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El misterio de la fortuna del hasta ahora príncipe Andrés de Inglaterra

El misterio de la fortuna del hasta ahora príncipe Andrés de Inglaterra
El miembro de la realeza británica caído en desgracia ha vivido rodeado de lujos durante décadas a pesar de haber sido apartado de los actos oficiales y no tener medios evidentes de sustento económicoCarlos III le quita a Andrés el título de “príncipe” y le echa de su mansión por el caso Epstein Es uno de los grandes misterios de la monarquía de Reino Unido y actualmente está más en el foco que nunca. ¿Cómo financia Andrés Mountbatten-Windsor –que dejará de ser llamado “príncipe”– su elevado nivel de vida? Se trata de un hombre que ha vivido durante décadas rodeado de lujos, que lleva años apartado de la vida pública por su relación con Jeffrey Epstein —el multimillonario estadounidense condenado por tráfico sexual—, y al que, sin embargo, no se le conocen fuentes visibles de ingresos. Ni siquiera el rey Carlos parece tener claro de dónde proviene el dinero de su hermano, y más concretamente cómo ha conseguido las importantes sumas necesarias para mantener la mansión en la que vivía hasta ahora, la Royal Lodge, una vivienda de 30 habitaciones situada en los terrenos del castillo de Windsor, al oeste de Londres. Ahora ha recibido notificación de que tendrá que dejar la mansión y “mudarse a un alojamiento privado alternativo”. Los planes de Andrés son mudarse a una finca en Sandringham, en el este de Inglaterra. Con su imagen por los suelos y apartado de la vida pública, durante años ha logrado mantener sus finanzas alejadas del escrutinio gracias a una combinación del tradicional secretismo que rodea a los Windsor y a la opacidad de sus tratos con personas adineradas, en su mayoría extranjeras. Sin embargo, la indignación pública por su presunto abuso de Virginia Giuffre —una de las víctimas de la red de explotación sexual de Jeffrey Epstein, que le acusó de agresión cuando era menor de edad— puede hacer más difícil justificar el lujo en el que ha estado viviendo y mantener el velo sobre sus asuntos financieros. La presión sobre Andrés de Inglaterra se ha incrementado a raíz de la publicación del libro póstumo de Giuffre, que se suicidó a los 41 años. La indignación ha roto el consenso, normalmente asfixiante, que existe en Westminster, donde los políticos se abstienen de criticar públicamente a la familia real. Keir Starmer, líder del Partido Laborista y de la oposición británica, ha dicho que está a favor de un escrutinio adecuado de las condiciones de la vivienda en la que vive el hermano del rey, y un comité de diputados veteranos ha solicitado ahora más detalles. Imagen fechada en 2018 de la fallecida reina Isabel II de Inglaterra y su hijo, el príncipe Andrés. EFE/ Neil Hall Entre quienes han alzado la voz en los últimos días se encuentra Robert Jenrick, portavoz de Justicia del Partido Conservador: “Ya es hora de que el príncipe Andrés se aparte, viva en privado y se gane la vida por sí mismo. Se ha deshonrado y ha avergonzado una y otra vez a la familia real. El público está harto de él”. La única fuente de ingresos oficialmente declarada de Andrés Mountbatten-Windsor en la actualidad es la pensión que recibe por sus años en la Marina Real británica, entre 1979 y 2001. Se calcula que asciende a unos 23.000 euros anuales, una cantidad muy alejada de lo necesario para adquirir el chalet Helora, el refugio alpino en Suiza que compró en 2014 por unos 21 millones de euros, o para mantener el Royal Lodge, una mansión de estilo georgiano situada en 40 hectáreas de terreno dentro del Windsor Great Park, al oeste de Londres. La mansión Royal Lodge El Royal Lodge no pertenece a Andrés; es propiedad de la Corona y se le concedió en régimen de arrendamiento a largo plazo. Andrés obtuvo el derecho de uso en 2003, tras la muerte de su abuela, la Reina Madre, que había residido allí hasta el año anterior. Como parte del acuerdo, realizó un pago único de 1,2 millones de euros y se comprometió a invertir unos 8,7 millones de euros en la rehabilitación de la vivienda, trabajos que según los registros oficiales se completaron en su mayor parte hacia 2005. Andrés Mountbatten-Windsor no pagaba alquiler y hasta ahora había podido seguir viviendo en la propiedad a cambio de sufragar su mantenimiento y conservación. “Hasta la fecha, su contrato de arrendamiento en Royal Lodge le ha brindado protección legal para continuar residiendo allí. Ahora se le ha notificado formalmente la rescisión del contrato y deberá trasladarse a otra vivienda privada. Estas medidas se consideran necesarias, a pesar de que continúa negando las acusaciones en su contra”, ha anunciado este jueves el Palacio de Buckingham. Las condiciones del contrato le obligaban a mantener la mansión en buen estado para evitar ser desalojado. El año pasado, un artículo periodístico avanzaba que la vivienda necesitaba reparaciones, ya que presentaba humedades