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Netanyahu intenta reventar con su oleada de ataques contra Irán las negociaciones de EEUU sobre el plan nuclear

Netanyahu intenta reventar con su oleada de ataques contra Irán las negociaciones de EEUU sobre el plan nuclear
Mientras Washington y Teherán preparaban una nueva ronda de negociaciones este domingo, Israel lanzó el ataque "preventivo" contra las instalaciones nuclearesIrán responde a los ataques de Israel con una lluvia de misiles sobre Jerusalén y Tel Aviv La ciudad de Mascate, capital de Omán, iba a acoger este domingo la sexta ronda de negociaciones indirectas entre Estados Unidos e Irán destinadas a congelar el programa de enriquecimiento de uranio iraní, una cuestión “innegociable” para el gobierno de Masoud Pezeshkian, pero “imprescindible” para el de Donald Trump, quien ha repetido en múltiples ocasiones que Irán “jamás podrá obtener una bomba nuclear”. Cuando los últimos reportes llegados desde los equipos negociadores apuntaban a que esa última reunión iba a producirse, la noticia saltaba en la madrugada de este viernes, alrededor de las 3 de la mañana: el gabinete de seguridad de Benjamín Netanyahu había dado luz verde al lanzamiento de un “ataque preventivo” contra las instalaciones nucleares y fábricas de misiles de Irán, así como contra altos mandos militares o científicos iraníes y que terminó con la muerte de al menos 20 altos mandos, incluidos el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Mohammad Bagheri, y el jefe de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami. Además, al menos 6 investigadores fueron asesinados y, según el periódico Nournews, otras 78 personas murieron y 329 más resultaron heridas en ataques efectuados contra zonas residenciales de Teherán. Según han informado la agencia de noticias de Omán y la televisión estatal iraní, Teherán se ha retirado de las negociaciones de este domingo y ha respondido con una lluvia de misiles sobre Jerusalén y Tel Aviv, algunos de los cuales han llegado a impactar. El ataque de Israel y la inevitable escalada pone en peligro todo el proceso de negociaciones, aunque Trump considera que puede forzar a Irán a aceptar sus exigencias. “Hace dos meses le di a Irán un ultimátum de 60 días para que 'llegara a un acuerdo'”, escribió Trump en una publicación en su red Truth Social. “¡Deberían haberlo hecho! Hoy es el día 61. ¡Ahora quizás tengan una segunda oportunidad!”, dijo el presidente norteamericano a las horas de producirse el ataque y tras negar que su gobierno estuviera involucrado en la ofensiva, si bien fuentes de inteligencia apuntan a que parte de los bombardeos fueron lanzados desde Iraq, cuyo espacio aéreo controla Estados Unidos. “Hay tres eventos que se han sucedido en las últimas semanas y que han llevado a Israel a tomar la decisión de atacar”, dice a eldiario.es Sima Shine, investigadora principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS) de Israel. “La negativa de Irán a comprometerse con un enriquecimiento cero de uranio. En segundo lugar, el último informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que apuntó de nuevo en mayo a un incremento dramático de la tasa de enriquecimiento de uranio por parte de Irán; y, por último, la inteligencia recavada por Israel apuntando a que Irán estaba en un proceso armamentístico de sus capacidades nucleares”, añade. Desde comienzos de semana los tambores de guerra comenzaron a resonar más fuerte según se fueron sucediendo los mensajes belicistas llegados desde Teherán o Tel Aviv y los más derrotistas procedentes de Washington. “No lo sé”, declaró Trump el lunes en el podcast “Pod Force One” cuando le preguntaron si creía que podría lograr que Irán aceptara cerrar su programa nuclear. “No lo sé. Lo creía, y cada vez estoy menos seguro”. En cuestión de días el presidente norteamericano pasó de valorar positivamente la quinta ronda de conversaciones como “muy, muy buena”, aventurando “buenas noticias en los próximos dos días”, a advertir, durante la rueda de prensa del pasado jueves, de que un ataque israelí en Irán “podría ocurrir”, vislumbrando un “conflicto masivo”. El discurso del líder supremo de Irán, Ali Jameneí, durante el acto conmemorativo del fallecimiento del ayatolá Jomeini a comienzos de mes, hacía presagiar el devenir de los hechos. “El enriquecimiento de uranio, clave en la industria nuclear, es una línea roja”, señaló el clérigo. Una industria nuclear sin capacidad de enriquecimiento es “inútil”, dijo, porque haría depender al país de otros para obtener combustible que hicieran funcionar sus centrales eléctricas, contraviniendo la política de autosuficiencia (conocida en Irán como “Podemos”) dictada por el gobierno de Teherán. “A la parte estadounidense y a los demás les decimos: ¿Por qué interfieren e intentan decir si Irán debería enriquecer uranio o no? Eso no es asunto suyo”, añadió. Teherán lleva décadas defendiendo que su política de enriquecimiento de uranio está destinada únicamente a fines civiles, si bien el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que