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Las musas también esnifan cocaína

Las musas también esnifan cocaína
Porgy and Bess es una ópera que “cuando se desliza bajo el microscopio dialéctico, resulta ser un tubo de ensayo rebosante del tipo de bacterias a las que el actual régimen ruso es más alérgico”, escribe Truman Capote en su reportaje, un trabajo que se puede leer en castellano gracias a la editorial Big Sur Se sabe que Truman Capote guardaba las papelas en un estuche de Tíffany´s, la joyería donde los desayunos se aliñan con polvo de diamante y el champán es complemento imprescindible. También se sabe que en las noches del Studio 54, Capote salía a la pista dándose mucho pisto con su abanico, regalo de Jean Cocteau. Y que meneaba el cu a ritmo funkarra cada vez que Sly Stone sonaba por los altavoces. Porque a finales de los años setenta, aunque ya no era ni la sombra de lo que fue, el bueno de Sly Stone seguía sacando discos. Los grababa entre los barbechos a los que sometía su castigado cuerpo de hombre de goma. Ya puesto, me atrevo a decir que Michael Jackson y Prince hubieran sonado diferente de no haber existido Sly Stone. El tío marcó la senda a seguir por la negritud urbana, incorporando el soniquete de las calles a sus canciones. Algo parecido pasó con Truman Capote, quien logró dar la vuelta al género periodístico llevándolo hasta la ficción y creando así la “novela de no ficción”; una nueva variedad de texto en la que tomó el pulso al asesinato de la familia Clutter, en Holcomb, Kansas, ocurrido en las primeras horas de la mañana del 15 de noviembre del año 1959. Unos años antes, Capote afinaba las herramientas en un tren con destino a la URSS por encargo de la revista The New Yorker. Iba a realizar un reportaje acerca de una compañía teatral estadounidense que representaba la ópera Porgy and Bess en suelo enemigo. Hay que hacerse el cuadro; estamos en diciembre de 1955, en plena Guerra Fría, y tras el Telón de Acero se esconden los fantasmas rojos que amenazan las noches del sueño americano. Porgy and Bess es un canto a la negritud, donde la música afroamericana se extiende por el gueto en todas sus variantes; blues, jazz, cantos espirituales, melodías y ritmos que se combinan con una historia de amor donde no falta el crimen, la religión, ni tampoco el tráfico de cocaína. Porgy and Bess es una ópera que “cuando se desliza bajo el microscopio dialéctico, resulta ser un tubo de ensayo rebosante del tipo de bacterias a las que el actual régimen ruso es más alérgico”, escribe Truman Capote en su reportaje, un trabajo que se puede leer en castellano gracias a la editorial Big Sur. La traducción corre a cargo de Sandra Caula y se titula Se oyen las musas. Si bien la editorial Anagrama también lo ha publicado junto a otros trabajos dentro del volumen Los perros ladran, en este caso se puede leer por separado. Se trata de un texto que recoge los kilómetros recorridos por el Blue Express, el tren que sale desde Berlín Oriental y que llega a Leningrado, y donde Capote se afeita las mejillas haciendo espuma con su brocha en el té del desayuno. Son años de entrenamiento para Capote, tiempo de fogueo literario donde todavía no anda enganchado al polvo de diamante y los discos de Sly Stone se venden como pan recién hecho, con la corteza que cruje y la miga que pide aceite del amor oscuro.
eldiario
hace alrededor de 18 horas
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