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Lo que Karina Milei sabía: el escándalo de la criptoestafa persigue al gobierno de su hermano Javier

Lo que Karina Milei sabía: el escándalo de la criptoestafa persigue al gobierno de su hermano Javier
La hermana del presidente y secretaria general de la Presidencia aparece implicada en reuniones, firmas y vínculos con los responsables de la criptomoneda $LIBRA La oposición argentina consigue abrir una comisión parlamentaria para investigar el escándalo de las criptomonedas El jefe de Gabinete del consejo de ministros Guillermo Francos se sentó derecho, con el gesto adusto de quien sabe que va a recibir un golpe largo. Había memorizado el guion durante días, trabajado cada frase con sus asesores, repasado punto por punto las declaraciones que Javier Milei había dado sobre el escándalo de la criptomoneda $LIBRA semanas atrás en televisión. Pero nada de eso lo preparó para la escena que se desarrollaría en el Congreso: la primera interpelación a un jefe de Gabinete en más de tres décadas. Y no por una crisis económica o un escándalo institucional, sino por una moneda digital, una estafa incipiente y una sospecha que, sin decirlo, sobrevolaba cada pregunta: ¿hasta dónde llega la responsabilidad de Karina Milei? La sesión fue larga, desordenada, ruidosa. Francos aguantó con disciplina los primeros embates. Repitió que la criptomoneda $LIBRA era “una relación entre privados”, que el Presidente “se hizo eco de información pública” en el tuit en el que la promocionó justo antes de su salida al mercado, que el Estado “no tuvo participación”. Pero hubo una pregunta que rompió la defensa. El diputado izquierdista Itai Hagman fue el primero en formularla, y luego la repetirían, con variantes, otros legisladores de la oposición. Si la web del proyecto promotor de la criptomoneda 'Viva la Libertad' y el número de contrato de $LIBRA no estaban online en el momento en que Milei lo tuiteó, ¿cómo hizo para acceder a esa información? ¿Quién se la pasó? ¿Quién coordinó esa publicación? Francos no pudo responder. Cambió de tema, citó al propio Presidente, evitó dar nombres. Pero el vacío fue evidente. Guillermo Francos, interpelado por el caso $LIBRA. Desde hacía 30 años que el Congreso no interpelaba a un funcionario nacional. La última vez fue Domingo Cavallo, en los 90. Tal como ocurrió en otras discusiones incómodas para el gobierno y su formación, el bloque del partido de Milei, La Libertad Avanza, adoptó una estrategia de baja exposición. Apenas unos pocos diputados tomaron la palabra para defender a Francos; el resto permaneció en silencio o directamente ausente. Ni Karina Milei ni el portavoz presidencial, Manuel Adorni —dos de los nombres apuntados por la oposición— estuvieron presentes en la Cámara, pese a que sus nombres fueron mencionados repetidamente. Tampoco asistieron los ministros de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, o de Economía, Luis Caputo, cuyas ausencias fueron señaladas como parte de una maniobra de contención. Para varios legisladores de la opositora Unión por la Patria, la sesión dejó una impresión clara: el Gobierno no solo subestima el caso, sino que decidió encapsularlo, resistir en silencio y dejar pasar la tormenta. Mientras Francos sorteaba, con dificultades, las preguntas incómodas, la investigación judicial avanzaba en otra dirección. La jueza María Romilda Servini fue confirmada como la responsable del caso, desplazando así a Sandra Arroyo Salgado, quien argumentaba que el delito se había consumado en la quinta presidencial de Olivos, fuera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde donde se envió el tuit que dio origen al escándalo. Pero el tribunal consideró que la causa excedía ese tuit: involucraba reuniones, firmas, visitas al palacio presidencial de la Casa Rosada, contratos y supuestas maniobras de tráfico de influencias. Que todo eso había ocurrido en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que, por tanto, debía tramitarse en el Tribunal de Justicia Federal de la capital, Comodoro Py. Ese mismo día, el fiscal Eduardo Taiano pidió el levantamiento del secreto bancario y fiscal de los hermanos Milei y los inversores cripto (y promotores de $LIBRA) Mauricio Novelli, Manuel Terrones Godoy y Sergio Morales. Lo hizo con un objetivo claro: rastrear los fondos. Seguir el dinero. Verificar si, detrás del entusiasmo presidencial por una memecoin sin