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Julia Ducournau salta sin red en su salvaje y arrolladora metáfora del sida, 'Alpha'

Julia Ducournau salta sin red en su salvaje y arrolladora metáfora del sida, 'Alpha'
La directora, que ganó la Palma de Oro con 'Titane', ha polarizado a la crítica con este acercamiento desde el género a la enfermedad que deviene en historia sobre el duelo y el amor Festival de Cannes - La Cañada Real se revindica en Cannes con ‘Ciudad sin sueño’: “Estar en el centro del cine mundial hace que sea vista” “Sé que mi película no es perfecta. Se dice incluso que es monstruosa”. Julia Ducournau dijo esa frase cuando recogió la Palma de Oro por Titane en 2021. Se convertía en la segunda mujer en lograrla y era la primera película de género que alcanzaba este reconocimiento. Ducournau pasó por Cannes entonces como una apisonadora, despertando sentimientos extremos y radicalmente opuestos. Hubo abucheos y gente rendida a esa revisión en forma de body horror de lo trans. Una película que destrozaba los géneros para acabar con el género. Spike Lee, presidente del jurado, dijo en la rueda de prensa posterior al palmarés que nunca había visto una película en la que una mujer “se follara un camión”, y que solo por ese arrojo merecía el galardón. Han pasado cuatro años desde una de las Palmas más comentadas y discutidas, y todos los ojos estaban puestos en Julia Ducournau. Se podría decir, también, que muchos cuchillos estaban preparados esperando el día que se proyectara Alpha, un filme que había llegado rodeado de misterio y del que solo se sabía que era una metáfora, en clave de género y con filtro de la cineasta, sobre el sida. Tras el pase se confirma que el cine de Ducournau no está hecho para el consenso. Si Titane era una apuesta arriesgada, en su paso adelante en vez de domesticarse ha ido más allá. No por violenta, sino por riesgo y personalidad. Alpha es un salto al vacío sin red. Uno en el que Ducournau no tiene miedo a partirse la crisma. Y vaya si le ocurre. Unas cuantas veces. Pero su filme está tan lleno de vida, tan lleno de alma y de amor por sus personajes que siempre se vuelve a levantar y a volar. Parece que aquello que dijera cuando recogió la Palma fuera su mandamiento máximo. Su película está lejos de ser perfecta, es hasta monstruosa, y ese es su principal encanto. El ver a alguien sin miedo a probar, a ir lejos, a experimentar su propio imaginario sin pensar en que pueda ser reventada por la crítica. Solo por eso Ducournau se merece un aplauso. Pero es que además, Alpha, en su escopeta de ideas visuales, acierta muchas veces. Cuando la película funciona, cuando alcanza la nota exacta, conmueve. Se convierte en una película que es a la vez salvaje y arrolladora. Una metáfora del sida en dos tiempos donde las secuelas corporales de la enfermedad se convierten en una especie de pétrea carcasa que va resquebrajándose del cuerpo de los enfermos, y cuya muerte se dignifica convirtiéndose en estatuas de mármol. Donde los hospitales —y esto recuerda a otra pandemia, la de la covid— cierran las puertas y hacen triajes para ver a quién atienden. Donde el miedo se instala debajo de la piel y hace que el sexo se convierta en algo prohibido y arriesgado. Es una película que juega en dos tiempos. El primero cuenta la historia de Alpha, una adolescente que en pleno apogeo del sida es tatuada con una aguja compartida sin esterilizar. Eso levanta el terror de su madre y lleva al espectador a la segunda línea temporal, la que muestra a esa madre lidiando con la adicción a la heroína de su hermano. La posible enfermedad de su hija es lo que le hará recordar aquel otro momento. Esto convierte al filme en una reflexión sobre el duelo y en una historia de fantasmas personal y diferente. Hay una idea conceptual potentísima en Alpha: cómo el miedo de una madre a que su hija pase por lo mismo le ayuda a cicatrizar otra herida que seguía abierta.  La directora Julia Ducournau con su Palma de Oro por 'Titane' No se puede negar que tenga problemas de montaje, que las interpretaciones a veces no estén acompasadas o que de tanta apuesta, peque de confusa. Este drama emocional a la Ducournau siempre llega después con algo para sorprender, como una escena que podría ser de Tiburón en la piscina de un colegio, la potencia de un abrazo entre lágrimas entre Alpha y su tío, las convulsiones acompasadas de ambos, una visita a una discoteca donde los enfermos de sida pueden disfrutar y estar en libertad o ese comienzo, con una niña uniendo con un rotulador los puntos de los picotazos de las jeringuillas en el brazo de su familiar. Momentos que compensan, de lejos, la desigualdad del conjunto. Tras ver su nueva película, uno comprende aquello que también decía Ducournau en las entrevistas promocionales de Titane. Aseguraba que aquella era una película sobre el amor. Alpha, sin duda, también lo es. Una película sobre el amor y sobre los actos de amor más salvajes que uno puede hacer por las personas que quiere, con dos momentos protagonizados por Golshifteh Farahani, capaz de todo por acompañar a su hija y a su hermano en ese proceso de enfermedad y muerte, que demuestran la capacidad de la cineasta de emocionar desde lo monstruoso, desde un cine suicida, arriesgado y que bebe de sus fuentes originales (con Cronenberg siempre en la cabeza) para llevarla a un nuevo lugar. Ojalá más cineastas como ella, sin freno de mano y dispuestas a venir a Cannes sabiendo que los cuchillos estaban afilados.
eldiario
hace alrededor de 5 horas
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