supervisa dicho proceso a escala mundial para evitar la proliferación de armas nucleares, subrayó en un informe interno del pasado mes de diciembre que la tasa de enriquecimiento iraní había escalado de forma “dramática” hasta un 60%, cercano al grado armamentístico (90 %) y sin justificación civil clara. “No hay ningún país del mundo, además de los que ya tienen armas nucleares, que esté enriqueciendo uranio a esos niveles tan, tan altos. Sigue haciéndolo y eso supone una preocupación internacional”, dijo recientemente el director de la OIEA, Rafael Mariano Grossi, quien añadió que los inspectores de su agencia —con quienes Teherán sí coopera desde que en 2003 descubrieran que durante casi 20 años Irán no había declarado su actividad nuclear en instalaciones como la de Natanz o Arak— habían encontrado rastros de uranio enriquecido en lugares donde se suponía que no tenían actividad nuclear. “Les preguntamos: ¿Por qué encontramos esto aquí? ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Dónde está el equipo que estaban usando? En casi cinco años no hemos obtenido las aclaraciones necesarias”, asevera a elDiario.es el diplomático argentino. ¿En qué consistía el marco para el acuerdo? El Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu y decenas de senadores republicanos estadounidenses llevan meses presionando a Donald Trump para que mantenga a cero los límites al enriquecimiento nuclear de Irán y exija el desmantelamiento total del programa nuclear iraní como base para cualquier futuro acuerdo, lo que para el gobierno iraní, comandando por Ali Jamenei, es del todo “inaceptable”. Pero mientras Trump repetía estas exigencias en público al ser preguntado por los periodistas durante sus encuentros con la prensa en la Casa Blanca, en privado, su enviado especial para las negociaciones, Steve Witkoff, ofrecía a los iraníes prácticamente lo mismo que ya acordó Barak Obama en el marco del acuerdo nuclear con Irán de 2015 (JCPOA, por sus siglas en inglés), y que Trump decidió abandonar de forma unilateral (2018): enriquecer uranio a una tasa de entre un 3% y un 3,67 %, suficiente para generar energía nuclear pero muy por debajo de su desarrollo a nivel militar. Sin embargo, la filtración de la noticia daba al traste con uno de los pocos avances logrados en las negociaciones considerando que el Gobierno de Masoud Pezeshkian había reiterado que nunca acordaría ni siquiera una tasa de enriquecimiento del 1%, tal y como llegó a sugerir Witkoff en uno de sus constantes vaivenes durante el proceso negociador que arrancó el pasado 12 de abril. Así, la propuesta de Estados Unidos permitiría un enriquecimiento limitado de uranio de bajo nivel en suelo iraní durante un período de tiempo a determinar, pero exigiendo que la supervisión de ese enriquecimiento pasara a manos de un consorcio internacional. Asimismo, la propuesta de acuerdo contemplaría que Irán no solo debería desmantelar la infraestructura crítica para la conversión y el procesamiento de uranio que no fuese exclusivamente de uso pacífico, sino que además tendría que suspender el desarrollo de nuevas investigaciones y, sobre todo, de nuevas centrifugadoras, encargadas de separar y aislar el material radioactivo. Por otra parte, las instalaciones subterráneas de enriquecimiento de uranio como la de Natanz, objeto del último ataque de Israel, tendrían que quedar “no operativas” durante un período de tiempo que sería acordado posteriormente por las partes. Además, el acuerdo establecería “un sistema sólido de vigilancia y verificación” incluida la aprobación inmediata de un protocolo adicional de la OIEA como paso previo a un alivio progresivo de las sanciones, lo que solo sucedería una vez que Estados Unidos y el Organismo Internacional de Energía Atómica verificasen que el compromiso de Irán era “real”. Del lado iraní, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Esmaeil Baghaei, dijo el lunes que la parte estadounidense hasta ahora no había proporcionado garantías suficientes en términos de cuándo y cómo se levantarán las sanciones, un factor crucial para Irán y uno de los principales escollos en los dos meses de negociaciones entre las partes. “El único acuerdo aceptable es aquel que levanta permanentemente todas las sanciones para lograr beneficios económicos para Irán”, afirmaron recientemente parlamentarios iraníes en un comunicado oficial. “El objetivo era formular los parámetros básicos de un nuevo acuerdo, dejando muchos detalles técnicos para futuras negociaciones”, dice Sima Shine, investigadora principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS) de Israel. “Esto preocupaba a Estados Unidos e Israel dado que si surgían complicaciones en la implementación del marco propuesto eso le permitiría a Irán ganar tiempo y posponer la activación del mecanismo que más le preocupa, el de ”reinicio rápido“: si no cumples con lo acordado volvemos a imponer de forma inmediata las sanciones o incluso las aumentamos”, apunta.
eldiario
hace alrededor de 16 horas
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