecen cortados por un molde parecido. De ahí que los últimos choques hayan sido de buena catadura. De estos duelos con alternativas porque los dos manejan con soltura y holgura las velocidades, pero también las alturas y otros recursos más terrenales como las dejadas. En Montecarlo, el francés se vio favorecido por uno de esos días algo grises que tuvo el murciano, y lo supo aprovechar hasta que Alcaraz se despertó, subió el nivel y presionó las dudas de Fils. En Barcelona, el español camina más ordenado, más acertado a la hora de elegir los golpes y algo más liviano de peso de expectativas. Liberado con el Masters 1.000 de Montecarlo, en el Conde de Godó ha sufrido menos contra sí mismo y contra los rivales. También ante Fils. Si en el torneo monegasco al francés le pesó mantener en el tiempo el gran nivel desplegado en la primera hora de juego, en Barcelona fueron las prisas lo que le pusieron una zancadilla en el tercer juego. Demasiada precipitación propia de quien sabe que puede estar cerca de ganar a todo un Alcaraz que se unió a una doble falta porque todavía le quedan enteros para mejorar el saque. La rotura despejó al murciano, que se mostró con cautela ante lo que sabe que será un choque complicado, pero que se envalentonó con marcador a favor. Fuera remilgos y bienvenidas las derechas supersónicas, las dejadas a milímetros de la red, la concentración en cada oportunidad y un estupendo dominio del viento que soplaba en la pista Rafa Nadal. Un cóctel que puso en juego para agarrar la segunda rotura del primer set. Un cóctel que celebró la grada y también el tenista, sonrisa en ristre y afirmación hacia el palco. Este no es el Fils de Montecarlo, lleno de errores, pero sobre todo no es el Alcaraz de Montecarlo. Sino uno que vuela en casa, concentrado, sólido, sin despistes y divirtiéndose. Incluso cuando afrontó la bola de 'break' en el quinto juego. Fueron errores suyos, los admitió y los revirtió. Nada que temer. Todo de nuevo bajo control y el primer set a su zurrón por la vía rápida. La dinámica no se alteró demasiado en el segundo capítulo. Porque marchaba Alcaraz en una nube de efectividad, seguridad y genialidad que le sirvió para tener a Fils a raya. El francés quedó enterrado en mil dudas y errores, por los que le forzaba a hacer el murciano y por los que las prisas y la rabia le hacían cometer por sí mismo. Mientras, Alcaraz se divertía de lo lindo, excelso con la derecha porque, suelto como estaba, se dedicó a golpear con esa aceleración única que parece impregnar fuego a cada pelota. Como si jugara solo, aunque le dijeran desde su banquillo, lleno de bromas, que se mantuviera tranquilo y firme, el murciano desplegó su mejor arsenal, esa versión a la que acostumbró al personal desde su llegada al circuito de que todo lo que tocaba lo convertía en punto de levantarse del asiento. Es verdad que le cuesta al murciano encontrar ese estado de gracia, pero cuando lo encuentra, es muy difícil sacarlo de ahí. Fils lo tuvo imposible. Aunque se empeñara en seguir en el partido, más por orgullo que por tenis, obnubilado con las diabluras del rival, que lo atrapó incluso con un resto a lo Federer, altísimo y que cayó muy cerca de la cinta y que el francés alcanzó pero tocando la red en el intento. Punto para Alcaraz. Le duran cada vez menos las sonrisas a Alcaraz, no porque le lleguen los malos momentos sino porque ha entendido que concentrado siempre sale todo mucho mejor. Aguantaba el francés a trompicones de juego mientras el suyo seguía siendo ágil, liviano, acertado. En blanco logró poner el 5-3, gracias a la derecha y, cómo no, a una dejada a la que renunció Fils, agotado de ideas y de piernas ante el estupendo nivelazo en el que se había instalado el murciano desde esa primera rotura en el primer set. Incluso peleó terminar el choque al resto, tembló el francés, pero logró estar unos minutos más en pista. Solo unos pocos más, los que le permitió Alcaraz, enredado en su juego por el partido con dos dobles faltas que le volvieron a sacar una sonrisa. Tan cerca y aún tuvo que sacar algún truco más. Pero solo era cuestión de eso, de un poco de magia más, porque este Alcaraz es el de aquellos tiempos en los que todo pasaba por él: las dudas, las desconexiones, y también la potencia, la derecha, el control, las alegrías, las finales. Este domingo, este Alcaraz ordenado, efectivo, resolutivo y firme juega por su tercer título del año, su tercer Conde de Godó, ante Holger Rune.

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