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"La élite judía de EEUU se aferra a una narrativa de victimización que le impide reconocer los crímenes de Israel"

El periodista y autor de 'Ser judío tras la destrucción de Gaza' reflexiona sobre la masacre, opresión y dominación de los palestinos por parte de Israel, una opinión que en algunos círculos se ve como una "traición al pueblo judío"Entrevista - Daniel Levy: “Como judíos decimos 'no en mi nombre' y pedimos sanciones a Israel porque sin presión volverá a ocurrir” Peter Beinart (Cambridge, EEUU, 1971) es profesor de Periodismo y de Ciencias Políticas en la CUNY (The City Univerisity of New York); es también columnista de The New York Times, redactor sénior de The Daily Beast, colaborador y comentarista de otros medios estadounidenses. Además, es autor de varios libros. El último de ellos se publica el 3 de noviembre en España y ofrece una visión diferente –y quizás algo polémica– del genocidio que Israel viene cometiendo en Gaza desde 2023. Ser judío tras la destrucción de Gaza (Capitán Swing, 2025) aborda el dilema al que se enfrentan quienes, como Beinart, se oponen a la masacre, opresión y dominación de los palestinos por parte de Israel sabiendo que, en los círculos judíos estadounidenses, esa opinión es considerada una “traición al pueblo judío”. “Cuando entro en una sinagoga, ya no estoy seguro de quién me dará la mano y quién hará como si yo no estuviese”, escribe Beinart, quien se declara judío practicante en una entrevista con elDiario.es desde Nueva York, donde reside con su familia. ¿Por qué decidió escribir este libro? Me perturbó mucho estar en espacios judíos después del 7 de octubre [de 2023], donde la gente lidiaba con el horror de lo sucedido a los judíos israelíes ese día, pero no con el asesinato de palestinos. Entonces, me pareció interesante comprender qué se contaban las personas de mi comunidad para bloquear los gritos y no ver las imágenes que, para mí, eran tan horribles. ¿Fue una especie de ejercicio para sí mismo o una forma de llegar a otros judíos y explicarles la realidad de los palestinos en Gaza? Mi esperanza es que el libro esté escrito de tal manera que los judíos que no están de acuerdo conmigo puedan leerlo y, tal vez, puedan pensar de manera un poco diferente sobre los argumentos que se esgrimen tan comúnmente en los espacios judíos y que, a mi parecer, justifican un sistema de opresión brutal e, incluso, el genocidio. ¿Por qué para el título del libro eligió la palabra ‘destrucción’ en lugar de genocidio, masacre, guerra o algún otro término similar? No elegí el término genocidio por varias razones. En primer lugar, no soy un experto en genocidio ni en derecho internacional. Así que, por lo general, sigo a juristas y organizaciones internacionales especializadas en este tema. Cuando terminé de escribir el libro, en agosto o septiembre del año pasado, varias organizaciones como Amnistía Internacional aún no lo habían calificado de genocidio, creo que la ONU tampoco. Por lo tanto, no existía el consenso jurídico internacional que ha surgido durante el último año. Utilizo la palabra destrucción porque me parece casi irrefutable que la mayor parte de Gaza ha sido destruida: la mayoría de los edificios, de las tierras de cultivo, de las escuelas y de los hospitales han sido destruidos. Aunque creo que nadie que lea mi libro tendría dudas sobre quién creo que fue el responsable de esa destrucción. Además, este libro está dirigido, en parte, a personas que no comparten mi opinión. Por eso, siempre intento usar un lenguaje que me permita llegar a quienes no necesariamente están de acuerdo conmigo. Mucha gente confunde ser judío con apoyar al Estado de Israel. No estoy de acuerdo ¿Para llegar a esos judíos que no están de acuerdo con usted se ha basado en los textos religiosos y la tradición del judaísmo a la hora de exponer sus ideas? Sí, por una parte, creo que puede conectar con el público judío, pero también porque refleja mis propias creencias. Soy un judío practicante y estos textos y tradiciones son fundamentales para mi visión