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Trump se abona a la doctrina del shock

Trump se abona a la doctrina del shock
El presidente de EEUU crea situaciones críticas para justificar medidas autoritarias impopularesClaves - Trump despliega la Guardia Nacional en Chicago y otras ciudades demócratas: qué pasa, dónde están los soldados y qué significa Acabo de llegar a casa después de dar un paseo por la ciudad. Hemos ido hasta Adams Morgan a tomar algo y, después, de regreso a casa hemos parado a cenar en El Tamarindo, un restaurante salvadoreño en la calle U de Washington DC, a la altura de la calle 18. El sitio es bastante popular, y tiene unas pupusas fantásticas por apenas 4 dólares –antes de impuestos y propinas–. Mientras nos sentábamos, veíamos por la ventana tres soldados de la Guardia Nacional patrullando a pie por la calle. La imagen de soldados en las calles de cada vez más ciudades estadounidenses recuerda, inevitablemente, a países con gobiernos autoritarios cuando no dictatoriales: el Ejército como herramienta para responder ante situaciones internas, como la supuesta lucha contra la migración o la delincuencia es propio de sistemas políticos muy poco democráticos.  El presidente de EEUU, Donald Trump, está desplegando la Guardia Nacional, sin acuerdo con las autoridades de los Estados, en ciudades demócratas. Argumenta que el partido de la oposición no quiere combatir la delincuencia, pero en ningún caso cuestiona la seguridad ciudadana en el muy religioso y conservador Estado de Utah, donde fue asesinado hace menos de un mes el comentarista ultra Charlie Kirk. Ahora bien, Los Ángeles, Washington DC, Chicago, Memphis y Portland, por ejemplo, sí que necesitan soldados, incluso marines, patrullando las calles, según Trump. Por mucho que a menudo se les vea limpiando parques o apostados en las esquinas.  Hace unos días estaban en la calle M, a la altura de Georgetown, una de las zonas con mayor PIB de la ciudad –la renta media son 130.000 dólares anuales–. Estaban en cada esquina, en parejas, con sus armas a la vista, y saludaban amablemente cada vez que te pillaban mirándolos con sorpresa. Seguramente tengan la instrucción de mostrar toda la amabilidad posible a los viandantes, sabedores de que la abrumadora mayoría de la población es republicana.  Pero todo es parte de la doctrina del shock puesta en marcha por Donald Trump. Tanto repite que la delincuencia está desbordada en las ciudades demócratas, que se vuelve inevitable el despliegue de las tropas y la ocupación de las ciudades.  En su relato, todo tiene sentido. Pero en la calle, la cosa es distinta. Después de cenar, estaba en mi calle un coche retenido por cuatro agentes del FBI y una pareja de policías municipales. No estaba nada claro qué estaba pasando, pero poco a poco se fue congregando una veintena de personas grabando con el móvil. Al final, los agentes dejaron en paz al conductor del coche, se metieron en sus vehículos y se marcharon entre el aplauso de los curiosos. Agentes del FBI y de la policía de Washington retienen a un coche en la calle 16 de la capital de EEUU. A menudo los corresponsales en EEUU nos sorprendemos de la escasa movilización ciudadana contra los atropellos al Estado de Derecho acometidos por la Administración Trump. Llama la atención que el país no se levante contra los retrocesos democráticos. Pero eso no quiere decir que no haya una mayoría que no comparta lo que está ocurriendo en EEUU.  Otra cosa es que esa mayoría sea capaz de articular la protesta o una nueva mayoría electoral con vistas a las elecciones legislativas parciales de noviembre de 2026 y, además, contra el trumpismo en 2038. De momento, hay convocada una protesta el próximo 18 de octubre contra el rey Trump, la ocupación de Washington DC y el despliegue militar en la ciudad. No es la primera, y hace una semana se produjo una bastante grande contra el genocidio en Gaza, pero tampoco suelen ser masivas. Naomi Klein relata en su libro La doctrina del shock cómo las políticas económicas neoliberales se fueron aplicando no porque fuesen populares, aprovechando desastres o contingencias, provocando que se puedan hacer reformas impopulares. Klein introduce dos de sus temas principales: la destrucción del orden económico preexistente y las similitudes entre la crisis económica y la terapia de choque, una técnica psiquiátrica donde se aplicaron choques eléctricos a pacientes con dolencias mentales. En este caso, Trump logró aprobar su Big Beautiful Bill, con importantes recortes sociales y aumento de los recortes sociales prácticamente sin contestación en la calle. Y ahora se encuentra que no puede poner en marcha sus cuentas por la falta de apoyo legislativo, lo cual ha conducido a llamado cierre del Gobierno: lleva gobernando por decreto desde que volvió al Despacho Oval, insultando permanentemente a la oposición, amenazando a periodistas, periódicos y cadenas de televisión; ha ordenado matar civiles en aguas internacionales sin aportar pruebas de que estuvieran cometiendo ningún delito; ampara militarmente y diplomáticamente el genocidio en Gaza; ha acometido uno de los mayores recortes de impuestos para los más ricos del país; se ha enzarzado en una guerra comercial de imprevisible desenlace con todo el mundo; está deportando migrantes sin garantías judiciales; ha cortado fondos públicos a universidades como Harvard con la excusa del antisemitismo; y no termina de saberse bien con quién va en la guerra de Ucrania. Adaptación de un grafiti de Bansky en la calle U de Washington DC. Con Trump, los titulares apenas duran unas horas, porque es especialista de crear uno más potente que el anterior. La cascada de anuncios y acontecimientos es tan grande que resulta imposible de digerir por nadie. A duras penas se puede distinguir entre lo que dice y lo que realmente hace, y logra que el ciudadano medio ya no sepa a qué atenerse y sienta la tentación de desconectar. Es lo que quiere Trump: mantener en tensión a los suyos y sacar de la partida a los rivales, aunque para ello tenga que relevar fiscales hasta encontrar alguien que le haga el juego sucio de perseguir judicialmente a quien no comulgue con el presidente de EEUU. Hace unos días, publicó un post en Truth Social indignado con que el servicio de televisión de pago de Youtube ya no emitiera Univisión. Según el presidente de EEUU, es un retroceso para las posiciones republicanas, hasta tal punto que Trump aludía a las posibles consecuencias para las elecciones de 2026. Sin ningún complejo, dijo Trump hace unos días: “Espero que Univisión, una gran y muy popular cadena hispana, pueda regresar al increíble Google/YouTube. Lo han eliminado de su paquete, lo cual es MUY MALO para los republicanos en las próximas elecciones intermedias. Fueron muy amables conmigo con su especial de mayor audiencia, y establecí un récord republicano en el voto hispano. Google, por justicia, ¡por favor, permite que Univisión regrese! Presidente DJT”. Truth Social de Trump sobre Univisión La intención es clara: crear caos y aprovecharlo para adoptar medidas que de otra forma habría sido imposible por la contestación ciudadana.  Está por ver hasta dónde podrá llegar Trump, si la contestación crecerá, si los demócratas serán capaces de reconstruirse, si la elección del socialista Mamdani como alcalde de Nueva York se convierte en un acicate para el movimiento progresista en EEUU... Está por ver a quién erosiona más el cierre del Gobierno y cómo se resuelve entre un Gobierno que sólo sabe insultar y no negociar y unos líderes noqueados de la oposición.  Con todos esos ingredientes, cada día hay más soldados en más calles de EEUU. Y todos sabemos que eso no suele acabar bien para la democracia ni para la ciudadanía. Con esto lo dejo por esta semana. Muchas gracias por estar ahí. Un saludo. Andrés

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