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De 'rider' sin papeles a ser el mejor actor de Europa, la increíble historia de Abou Sangaré

De 'rider' sin papeles a ser el mejor actor de Europa, la increíble historia de Abou Sangaré
El actor, de origen guineano, se ha convertido en un fenómeno gracias a 'La historia de Souleyman', filme que cuenta la historia de un repartidor y que le ha ayudado a conseguir su nacionalidad francesaCosta-Gavras: “El mundo ha sobrevivido a Stalin, a Hitler, a la Guerra Civil… son tiempos malos, pero saldremos de ellos” En los pasados Premios del Cine Europeo, en diciembre de 2014, la categoría de Mejor actor acabó con sorpresa. En el quinteto de nominados se encontraban nombres que sonaban para los Oscar como Daniel Craig, por Queer, o Ralph Fiennes —que acabó logrando la nominación por Cónclave— además de uno de los niños bonitos del cine de autor como Franz Rogowski, por Bird. Sin embargo, cuando se leyó el nombre del ganador, casi todo el auditorio de Lucerna se sorprendió. El actor de origen guineano Abou Sangaré era elegido como el mejor intérprete del año por su papel en La historia de Souleymane, donde da vida a un rider ilegal que se juega la vida a un ritmo frenético para llevar los pedidos a tiempo. Sangaré no pudo recoger el premio en persona, ya que su situación legal no se lo permitía. El actor no tenía los papeles. Era, todavía, un ciudadano considerado ilegal, que no podía ni siquiera viajar para recoger un galardón por su trabajo. Unas semanas después, los medios franceses daban la noticia de que por fin los había logrado. Poco tiempo después de conseguirlos, el actor atendió en un hotel del centro de París, junto al director del filme, a un reducido grupo de periodistas internacionales, entre los que se encontraba elDiario.es. Sangaré explicaba que hasta ese momento había sido como un fantasma por las calles. “Cuando no tienes los documentos no eres visible para la sociedad. Estás físicamente, pero no estás presente, estás completamente aislado, porque no puedes hacer nada”, decía el actor que, a pesar de los premios y de que la película se convirtiera en un éxito en las salas de cine francesas, se niega a aceptar que su vida ha cambiado. Ni siquiera se considera, de momento, actor. “Dejo que la gente me valore, pero yo soy Sangare. Llegué hace siete años. Me he esforzado mucho estos siete años y he pasado por un infierno. Ahora, gracias a esta película, tengo mis papeles, pero soy el mismo Sangare. Cuando me preguntan a qué me dedico digo la verdad, que soy mecánico de camiones pesados”, aseguraba entonces.  El director del filme, el belga Boris Lojkine recordaba cómo dio con Sangaré. Tras acabar el guion y cuando tuvieron la financiación del filme abrieron “un casting a gran escala” para encontrar al protagonista. La búsqueda comenzó en las calles de París, ya que la idea iniciar era encontrar un rider guineano que pudiera, de alguna forma, interpretar su propia historia. Contactaron con la comunidad guineana y escucharon a más de 200 personas, pero seguía sin encontrar a su Souleymane, por lo que ampliaron la búsqueda. Cuando abrieron el casting a zonas de fuera de París, se percataron de que mucha gente de Guinea que vivía en Amiens, en el norte de Francia. “Llegamos y había una ONG que nos reunió a 25 jóvenes guineanos. Les expliqué que estábamos haciendo una película y en qué consistiría el proceso y que contrataría a la persona que estaba elegida”, rememora sobre la primera vez que vio a Abou Sangaré.  Gracias a esta película, tengo mis papeles, pero soy el mismo Sangare. Cuando me preguntan a qué me dedico digo la verdad, que soy mecánico de camiones pesados Abou Sangare — Actor Cuando se le pregunta al actor por su visión de ese casting se apresura a aclarar algo, y es que su historia no es un logro individual, sino algo que pone en valor el poder de lo común. “Somos seres sociales y siempre debemos participar en esfuerzos colectivos, por eso en Amiens siempre participé como voluntario en varias asociaciones. Había una, a la que iba a menudo, que me dijo que venía un equipo de una película a hacer unas audiciones y eso fue lo que pasó. Yo estaba allí casi por casualidad. Yo estaba entre esos 25 jóvenes guineanos, pero ese día tenía prisa porque tenía que reparar el coche de un cliente y me estaba esperando, así que no podía quedarme mucho tiempo. Hice una entrevista corta, de cinco o diez minutos y tuve que irme”, dice de esa primera prueba. Aun así, algo vieron en él, porque de todos ellos pidieron a cuatro que volvieran. Él estaba entre los elegidos. Le llamaron, pero no podía ir cuando le dijeron. “Al final, justo antes de que se volvieran a París fui a la estación y grabamos un par de escenas en un parque con Boris y su director de casting antes de que cogieran el tren. Cuando llegaron a París me llamaron y me dijeron que fuera para allá en un par de semanas”, concluye. Aquel encuentro a última hora en una estación le cambió la vida y le hizo protagonista de un filme que también trata sobre la identidad, sobre cómo los migrantes muchas veces deben incluso inventarse una para que su historia sea más atractiva de cara a conseguir los papeles.  Abou Sangare con el César al Mejor actor revelación del año Aunque él no fuera un rider, la historia real de Abou Sangaré permeó toda la película. Sus experiencias personales otorgan una profundidad al filme, y es su vida la que cuenta cuando el personaje dice, por fin, su historia real. Lo primero que hizo el director fue interesarse por esa historia, por su viaje real, sus motivos para venir a Europa. Fue ahí cuando le preguntó si le importaba que su personaje la contara en ese emotivo momento. “Para mí fue importante porque esa es mi verdadera historia, la que les conté a las autoridades francesas, y no me dieron el reconocimiento que esperaba. Así que me pareció bueno arrojar luz sobre mi historia personal a través de esta película y presentársela al público”, opina. No extraña “nada” de Guinea. Tiene la rara sensación de haber pasado más tiempo en Francia que allí. “Estoy más conectado con lo que pasa en Francia que en Guinea, quizás me pasa eso porque fuimos colonizados por Francia y hablamos el mismo idioma. La lengua que aprendí en mi casa fue el francés, así que al final me siento un poco como en casa porque se habla el mismo idioma. Pero lo que me gusta de Francia tiene que ver con su aspecto colectivo, con lo social, la solidaridad y la preocupación mutua. La gente se ayuda. Es cierto que no he visto eso en todas las partes de Francia, pero en Amiens, donde vivo, es así, y eso es algo muy valioso”, subraya poniendo en valor las redes comunales que le acogieron cuando no tenía papeles. Antes de que fuera elegido el mejor actor europeo y la vida cambiara. O no tanto. Porque por muchos premios él sigue siendo un mecánico que solo buscaba una vida mejor.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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