del mundo. Hay mucha gente que confunde el ser judío con ser israelí o pro-Israel. Es cierto que mucha gente confunde ser judío con apoyar al Estado de Israel. No estoy de acuerdo. Creo que, en realidad, no tiene sentido. Los judíos nos hemos considerado un pueblo desde mucho antes de la creación del Estado de Israel [en 1948]. Los judíos podemos tener una conexión con la identidad judía y, al mismo tiempo, tener opiniones muy distintas sobre el Estado de Israel. Para mí, la esencia de ser judío radica en que los judíos somos una familia que se convierte en pueblo porque está obligada a cumplir ciertos mandamientos de Dios. Esa es, fundamentalmente, mi concepción de lo que significa ser judío. ¿Por qué los judíos, en todo el mundo, no solo los israelíes, no han podido ver la masacre que Israel ha cometido en Gaza en los pasados dos años ni el sufrimiento de los palestinos? Bueno, creo que en Estados Unidos los judíos están muy divididos. Hay un sector de la comunidad judía estadounidense que considera firmemente que lo que hace Israel está mal. Pero creo que la élite judía estadounidense, estrechamente vinculada al Gobierno israelí, está aferrada a una narrativa de victimización judía que le impide reconocer los crímenes que Israel ha cometido, porque insiste en ver prácticamente todo lo que hace Israel como una respuesta a la situación de los judíos siendo víctimas de los palestinos. Su libro empieza con una “nota para un antiguo amigo”. En los pasados dos años, ¿ha perdido muchos amigos o, incluso, familiares por discutir con ellos sobre Gaza? Sí, tengo muchos amigos o personas con las que tengo una relación cercana, pero mis puntos de vista sobre este tema difieren de forma bastante drástica. En muchos círculos judíos, en la mayoría de ellos, todavía es muy inusual que los palestinos puedan hablar ¿Considera que ha valido la pena expresar sus ideas y escribirlas, incluso cuando han afectado a su vida personal? Sí, sin duda. No es algo inusual para mí. Es decir, creo que muchos judíos estadounidenses están en la misma situación. En mi opinión, tengo la obligación moral, dado que escribo y hablo en público para ganarme la vida, de decir lo que creo que es verdad. ¿Por qué cree que es tan difícil para otros judíos ver lo que para usted es ‘verdad’? Creo que tenemos perspectivas muy diferentes. Creo que mis puntos de vista han cambiado mucho debido a las interacciones que he tenido con palestinos, las cuales me han dado una mayor comprensión de Israel y el sionismo porque he podido verlos desde una perspectiva palestina. En muchos círculos judíos, en la mayoría de ellos, todavía es muy inusual que los palestinos puedan hablar. Eso ha hecho que me replantee mi forma de pensar, diferenciándola bastante de la de muchos otros judíos. Aunque, repito, hay un número creciente de judíos estadounidenses, en particular los más jóvenes, que creo que también comprenden mejor la experiencia palestina. En su libro, habla de la realidad en Gaza y Cisjordania incluso antes de los ataques de Hamás del 7 de octubre y de la negación de esa realidad por parte de muchos. Antes del 7 de octubre, en ciertos círculos judíos tradicionales, existía una tendencia a minimizar la gravedad de las condiciones en Gaza y a culpar exclusivamente a Hamás. Esto me parece algo ahistórico. Soy muy crítico con Hamás y discrepo profundamente con su ideología, pero Hamás se creó en 1987. Por lo tanto, no se pueden explicar las políticas de ocupación y asentamientos israelíes haciendo referencia a Hamás. Esas políticas comenzaron mucho antes de que Hamás existiera e Israel también se comporta de una manera brutalmente opresiva en Cisjordania, donde Hamás no tiene el control.  