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Por qué Netanyahu ha adoptado la agenda de la ultraderecha: “Su partido está pasando a ser de corte fascista”

Por qué Netanyahu ha adoptado la agenda de la ultraderecha: “Su partido está pasando a ser de corte fascista”
El primer ministro israelí ha adoptado la agenda de sus socios de coalición ultranacionalistas, tanto en la guerra de Gaza como en la expansión de la ocupación en Cisjordania, a medida que su propio partido –Likud– se ha radicalizadoNetanyahu reconoce que coopera con grupos armados palestinos para desestabilizar Gaza Durante el primer año de guerra en Gaza, que Israel lanzó con toda su potencia el 7 de octubre de 2023, existían algunas diferencias y tensiones evidentes entre Benjamín Netanyahu y sus socios de coalición –en concreto, los ultranacionalistas–, pero con el paso del tiempo el primer ministro ha ido aplicando sus políticas y ha asumido como propias las tesis más radicales. Ideas que van desde matar de hambre a los gazatíes, expulsarlos de la Franja y ocupar todo el territorio hasta anexionarse Cisjordania han pasado a formar parte de la agenda del Ejecutivo liderado por el partido Likud, cuyas posturas se asemejan cada vez más a las de los partidos más extremistas con los que ha estado gobernando en coalición desde finales de 2022 –después de ganar las elecciones pero no lograr formar gobierno en solitario–. Así lo explica a elDiario.es el politólogo Dani Filc, según el cual el Gobierno de Israel se dirige hacia la “ultra extrema derecha”. El experto detalla que la radicalización se debe, por una parte, al “miedo de Netanyahu y de su partido a perder el apoyo de sus socios de coalición”, pero también al “proceso de transformación ideológica por parte de los dirigentes del partido y de los diputados del Likud”. Las consignas más extremistas sobre la limpieza étnica de los palestinos, entre otros asuntos, no han sido lanzadas sólo por los partidos ultras que apoyan a Netanyahu, sino por ministros y parlamentarios del Likud. “El Likud está pasando a ser un partido de corte fascista”, afirma Filc. El politólogo apunta directamente a la asimilación por parte del Likud de las tesis del partido de extrema derecha Otzma Yehudit (fuerza judía), liderado por Itamar Ben Gvir, actual ministro de Seguridad Nacional. La formación obtuvo seis escaños en las elecciones de 2022 que llevaron de nuevo a Netanyahu al poder. Ben Gvir, junto al ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, del partido Sionismo Religioso, han abogado por el desplazamiento forzoso de los gazatíes y la reocupación del enclave, después de su destrucción total, unos planes que el primer ministro no había anunciado públicamente hasta hace poco. Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional israelí y líder del partido político de extrema derecha Otzma Yehudit, en el parlamento israelí en Jerusalén, el 3 de junio 2024. Desde que el Gobierno decidió el pasado 18 de marzo romper el acuerdo de alto el fuego con Hamás y reanudar su ofensiva de castigo contra la Franja –e, incluso, redoblar su intensidad y alcance–, el primer ministro ha dejado claro que Israel busca dominar el territorio palestino, no sólo acabar con el movimiento islamista. “Vamos a tomar el control de toda la Franja de Gaza”, declaró Netanyahu hace unas semanas. El Ejecutivo israelí ha seguido adelante con la guerra, que ya ha costado la vida a más de 54.000 palestinos, a pesar de las críticas internacionales y de una creciente oposición de la ciudadanía, sobre todo del colectivo de familiares de los rehenes secuestrados por milicianos palestinos durante los ataques del 7 de octubre contra el sur de Israel. A día de hoy, 56 de ellos permanecen retenidos en la Franja, aunque se cree que sólo una veintena siguen vivos. “La obsesión con el poder” de Netanyahu Filc destaca que cada vez más israelíes apoyan poner fin a la ofensiva a cambio de la liberación de los rehenes, según las últimas encuestas realizadas en el país, pero las posturas del Gobierno han ido en el sentido contrario de la opinión pública –por ejemplo, respecto a una investigación oficial que esclarezca las responsabilidades por el 7 de octubre, a la que Netanyahu se opone frontalmente–. El politólogo cree que, cuanto menos apoyo tiene el Gobierno, más se radicaliza; y en esa radicalización, aplica y justifica una mayor violencia, tanto contra los palestinos como contra sus adversarios políticos. “Netanyahu se siente acorralado por la oposición creciente de la ciudadanía, las presiones internacionales y el juicio” en su contra por corrupción, afirma el también miembro del movimiento por la paz Standing Together. El exministro de Justicia israelí Yossi Beilin escribió esta semana en una columna en el periódico The Jerusalem Post que los israelíes y los palestinos son los que están pagando el precio de “la obsesión de Netanyahu con el poder” y que la existencia de su Gobierno depende de “un grupo de políticos extremistas”. “Más y más israelíes entienden que la continuación de la guerra es el resultado del deseo de Netanyahu de no querer enfrentarse a una amplia demanda [ciudadana] de establecer una comisión de investigación estatal y adelantar las elecciones”, afirmó. Benjamín Netanyahu en una rueda de prensa en Jerusalén, el 21 de mayo de 2025. Según la última encuesta del Pew Research Center, publicada esta semana, el 53% de los israelíes tienen una visión desfavorable de Netanyahu, siendo muy desfavorable en el 38% de los casos; mientras que el 45% tienen una opinión favorable del jefe del Gobierno. El centro de investigación señala que la valoración del líder no ha cambiado sustancialmente respecto a un año atrás. De acuerdo con la encuesta, el 47% de los ciudadanos considera que el