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Detenciones arbitrarias, deshumanización del rival y atentados políticos: el cada vez más oscuro país de Trump

Detenciones arbitrarias, deshumanización del rival y atentados políticos: el cada vez más oscuro país de Trump
Agentes federales detienen a representantes públicos a plena luz del día, mientras Trump insulta a sus rivales y se producen crímenes políticos Esta semana me enteré de que los compañeros de trabajo de mi pareja tienen una porra sobre cuánto tiempo van a tardar en deportarme las autoridades de EEUU. En realidad, yo creo que es más broma que otra cosa, porque fantasean con que me devuelvan a España antes de que ella se mude a EEUU, con lo que no la perderían en el trabajo y así saldrían ellos ganando. Sin embargo, este fin de semana hablaba con Pablo, otro corresponsal en Washington, sobre esta hipótesis, la de que podamos llegar a tener problemas. Yo le argumentaba que nosotros no somos relevantes para la Administración Trump, que lo que escribimos no se lee por las autoridades estadounidenses y que tendría poco sentido que se tomaran tantas molestias con nosotros. Pero él no lo tenía tan claro, creía que lo raro es que la Administración no haya expulsado ya a algún periodista como medida disciplinante para el resto. Tal y como está la presión autoritaria en el país, venía a decir, lo normal es que lo siguiente sea algún periodista: han ido por los migrantes, por los despachos de abogados, las universidades, los manifestantes... Todos aquellos que no piensan como los MAGA, en realidad. Y hay mucho periodista que no es MAGA, sobre todo los extranjeros. Pensar en ello me da hasta pudor, porque viene a colocar al periodista en el centro de la noticia, cuando el periodista simplemente tiene que aspirar a contarlas de forma honrada. Traigo esto a colación porque estos últimos días están siendo muy significativos en cuanto a la represión de la discrepancia y la normalización de la violencia. ¿Qué no harán sin cámaras? Este martes hemos vuelto a ver un vídeo violentísimo de agentes federales deteniendo a un representante público en un edificio oficial. Con esposas, con máscaras, con forcejeos contra el responsable de la cámara de cuentas de la ciudad de Nueva York. ¿El delito? Pedir la orden de detención del migrante al que acompañaba y que querían arrestar después de haber salido libre de una vista. Lo único que hizo Brad Lander es pedir una orden de arresto, y acabó el esposado y en custodia durante unas cuatro horas. Este episodio ocurre después de que hace una semana un senador federal por California, Alex Padilla, también fuera esposado y tratado brutalmente por querer intervenir en una rueda de prensa de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, al calor de la militarización de Los Ángeles para reprimir a la protesta por las redadas masivas del ICE que Trump amenaza con hacer extensible a otras ciudades demócratas, como Chicago o Nueva York. Si los agentes federales son capaces de lanzar al suelo, golpear, zarandear, esposar y detener a representantes públicos demócratas a plena luz del día y con las cámaras grabando... ¿Qué no serán capaces de hacer cuando nadie les mira? Las respuestas que podamos imaginar hielan la sangre Insultar, deshumanizar, asesinar Trazar una línea de puntos que lleve del insulto al asesinato es muy arriesgado. Porque, evidentemente, no es lo mismo llamar escoria a un rival político que asesinarlo. Igual que tampoco es lo mismo llamarlo enajenado que pegarle un tiro. O insistir en que es un tarado sin nada en la cabeza y presentarte en su casa con un arma automática. Todo eso es así. Pero también es evidente que no ayuda nada a que la convivencia política en el país sea pacífica si el presidente de EEUU está cada día insultando a los rivales, incluidos los internacionales: este lunes acusó a Macron de estar buscando siempre los focos, y a Barack Obama y Justin Trudeau los insultó por haber contribuido a excluir a Vladímir Putin del G7. La violencia verbal de Trump es permanente, constante y lleva a la deshumanización del contrario. Llamar Gavin Newscum a Gavin Newsom, con el juego de palabras de scum –escoria– no es más que una forma de deshumanizar al gobernador de California. Y lo hace varias veces al día. Y cuando se deshumaniza a alguien, cuando ya no lo consideras un igual, un ser humano, se abre la puerta a violencias más gruesas que las verbales. Este fin de semana, en Minnesota, ha sido asesinada una representante de ese estado y su marido. Al tiempo que han resultado heridos un senador local también y su esposa. El sospechoso de los crímenes se dirigió a otros dos domicilios de representantes demócratas, pero no los encontró en sus casas. Además, tenía una lista con otros representantes de la oposición. Mientras tanto, los golpistas del 6 de enero que asaltaron el Capitolio fueron indultados por Trump nada más regresar a la Casa Blanca. Es decir: hay una violencia que no sólo se tolera, sino que se ampara. ¿Qué conclusiones se puede sacar de todo esto? Este martes, una periodista preguntaba a Trump si había llamado al gobernador de Minnesota, Tim Walz, compañero de partido, además, de las víctimas del atentado del fin de semana. Esta ha sido su respuesta: “La verdad es que no le he llamado. Creo que el gobernador de Minnesota está tan desquiciado que no le voy a llamar. ¿Por qué iba a llamarle? Podría llamarlo, saludarlo y preguntarle cómo está. El tipo no tiene ni idea, es un desastre. Podría ser amable y llamarlo, pero ¿por qué perder el tiempo?” Con alguien que se dirige así a un compañero de una persona recién asesinada, ¿qué se puede esperar? Ya lo dejo hoy por aquí, espero encontrarnos la semana próxima. Muchas gracias por estar ahí. Andrés
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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