En el libro, intento sugerir que se puede criticar a Hamás reconociendo que no se puede atribuir todo el comportamiento de Israel simplemente a su existencia. Es muy difícil encontrar un sistema de supremacía grupal en el que las personas a quienes se les niegan sus derechos no se resistan Entonces, ¿cree que el origen de lo que ha pasado desde octubre de 2023 son esas políticas de ocupación? Sí. ¿Le resulta muy difícil explicar eso a otros judíos? Depende. Repito, hay una gran brecha generacional. Hay muchos jóvenes que comparten esa perspectiva. Para mí, un sistema de supremacía de un grupo sobre otro que niega los derechos humanos básicos a quienes son considerados inferiores legalmente va a ser un sistema de tremenda violencia; y esa tremenda violencia va a generar resistencia violenta. Eso no significa que la resistencia violenta esté necesariamente justificada, pero es casi inevitable.  Es muy difícil encontrar un sistema de supremacía grupal en el que las personas a quienes se les niegan sus derechos no se resistan. Mi argumento es que ambas sociedades, en Israel y Palestina, serían más seguras y pacíficas si todos recibieran el mismo trato ante la ley. Ese sistema de desigualdad del que habla sigue existiendo. ¿Significa que habrá más violencia en el futuro?  Sí. Israel continúa aumentando su control sobre Cisjordania, donde los palestinos viven como no ciudadanos bajo la ley militar. Israel ahora controla la mitad de la Franja de Gaza y obliga a los palestinos a vivir solo en la otra mitad. Esto hace que el enclave sea aún más inhabitable que antes del 7 de octubre. Creo que se trata de sistemas de violencia tremenda y, en última instancia, creo que son sistemas de violencia que también ponen en peligro la seguridad de los israelíes. Los judíos debemos reconocer que tenemos la capacidad de cometer crímenes, que no somos inmunes a ello En el prólogo de su libro dice que los judíos necesitan “un nuevo cuento”, cuyo elemento central debería ser: “No somos víctimas virtuosas permanentes de la historia”.  Lo que intento expresar es que, dado que los judíos son seres humanos, son capaces de experimentar las mismas vivencias que cualquier otro ser humano. De hecho, los textos religiosos judíos lo dejan claro. Describen a los judíos de diversas maneras. Es cierto que, como durante 2000 años los judíos no tuvieron un Estado, no tuvieron el poder para hacer algunas de las cosas que ellos sí hicieron. Pero eso no significa que los judíos no tengan la capacidad para hacerlo. De hecho, más que nadie, tienen esa capacidad.  Entonces, se trata simplemente de reconocer que tenemos la capacidad de cometer crímenes, que no somos inmunes a ello, de hecho, eso es necesario si intentamos comportarnos moralmente. Mientras tanto, muy frecuentemente en los círculos judíos tradicionales, a los judíos se les describe como inherentemente víctimas, incluso en Israel y Palestina, donde son los judíos quienes tienen supremacía legal y los palestinos quienes son legalmente inferiores. ¿Y eso representa un problema a la hora de resolver el conflicto en Israel y Palestina? Creo que esta narrativa es problemática. Esto no significa que los israelíes no puedan ser víctimas. Por supuesto que sí. Muchos israelíes murieron el 7 de octubre y en otras ocasiones. Pero el sistema es, en realidad, un sistema de supremacía judía. Y si no se reconoce esto, se malinterpretará la dinámica entre israelíes y palestinos. Creo que si observamos otros sistemas de supremacía que han cambiado y evolucionado hacia la igualdad, ya sea en Estados Unidos durante la segregación racial, en Sudáfrica o en Irlanda del Norte, por ejemplo, vemos que surgen movimientos de resistencia, tanto internos como externos, que presionan al sistema de supremacía para que, en algún momento, quienes se benefician de él empiezan a considerar alternativas. Así se inicia un proceso de diálogo y negociación que, en última instancia, puede conducir a una mayor igualdad.  Aún no hemos llegado a ese punto en Israel y Palestina, pero espero que haya presión internacional y también presión interna por parte de los palestinos. Una presión que se ajuste al derecho internacional –no como la que vimos el 7 de octubre, cuando se atacó y mató a civiles–, una presión que pueda llevar a más judíos israelíes a considerar que este sistema de supremacía no es sostenible ni, en última instancia, beneficioso para ellos.
eldiario
hace alrededor de 11 horas
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