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Claves de las elecciones en Rumanía: cómo y por qué perdió el candidato ultranacionalista tras arrasar en la primera vuelta

Nicusor Dan, ganador de los comicios presidenciales, ha protagonizado una remontada fulminante gracias una movilización ciudadana sin precedentes, especialmente en las grandes ciudades, y a los errores de su rival, el ultra George SimionPERFIL - Nicusor Dan, el matemático que declaró la guerra a la “mafia inmobiliaria” y que ha vencido a la extrema derecha en Rumanía Las elecciones presidenciales en Rumanía han concluido con un giro inesperado: la sorprendente victoria del independiente Nicusor Dan, un matemático convertido en activista y actual alcalde de Bucarest, votado por el 53,6% de los ciudadanos, frente al candidato de extrema derecha George Simion, líder del partido ultranacionalista AUR, que obtuvo el 46,4%. Simion es una figura profundamente controvertida, conocida por su pasado como agitador, exactivista radical y antiguo ultra de fútbol, que ha sabido utilizar plataformas como TikTok para canalizar hábilmente el descontento de una parte importante de la población hacia las élites políticas, con un discurso que mezcla el catastrofismo con un mesianismo salvador. La diferencia entre ambos en la primera vuelta fue abismal: Simion obtuvo el 40,96% de los votos, mientras que Dan apenas alcanzó el 20,99%. Todo apuntaba a una victoria cómoda del populismo autoritario. Sin embargo, contra todo pronóstico, Nicusor Dan logró imponerse en la segunda vuelta. ¿Cómo ha sido posible esta remontada fulminante, teniendo en cuenta que Dan carece de grandes dotes retóricas o de carisma personal? Dos causas principales explican este giro electoral. En primer lugar, se produjo una movilización ciudadana sin precedentes, con una participación del 64,72%, mucho mayor que en la primera vuelta, especialmente en las grandes ciudades. Esta ola de compromiso cívico benefició claramente a Dan, un candidato proeuropeo y demócrata, favorecido por un electorado urbano y por las clases medias, temerosas del avance del autoritarismo. En segundo lugar, Simion cometió errores garrafales durante la campaña electoral, probablemente fruto de la hybris que le generaba saberse favorito. Durante una entrevista, reconoció que su activa campaña nacional para ofrecer “casas baratas por 35.000 euros” fue simplemente una estrategia de marketing. Declaró también su intención de reducir en medio millón el número de empleados públicos, una cifra importante para un país con poco más de 19 millones de habitantes. Asimismo, agradeció públicamente a Estados Unidos la reintroducción de visados para los rumanos, una declaración desconcertante que generó una ola de indignación. Un país fracturado A pesar de la importancia de esta victoria democrática, no hay lugar para el triunfalismo. La sociedad rumana sale de estas elecciones profundamente polarizada. Por un lado, los votantes de las grandes ciudades —con mayor nivel educativo y recursos— han apostado por Dan. Por el otro, los habitantes de zonas rurales y pequeñas ciudades, muchos de ellos víctimas de una democracia coja y de un capitalismo extractivo y corrupto, han votado masivamente por Simion y la extrema derecha. Esta fractura territorial, social y afectiva es una advertencia clara: el sistema democrático ha sobrevivido, pero está herido. A este contexto se suma una situación económica crítica. Rumanía presenta el déficit público más elevado de toda la Unión Europea, con más del 9,3% del PIB, según la Comisión Europea. Esto anticipa medidas dolorosas: aumento del IVA, recortes presupuestarios y una intensificación del malestar social. El caldo de cultivo ideal para el populismo, que se alimenta del resentimiento y la desigualdad. Por si fuera poco, los dos partidos del centro político que podrían respaldar a Dan –el PNL (Partido Nacional Liberal) y el PSD (Partido Socialdemócrata)– atraviesan una crisis profunda. Ambas formaciones están marcadas por la ineficiencia, la corrupción y el vacío de liderazgo. Todo indica que Nicușor Dan nombrará primer ministro al liberal Ilie Bolojan, actual presidente interino, conocido por su perfil técnico y su eficiencia en la gestión pública. De ser así, sería una figura clave para intentar estabilizar la situación política y económica en esta etapa tan delicada, aunque su orientación ideológica no lo hace especialmente adecuado para afrontar problemas urgentes como la vivienda o las disparidades socio-territoriales. Sacudida autoritaria La democracia rumana ha salido con vida de estas elecciones, pero doblegada y al borde del colapso, sacudida por una oleada populista alimentada por la creciente desigualdad y la inaceptable desconexión entre las élites políticas y económicas y la mayoría social. Esta mayoría incluye a amplios sectores de la diáspora, formada por millones de rumanos que se sienten tratados como mano de obra barata y explotada y que, en muchos casos, han experimentado el racismo y la marginación. No sorprende que buena parte de esta diáspora desarraigada haya votado masivamente por la extrema derecha. De hecho, Simion ganó un 55,86% del voto de la diáspora frente al 44,14% de Dan, con resultados abultados en países como España (69,49%), Italia (66,71%) o Alemania (69,15%). La lucha existencial entre democracia y autoritarismo populista en Rumanía se inscribe en un ciclo más amplio: una nueva “rebelión de las masas” (Ortega y Gasset) en tiempos de revolución conservadora global. Desde Estados Unidos hasta Argentina e India, pasando por Europa Occidental y del Este, asistimos al ascenso de líderes que canalizan el malestar popular con discursos ultranacionalistas, autoritarios y salvacionistas. Ya en la Política de Aristóteles, escrita hace más de 2.000 años, se advertía de que ninguna comunidad democrática puede sobrevivir a desigualdades económicas abismales. Hoy en día, el capitalismo especulativo, sin frenos ni mecanismos de redistribución, concentra el poder económico y político hasta tensar al límite las estructuras democráticas. Además, la democratización de la información que prometía internet ha sido rápidamente capturada por plataformas digitales controladas por una élite tecnoeconómica que intensifica el conflicto, polariza el discurso y favorece la viralización del resentimiento. La esfera pública se ha plataformizado, dejando atrás los espacios deliberativos tradicionales y subordinando el debate democrático a una lógica mercantil y de intensificación emocional dirigida por algoritmos y bots. Los ganadores de las elecciones en Rumanía deben afrontar con urgencia las causas estructurales reales que han propiciado el ascenso de falsos mesías como George Simion: la desigualdad persistente, la marginación de las regiones rurales, la fragmentación de la esfera pública y la desconexión con una diáspora masiva que siente los costes materiales y afectivo-simbólicos de una emigración a veces forzada. Solo si se abordan estos desafíos podrá evitarse que el próximo ciclo electoral empuje a Rumanía, una vez más, al borde del abismo.
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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