y zonas deterioradas con moho negro. El coste estimado de las reparaciones ascendía a unos 2,3 millones de euros. También debía costear de su propio bolsillo su seguridad personal —unos 3,5 millones de euros anuales, según se ha informado—, después de que el rey dejara de asumir ese gasto. Los registros públicos muestran que el tercer hijo de la difunta reina Isabel recibió pagos oficiales del erario como miembro activo de la realeza entre 1978 y 2010. En 2011, David Cameron, entonces primer ministro, decidió cambiar la forma en que los contribuyentes financiaban la monarquía. Ejemplares de 'Nobody's Girl: A Memoir of Surviving Abuse and Fighting for Justice' (Chica de nadie: memorias de una superviviente de abusos y de su lucha por la justicia), el libro póstumo de memorias de la estadounidense Virginia Giuffre, que acusó al príncipe Andrés de abuso sexual y cuyos extractos, algunos ya adelantados por la prensa británica, provocaron su renuncia el pasado viernes a todos sus títulos, excepto el de príncipe. EFE/ Guillermo Garrido Serrano Como parte de esta reforma, David Cameron, que se define como un firme defensor de la monarquía, bloqueó deliberadamente la publicación periódica de las cifras que detallaban cuánto dinero público recibían Andrés y otros miembros de la familia Windsor. Cameron criticó lo que calificó de “doloroso debate anual sobre cada partida del gasto real, acompañado de una extensa cobertura en la prensa sensacionalista sobre si los distintos miembros de la familia resultan o no ”rentables“. La última cifra publicada sobre el dinero público que recibía Andrés data de 2010 y ascendía a unos 290.000 euros anuales. A partir de entonces, la reina Isabel II comenzó a hacerle pagos directos con cargo a su patrimonio privado, mientras él continuaba desempeñando funciones oficiales. Caída en desgracia En 2019 se vio obligado a renunciar a sus responsabilidades reales tras su desastrosa entrevista en la BBC, en la que intentó defender su relación con Jeffrey Epstein y responder a las acusaciones de Virginia Giuffre, quien lo señaló por haberla agredido cuando era menor de edad. La entrevista, ampliamente criticada por su falta de empatía y coherencia, marcó el final de su vida pública. Según una investigación publicada por The Guardian en 2023, dentro de su serie sobre el coste de la monarquía, Andrés había recibido durante las cuatro décadas anteriores casi 15 millones de euros para financiar su labor oficial como miembro de la familia real. Después de 2019, parece que la reina Isabel primero, y el rey Carlos después, continuaron dando a Andrés una asignación anual procedente de la fortuna privada de los Windsor, que se cree que asciende a más de un millón de euros anuales. Sin embargo, según se informa, el rey dejó de pagar esa asignación el año pasado, en medio del llamado “asedio del Royal Lodge”. Carlos llevaba tiempo intentando que su hermano se trasladara a una residencia más modesta. Tras la retirada del título de “príncipe” y la mudanza, el rey seguirá dando dinero a su hermano, con una aportación “apropiada” de su fortuna “privada”, según Palacio. Cuando Andrés se retiró de la Marina en 2001, aún conservaba cierta popularidad, impulsada sobre todo por el reconocimiento a su servicio militar y, en particular, por su participación en la guerra de las Malvinas. De hecho, podría haber vivido de los ingresos que recibía del erario —unos 290.000 euros, una cantidad considerable para los británicos de a pie— y haberse dedicado a participar en eventos y realizar obras benéficas como un miembro de la realeza. Pero lo que él quería era dinero, y mucho. En 2001 fue nombrado representante comercial del Gobierno. Formalmente, este puesto le obligaba a viajar al extranjero y ayudar a promover los negocios de las empresas del Reino Unido, pero desde hace tiempo se sospecha que, paralelamente, Andrés aprovechó este cargo para acceder a personas adineradas de todo el mundo y cerrar acuerdos comerciales para enriquecerse, ya fuera actuando como intermediario o haciendo presentaciones. Se le acusa de haber utilizado su cargo público para obtener beneficios personales o, dicho de forma más sencilla, haber incurrido en prácticas corruptas. El acceso a la verdad se ha visto obstaculizado por la negativa de los sucesivos gobiernos a revelar documentos que podrían ayudar a esclarecer las actividades de Andrés. Durante cuatro años, Andrew Lownie, autor de un libro titulado Entitled: The Rise and Fall of the House of York (Creerse con el derecho: el ascenso y la caída de la Casa de York), presentó centenares de solicitudes de transparencia, pero no consiguió tener acceso a los documentos. “Es evidente que han obstaculizado que se le pueda investigar. Cabe preguntarse por qué”, señala. Isabel II ayudará al príncipe Andrés a pagar a su denunciante, según un diario EFE/EPA/ANDY RAIN Las relaciones de Andrés con personas adineradas parecen ser en gran medida transaccionales, entre otras cosas porque