respaldo, hubo pagos concretos, retornos, promesas. Milei, y a su lado Novelli y Terrones Godoy, saluda a participantes del Tech Forum. El nombre de Karina Milei, la todopodosa hermana del presidente, aparece en cada punto de la investigación. No solo por su rol como firmante de la carta de intención con Cube Exchange, el site de compraventa de criptomonedas que sirvió de plataforma para la operación, sino también porque participó en las reuniones previas con los promotores del token. Los inversores Hayden Davis, Novelli y Terrones Godoy no eran outsiders que se colaron por la ventana. Entraron a Casa Rosada al menos diez veces durante 2024. En varias oportunidades lo hicieron juntos, acompañados por Bartosz Lipinski, CEO de Cube. En otras, solos. Pero en todas esas visitas, Karina estaba. El testimonio más explosivo, por ahora no judicializado pero sí filtrado en medios, es el del impulsor de la criptomoneda Hayden Davis, quien aseguró en un mensaje: “Le mando $$ a su hermana y él firma lo que quiero”. Es un indicio brutal, que todavía no ha sido desmentido formalmente ni por el presidente ni por Karina Milei. En el entorno de Milei se amparan en la presunción de inocencia. “Están investigados, no son culpables aún”, repiten. Pero cada nuevo dato erosiona el blindaje. El silencio presidencial —tan llamativo en un mandatario que suele insultar a cualquiera que lo critique— empieza a convertirse en una forma de sospecha. Hayden Mark Davis junto a Javier Milei en la Casa Rosada. En la Casa Rosada el tema no está en la agenda oficial, pero sí en todas las conversaciones privadas. Las oficinas del primer piso —donde se mezclan portavoces, asesores y funcionarios con acceso directo al despacho presidencial— se han transformado en un hervidero discreto. Nadie habla en público, pero todos miran con inquietud lo que ocurre en el tribunal federal. Hay temor a que la investigación judicial escale rápido y empiece a implicar directamente a la hermana del presidente. El verdadero pánico, en voz baja, es que la justicia encuentre pruebas materiales: transferencias, pagos, registros, capturas de pantalla. En las últimas semanas, se activaron las llamadas a gobernadores, a diputados aliados, a diputados del PRO de Mauricio Macri y a socios circunstanciales del gobierno en el Parlamento. El objetivo es simple: evitar que la oposición consiga quórum cuando insista con debatir el tema en la Cámara. Pero la fragilidad de esa operación es evidente. El caso $LIBRA ya ha dejado de ser un tema judicial para convertirse en un problema político de fondo. Y, lo que es más delicado: un problema que Javier Milei no puede desactivar sin exponer a su hermana. Karina es el corazón de la operación política de Milei. El presidente lo ha dicho mil veces: “Sin ella no podría gobernar”. Controla la agenda, define nombramientos, filtra reuniones, reparte los turnos para hablar con el presidente. Pero ahora ese poder, hasta ayer secreto, está expuesto. La figura que consolidó la verticalidad absoluta del Gobierno aparece como el eslabón débil. No solo por su protagonismo en el entramado de la criptoestafa $LIBRA, sino porque su posible citación judicial dejaría al presidente ante una escena inédita: tener que explicar, como hermano y como jefe de Estado, si alguien de su círculo más íntimo participó en una operación fraudulenta que afectó a cientos de inversores y terminó en el derrumbe de una moneda que nunca debió existir. Karina Milei La querella presentada por el abogado y político opositor Juan Grabois, que representa a damnificados por la estafa, logró a mediados de abril que Karina Milei quedara formalmente imputada. Es una instancia preliminar, pero simbólicamente poderosa. El mensaje es claro: ya no se discute solo la legalidad de un tuit presidencial, sino el uso del poder para promover negocios privados desde el Estado. Lo que está en juego ya no es una memecoin fallida. Es la credibilidad de un gobierno que se construyó sobre una promesa moral: terminar con la “casta”, con la política de retornos, con la corrupción de siempre. Y ahora aparece rodeado de los mismos elementos que criticaba. Reuniones secretas, entradas sin registro, contratos dudosos, favores pagados, plata en el medio. Lo que diferencia este caso de otros es el tamaño de la contradicción al filo del comienzo de la campaña electoral.
eldiario
hace alrededor de 5 horas
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