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Israel intenta imponer su propio final en Gaza con bombas y un bloqueo absoluto: "No hay horizonte, ni futuro, ni nada"

Israel intenta imponer su propio final en Gaza con bombas y un bloqueo absoluto: "No hay horizonte, ni futuro, ni nada"
Los palestinos ven cómo están sufriendo un genocidio, otra “gran catástrofe” similar a la de 1948, ya que el bloqueo de Israel de toda ayuda humanitaria y la eliminación de las zonas para refugiarse en la Franja no les dejan otra opción sino marcharseEl temor a una segunda Nakba en Gaza Como tantos otros palestinos en la Franja de Gaza, Jalil al Hakimi se sintió aliviado por primera vez en más de un año cuando Israel y Hamás alcanzaron el pasado enero un acuerdo de alto el fuego después de muchas demoras. Lloró y abrazó con fuerza a sus cinco hijos. “Dormí profundamente, libre del ruido de los bombardeos, la destrucción y la muerte”, recuerda. Una noche del pasado diciembre, este ingeniero de 44 años buscaba comida en las oscuras calles de la ciudad de Gaza cuando un francotirador le disparó en la pierna derecha. Tres meses después, tuvieron que amputarle la pierna y regresó a su casa de Yabalia (en el norte de Gaza) con muletas. Entre los escombros, la familia empezó a pensar en cómo reconstruir sus vidas tras la entrada en vigor de la tregua, pero el alivio duró poco. Israel rompió unilateralmente el acuerdo de alto el fuego dos meses después, imponiendo un bloqueo total sobre el territorio palestino a principios de marzo y reanudando los ataques por aire y tierra dos semanas más tarde. Desde hace nueve semanas, no entran en Gaza alimentos ni suministros médicos. Las fuerzas israelíes se han hecho con el control de cerca del 70% del territorio, entre zonas militares de “amortiguación” y zonas vetadas a los civiles, empujando a más de dos millones de personas y a los trabajadores humanitarios que aún operan en Gaza a áreas cada vez más pequeñas, que ya no reciben el nombre de “zonas humanitarias”. El cruce de Rafah, en la frontera con Egipto, fue durante meses la vía de salida de Gaza al exterior, ya que es el único paso fronterizo que une la Franja con un territorio que no pertenece a Israel. Desde mayo de 2024, está bajo control israelí y Gaza ha quedado completamente sitiada. Como dijo un general israelí, “quien controla Rafah controla Gaza”. Mientras, en la escena internacional, Donald Trump ha roto un consenso de décadas al indicar públicamente que los palestinos deberían marcharse del territorio. Campo de refugiados de Yabalia, en el norte de la Franja de Gaza, el 6 de mayo de 2025. Un único final: abandonar la Franja A lo largo de 19 meses de guerra, Israel no ha revelado detalles sobre sus planes para el futuro de Gaza. Sin embargo, tras una reunión del gabinete de seguridad en la noche del lunes al domingo, funcionarios israelíes dijeron que el Ejército se está preparando para una nueva ofensiva que llevaría a “la ocupación de Gaza y el mantenimiento de los territorios”, mientras la población sería desplazada “para su protección”. Los palestinos afirman que la nueva y feroz ofensiva militar, el bloqueo sin precedentes, la toma del cruce de Rafah y el anuncio de Israel de sus planes para “conquistar” el enclave y establecer allí una “presencia sostenida” –todo ello instigado y bendecido por Donald Trump desde su regreso a la Casa Blanca– apuntan a un único final: se verán obligados a abandonar la franja. Hakimi no puede evitar llorar cuando afirma que “antes era un hombre respetado y tenía seguridad económica”. “La guerra me ha convertido en un ladrón que solo intenta alimentar a mis hijos”, lamenta. “Nunca había intentado salir de Gaza, pero estoy seguro de que si el paso [de Rafah] estuviera abierto, la mayoría de los gazatíes se irían. Aquí no hay vida”. Casi 80 años después de la fundación del Estado de Israel, el estatuto de los refugiados palestinos sigue siendo una cuestión internacional compleja. Aproximadamente el 70% de la población de Gaza desciende de personas expulsadas de sus tierras por la guerra vinculada con la creación de Israel en 1948, conocida en árabe como la Nakba o “catástrofe” palestina. Alrededor