no se le considera un buen negociador. De hecho, uno de los ejemplos que cita Lownie en su libro es la amistad con Epstein: “El príncipe no fue más que un idiota útil que le aportó (a Epstein) respetabilidad y acceso a líderes políticos y oportunidades de negocio. ¿Qué atrajo a Andrés hacia Epstein? La posibilidad de codearse con los superricos y llevar el estilo de vida al que el duque siempre había aspirado, tener acceso a las mujeres que le proporcionaba Epstein, la oportunidad de ganar dinero por sí mismo y alguien dispuesto a financiarle la vida… Ambos hombres, supuestos amigos, se utilizaron mutuamente, pero era una relación desigual”. Andrés ha estado en el centro de una serie de polémicas por sus estrechos vínculos con dictadores y empresarios extranjeros de dudosa reputación. Se fue de vacaciones con un traficante de armas libio, criticó una investigación de la Oficina de Fraudes Graves sobre la corrupción del gigante armamentístico BAE y almorzó en el Palacio de Buckingham con un miembro destacado de la dictadura tunecina, posteriormente derrocada. Sus vínculos con la élite de Kazajistán ofrecen una pista sobre sus actividades. En 2007 vendió Sunninghill Park, una mansión cerca de Ascot que había recibido como regalo de boda de la reina, al yerno del presidente autocrático de Kazajistán por unos 17,5 millones de euros, es decir, 3,5 millones más que el precio inicial de venta, fijado en 14 millones. Andrés viajaba con frecuencia al país, tanto en visitas oficiales como en viajes privados. Comisionista en nombre de Reino Unido En 2011, los medios de comunicación informaron del contenido de unos correos electrónicos que dejaban entrever que Andrés trabajaba para empresas griegas y suizas que pujaban por grandes contratos en Kazajistán. El trabajo de Andrés consistía en ayudar a presentar las empresas a altos cargos políticos kazajos. Se preveía que recibiría una comisión del 1%, equivalente a unos 4,4 millones de euros, por ayudar a concretar el acuerdo en términos favorables. Cuando se destapó el escándalo, Andrés era el cuarto en la línea de sucesión al trono y se vio obligado a dimitir como representante comercial. Chris Bryant, diputado laborista y exministro que había pedido públicamente su destitución, declaró entonces: “Ya era hora. Y hay mucha gente en el Ministerio de Asuntos Exteriores que también estará muy satisfecha, aunque no pueda decirlo abiertamente”. Bryant fue uno de los primeros parlamentarios británicos en exigir que Andrés dejara su cargo como enviado especial para el comercio y la inversión del Reino Unido, tras las crecientes acusaciones sobre sus vínculos con Jeffrey Epstein y sus cuestionables relaciones internacionales. La medida se produjo tras la publicación de la ahora famosa fotografía en la que aparece con el brazo alrededor de Giuffre y las críticas por seguir relacionándose con Epstein después de que este fuera condenado. También se supo que Jeffrey Epstein había dado unos 17.000 euros a la exesposa de Andrés, Sarah Ferguson, para ayudarla a saldar parte de sus deudas. Al igual que el príncipe, Ferguson ha sido duramente criticada durante años por tratar de sacar provecho de su condición de exmiembro de la familia real británica en su propio beneficio económico. Las ansias de Andrés por seguir ganando cantidades millonarias han continuado en los últimos años y siguen rodeadas de opacidad. De vez en cuando se pueden ver algunos indicios en los documentos judiciales. El año pasado se reveló que Yang Tengbo, socio comercial del príncipe, era presuntamente un espía chino. Mountbatten-Windsor había autorizado a Tengbo a buscar inversores en China como parte de una iniciativa comercial que estaban promoviendo. En 2022, se vio presionado para explicar por qué había recibido unos 870.000 euros en pagos vinculados a Selman Turk, un financiero turco acusado de fraude ante el Tribunal Superior de Londres. La investigación apuntaba a que los fondos podrían proceder de operaciones irregulares relacionadas con su red de contactos empresariales. Tras hacerse pública la información, Andrés devolvió el dinero. Otra fuente de riqueza de Andrés son las inversiones en acciones de empresas comerciales, pero se desconoce el valor de estas. The Guardian puso al descubierto que Andrés se aprovechó de una empresa ficticia respaldada por el Gobierno que se creó para ocultar las inversiones reales al escrutinio público. Es probable que Andrés también haya recibido herencias de familiares, aunque es difícil tener acceso a esta información. ¿Qué pasará ahora con la situación económica de Andrés? Si con el tiempo baja la presión por la polémica y él se mantiene alejado del foco público, podría tener mayor libertad para generar ingresos en el futuro. Sin embargo, también es probable que le resulte mucho más difícil capitalizar su condición de miembro de la realeza, hoy gravemente deteriorada.
eldiario
hace alrededor de 9 horas
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