Gobierno está comprometido con una paz duradera con los palestinos, mientras que el 49% cree que no lo está. En ese sentido, un 75% opina que la falta de confianza entre israelíes y palestinos es un gran obstáculo para una paz duradera; seguido del estatus de la ciudad de Jerusalén (70%), cuya parte árabe fue ocupada y anexionada por Israel; y de los asentamientos judíos en Cisjordania (52%). Precisamente en la Cisjordania ocupada es donde el Gobierno de Netanyahu ha aplicado la agenda de la extrema derecha sin ningún tapujo desde su llegada al poder, aunque ha acelerado las medidas que fomentan y cimientan la ocupación a partir del 7 de octubre de 2023. “Este Gobierno tiene una clara agenda de asentamientos que ha aplicado con éxito desde el principio”, dice a elDiario.es el director ejecutivo de la organización israelí Peace Now, Lior Amihai, quien cita, entre otras acciones del Ejecutivo, la autorización de 49 nuevos asentamientos (ilegales según la legislación internacional) desde diciembre de 2022 y la legalización de numerosos puestos de avanzada (considerados ilegales incluso por Israel) a lo largo y ancho de Cisjordania. Una ideología “de derechas colonialista” Amihai, cuya organización monitorea y denuncia la ocupación de los territorios palestinos, afirma que la colonización se ha acelerado desde el comienzo de la guerra en Gaza, con la creación de 87 nuevos puestos de avanzada en los pasados 20 meses y la expulsión total o parcial de 60 comunidades palestinas de sus tierras. “Sin duda, la guerra ha hecho que el foco esté en Gaza y que el Gobierno pueda seguir adelante con esta política” en Cisjordania, opina el director ejecutivo. Y agrega que los ultranacionalistas son los que se han hecho más fuertes en la coalición gobernante formada a finales de diciembre de 2022 frente a los otros socios de Netanyahu, los ultraortodoxos. En su opinión, existe una “ideología de derechas colonialista” detrás de la actuación del Gobierno israelí, no sólo en Cisjordania. “Esta es la razón por la que no ponen fin a la guerra, por la que los rehenes siguen en Gaza, por la que no tienen un plan para el día de después de Hamás. Quieren conquistar [la Franja] y quitarse a los palestinos de en medio para establecer asentamientos allí también”, asegura. En 2005 Israel desmanteló los asentamientos que había en la Franja y se retiró del enclave, manteniendo el control de sus fronteras terrestres, sus costas y su espacio aéreo. Ahora, grupos reducidos de colonos judíos han celebrado la posibilidad de volver a establecerse en Gaza y han exigido al Gobierno que se lo permita. Desde Peace Now, Amihai explica que, más allá de las verdaderas intenciones de Netanyahu y las presiones ejercidas por sus socios ultranacionalistas, el resultado sobre el terreno es la mayor colonización de Cisjordania desde los acuerdos de Oslo firmados por Israel con los líderes palestinos a mediados de la década de los 90 del siglo pasado. “Está usando todos sus poderes para continuar por este camino y para destruir la posibilidad de establecer un Estado palestino”, concluye. Filc opina lo mismo: “Netanyahu ha adoptado de facto la agenda de Smotrich y Ben Gvir en Cisjordania”. El experto también señala que es “difícil saber si está de acuerdo con esa agenda o lo hace para contentarlos, pero hay que tener en cuenta que una de las principales metas a lo largo de la carrera de Netanyahu ha sido evitar el establecimiento de un Estado palestino”. Colonos israelíes en la ciudad palestina de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. Como muestra la encuesta del Pew Reasearch Center, sólo un 21% de los israelíes cree que el Estado judío puede convivir con uno palestino de forma pacífica, el porcentaje más bajo que recoge el centro desde que empezó a plantear esta pregunta en 2013. Además de trabajar en contra del establecimiento de un futuro Estado palestino, recientemente Netanyahu –el primer ministro que más años ha ocupado el cargo en la historia de Israel– admitió haber permitido que Qatar transfiriera fondos al Gobierno de Hamás en Gaza para fortalecer a los islamistas y mantener la división con la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna con poderes muy limitados la Cisjordania ocupada y a la que la comunidad internacional considera un interlocutor legítimo para un proceso de paz. Tras haber aniquilado la posibilidad de un proceso de paz con los palestinos y después de más de un año y medio de ofensiva en Gaza, por la cual Netanyahu está acusado de crímenes de guerra y de lesa humanidad, el primer ministro se mantiene en el poder. Con sus últimos movimientos en la Franja, parece haberse asegurado el respaldo de los ultranacionalistas, que amenazaron en varias ocasiones con salir del Gobierno y hacerlo caer. Ahora son sus socios ultraortodoxos (los partidos Shas y Judaísmo Unido de la Torá) los que hacen peligrar la coalición si el Ejecutivo no encuentra una fórmula para que los hombres de esta comunidad no se vean obligados a servir en el Ejército. Ante la continuación de la guerra en Gaza, más sectores de la sociedad israelí y más políticos, incluidos aliados de Netanyahu, han pedido que los ultraortodoxos dejen de gozar de la exención histórica del servicio militar obligatorio, algo que hace un año el Tribunal Supremo de Israel consideró que no tiene base legal. La exigencia de que los jóvenes ultraortodoxos sirvan en el Ejército se ha hecho más apremiante a medida que más soldados han muerto o han resultado heridos en Gaza, y que un mayor número de militares reservistas (casi 300.000 fueron llamados a filas al principio de la guerra) está rechazando ir a luchar a la Franja en los últimos meses.
eldiario
hace alrededor de 15 horas
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