de 5 millones de palestinos en todo el mundo reclaman el derecho a regresar a sus hogares y propiedades ancestrales dentro de lo que es ahora Israel. Casi un millón residen en los vecinos Líbano y Siria, donde durante generaciones se les ha negado la nacionalidad alegando que su estancia es temporal. Israel ha rechazado sistemáticamente el derecho de los palestinos al retorno por el impacto demográfico que tendría, pero sigue siendo una reivindicación política palestina fundamental. Casi todas las familias palestinas guardan recuerdos traumáticos de la Nakba, que han influido en otro ideal palestino clave: el sumud, o firmeza, que subraya la importancia de estar arraigado a la tierra y negarse a abandonarla. “No cabe duda de que estamos ante la segunda Nakba”, afirma un funcionario palestino desde la Cisjordania ocupada: “¿Cuántos palestinos podrán vivir entre las ruinas de Gaza? ¿Qué les pedimos por el bien del proyecto nacional? Me gustaría pensar que yo mismo me quedaría, pero no estoy en esa situación desesperada”. El plan de Trump Durante décadas, la comunidad internacional ha insistido en que el conflicto palestino-israelí sólo puede resolverse mediante la solución de los dos Estados. Sin embargo, Trump puso patas arriba esa fórmula al sugerir que el único “plan viable” para Gaza es que su población se marche y empiece una vida en otro lugar, y que la Franja sea reconstruida para convertirse en la “Riviera de Oriente Próximo”. Ampliamente condenado como un proyecto de limpieza étnica, el plan fue rechazado tajantemente por Egipto y Jordania, países a los que Trump sugirió inicialmente que podían marcharse los gazatíes. Aunque la Casa Blanca se ha retractado en parte de la propuesta del presidente, esta sigue estando sobre la mesa. La agencia Reuters ha informado de que funcionarios estadounidenses mantuvieron conversaciones iniciales con los Gobiernos de Sudán, Somalia y Somalilandia sobre la posibilidad de aceptar acoger a refugiados de Gaza, e Israel está creando un ente dependiente del Ministerio de Defensa para supervisar las “salidas voluntarias” de los habitantes de la Franja. Un portavoz del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaró el mes pasado que las personas dispuestas a abandonar Gaza podrán hacerlo “en cumplimiento de la legislación israelí e internacional, y de acuerdo con la visión de Donald Trump”. Trabajadores humanitarios afirman que para muchos habitantes de Gaza marcharse no es una opción real. “No queda nada. Hace poco estuve en Jan Yunis y no había señales de Hamás, sino bombardeos todo el tiempo. La gente ya está destrozada, no se les ha permitido salir. Casi todo el mundo se iría ahora si tuviera la oportunidad”, afirmó un trabajador sobre el terreno que pidió no revelar su nombre. La guerra de Gaza es una de las más mortíferas y destructivas de la historia moderna. Más de 52.000 personas han muerto en la ofensiva israelí, desencadenada por el ataque transfronterizo de Hamás del 7 de octubre de 2023 en el que murieron 1.200 personas y otras 250 fueron secuestradas por las milicias palestinas. Alrededor del 70% de las infraestructuras de Gaza han quedado dañadas y sus sistemas de agua, saneamiento y atención médica han quedado completamente destruidos. Israel, sin las limitadas restricciones impuestas por el Gobierno de Joe Biden, ha intensificado los ataques terrestres y aéreos contra la Franja. Afirma que las nuevas medidas son necesarias para derrotar a Hamás y traer de vuelta a los rehenes que permanecen retenidos (59 personas). Las “zonas humanitarias” que fueron designadas por Israel han sido silenciosamente suprimidas, incluida la de Al Mawasi, en la costa meridional, donde más de un millón de personas buscaron refugio a lo largo de 2024. “Rafah será designada como la nueva Mawasi y, desde Rafah, se animará a la gente a marcharse”, ha declarado un funcionario de una importante organización humanitaria: “El plan es obvio”. Palestinas intentan conseguir comida en una cocina comunitaria de Jan Yunis, en el sur de Gaza, el 2 de mayo de 2025. Más ataques y menos comida Junto con las nuevas confiscaciones de tierras por parte de las tropas, un exoficial de la Inteligencia militar israelí, que fue llamado a filas como reservista al principio de la guerra, afirmó que desde la ruptura del alto el fuego el pasado 18 de marzo el protocolo de selección de objetivos para bombardear en Gaza parece haberse vuelto “más permisivo”. Citó como ejemplo el bombardeo del Hospital Nasser de Jan Yunis en marzo, en el que murieron Ismail Barhoum, destacado miembro de la oficina política de Hamás, y su ayudante, y resultaron heridos varios miembros del personal médico. “Un ataque como ese, contra un funcionario político, dentro de un hospital... Eso nunca se firmaría en los primeros meses de la guerra. Se han quedado sin objetivos militares más serios”, afirmó. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) describieron a Barhoum como “activamente implicado en el proceso de toma de decisiones militares” y alegaron que estaba empleando el Hospital Nasser como base, “poniendo cínicamente en peligro a la población civil de la zona”. Otro pilar de la escalada en Gaza destinada a forzar una rendición de Hamás es el renovado asedio, que ha dejado a la Franja sin ayuda, alimentos ni combustible para generadores. Las autoridades israelíes afirman que Hamás desvía la ayuda y la utiliza para controlar a la población civil. Israel ha negado reiteradamente que utilice el hambre como arma de guerra, a pesar de las acusaciones por parte de múltiples agencias de la ONU y organizaciones independientes. “Los israelíes saben lo que hacen con este bloqueo. Calculan todo, hasta las calorías, lo que permiten entrar”, ha señalado Amjad Shawa, director de la Red de ONG palestinas en Gaza. “En las cocinas comunitarias solo nos queda arroz y se acabará la semana que viene. En 18 meses de infierno, esto es lo peor que ha pasado hasta ahora”. Los representantes de Cogat, el departamento del Ministerio de Defensa israelí encargado de la supervisión civil en los territorios palestinos ocupados, no han contestado a la solicitud de información de The Guardian. Israel ha planteado anteriormente transferir la tarea de entregar y distribuir la ayuda en la Franja a las FDI, pero con el ejército ocupando ahora posiciones en Cisjordania, Líbano y Siria, además de Gaza, y con la moral de los reservistas por los suelos, una medida de tal envergadura sería improbable, además de impopular. El uso de contratistas privados se viene considerando desde hace algún tiempo. La presencia de dos empresas de seguridad estadounidenses que supervisaron los puestos de control en Gaza durante el alto el fuego (Safe Reach Solutions y UG Solutions) en recientes reuniones de Cogat sugiere que este cambio está en marcha, aunque las organizaciones humanitarias siguen sin saber cuándo y cómo tendrá lugar. Desde la ONU y las ONG que operan en Palestina ya han rechazado el plan para distribuir la ayuda a través de centros gestionados por las autoridades israelíes, “bajo las condiciones fijadas por el Ejército israelí”, que “implicará que gran parte de Gaza, incluyendo a las personas con menor movilidad y más vulnerables, seguirá sin suministros”, según un comunicado. “Somos los últimos actores independientes en Gaza, los últimos testigos internacionales de lo que ocurre”, ha señalado a The Guardian un alto cargo en una entidad de ayuda humanitaria crítico con el endurecimiento por parte de Israel de los trámites de visado y registro para organizaciones como la suya que aún están presentes en la Franja. “Si nos vamos, se acabó: Israel puede hacer lo que quiera”. El periódico The Times of Israel informó la semana pasada de que Cogat calcula que tendrá que volver a permitir la entrada de ayuda en Gaza en las próximas semanas para evitar lo que describió como “una crisis humanitaria de grandes proporciones”. Sin embargo, no hay un calendario exacto de cuándo entrará en funcionamiento el nuevo sistema. Mientras tanto, para la población de Gaza el tiempo se agota. “Nunca en mi vida pensé que me iría, pero aquí ya no hay horizonte, ni futuro, ni nada”, lamenta Hakimi. “Cada día que pasa es peor que el anterior”. Texto traducido por Emma Reverter y actualizado por elDiario.es

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