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Convertir la construcción de viviendas en un Lego gigante para atraer trabajadores: "Pasamos de la paleta al destornillador"

Convertir la construcción de viviendas en un Lego gigante para atraer trabajadores: "Pasamos de la paleta al destornillador"
El Gobierno busca impulsar la industrialización de viviendas para pasar del andamio a la fábrica y agilizar la edificación en plena crisis residencialLas empresas que construyan viviendas modulares a precio asequible tendrán prioridad en los 1.300 millones en préstamos del Gobierno María trabaja en una gran nave industrial, ubicada en Aranda de Duero. En una superficie de unos 17.000 metros cuadrados con un fondo blanco impoluto, una cadena de máquinas produce grandes paneles, con ventanas, forjados y canalizaciones para el cableado. La joven, de 24 años, llegó a la empresa de rebote. “Trabajaba en un supermercado y, hace tres años, vi la oferta y me llamó la atención, así que envié el currículum por probar”, recuerda. Ahora se dedica al montaje de toda esa estructura, que acabará siendo la pared de unas de las 3.000 viviendas industrializadas que Ávita es capaz de sacar de esa fábrica cada año, en un sector, el de la construcción, eminentemente masculino. “No me imaginaba ni por asomo manejar maquinaria, ni el toro, ni la pala...”, bromea. El caso de María es paradigmático de un nuevo foco de captación de mano de obra en el que buena parte del sector de la construcción, pero también el Ministerio de Vivienda, ha puesto el foco. En un contexto en el que la Confederación Nacional de la Construcción (CNC) cifra el déficit de trabajadores en unos 700.000, muchas voces apuntan hacia el segmento de vivienda industrializada, que consiste en fabricar diferentes elementos del edificio en una fábrica y luego montarlo in situ, como una alternativa de atracción de personal. “Desde que empezamos en agosto de 2022, hemos llevado a cabo un proceso de evangelización vendiendo las bondades y las fortalezas del sistema, sobre todo en la parte de sostenibilidad y eficiencia, que conviven con el reto del acceso a la vivienda”, explicaba el presidente de Grupo Avintia, Antonio Martín, durante una visita de la ministra de Vivienda a la fábrica: “Es un proceso disruptivo, porque cambiamos la paleta por el destornillador”. “Es construir más, más rápido y mejor, con mayor calidad, con ahorro y eficiencia energética, con seguridad para los trabajadores y trabajadoras y con innovación y digitalización”, coincidía Isabel Rodríguez, que ha puesto sobre la mesa un Proyecto Estratégico para la Recuperación y la Transformación Económica con 1.300 millones de euros de financiación en diez años, con los que el Ejecutivo quiere impulsar una industria con capacidad de levantar 15.000 viviendas al año de media en la próxima década. María, en la fábrica de Ávita en Aranda de Duero (Burgos) “La falta de mano de obra es testigo de un relevo generacional. ¿A cuánta gente de 20 o 30 años le dirías que se fuera a trabajar a una obra si tienen la posibilidad de estar en un almacén, tal vez cobrando menos, pero con otras condiciones?”, plantea el vicepresidente de la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE), Juan Carlos Bandrés. En la mente de todas las voces consultadas permanece la crisis de 2008, que dejó en la calle a cientos de miles de trabajadores de la construcción, que “se han buscado la vida en otro mundo o se han ido jubilando”, explica Bandrés. Al sector de la construcción tradicional le juegan en contra varios elementos: desde esa mayor capacidad de elección, hasta una alta penosidad o una siniestralidad con un índice de incidencia total de 5.745 accidentes y de mortalidad de 10,1, el más alto, según los datos de abril de 2024 a marzo de 2025 del Instituto Nacional de Seguridad Salud en el Trabajo (INSST). Eugenio tiene 54 años. Empezó en la obra a los 16 y ahora está empleado en ABS, una empresa de viviendas industrializadas, en las que las condiciones son totalmente diferentes. “Trabajar en una obra es muy duro y, aunque esto también lo es, no tiene nada que ver”, señala el hombre. Los entornos fabriles evitan el grueso del trabajo a la intemperie y la siniestralidad es menor. La compañía ABS cuenta en este momento con una fábrica con capacidad para producir entre 30 y 50 viviendas unifamiliares, pero planea ya acogerse al PERTE para abrir un nuevo centro con el que multiplicar por 10 su producción y entrar al mercado de la edificación de vivienda tasada o pública, donde fuentes de la empresa ven gran demanda ante la incapacidad para satisfacer la necesidad de vivienda general. La ministra de Vivienda ha anunciado que todas las licitaciones de la nueva empresa pública premiarán con un 10% de los puntos a aquellos proyectos que incorporen elementos industrializados, una fórmula de garantizar clientes a un mercado incipiente, pero que ya salpica por el territorio ejemplos de sus edificaciones. "Es un proceso que cambia la forma de hacer edificación y que tiene que estar presente desde el proyecto, teniendo en cuenta la fabricación, el transporte, la elevación y el montaje" Sandra Llorente — Lignum Tech El Plan Vive de la Comunidad de Madrid es uno de esos ejemplos. Lignum Tech ha participado en la edificación de una de esas promociones, en Navalcarnero, con fachadas industriales que pueden formar parte de la estructura del bloque y con baños que producen en cadena y encajan en el edificio, como una pieza de Lego. “Es un proceso que cambia la forma de hacer edificación y que tiene que estar presente desde el proyecto, teniendo en cuenta la fabricación, el transporte, la elevación y el montaje”, indica su directora general, Sandra Llorente, que aboga también por una estandarización de medidas y formatos que permita reducir costes, como ocurre ya con puertas de entrada o de armarios. Esa unidad la piden también otras voces del sector. “Casi todos los desarrollos urbanísticos están pensados con reglas que limitan parcialmente la industrialización, que se pueda producir en serie y que sea más competitiva a la hora de ofrecer un producto de mayor calidad sin tener que incrementar el coste”, explica Bandrés. Una fachada unos centímetros más o menos alta puede condicionar todo el proceso. Llorente, que es también miembro del Clúster de Edificación, explica que estos nuevos procesos de fabricación pueden acortar los tiempos y reducir costes. Para ello, “hacen falta trabajos colaborativos entre promotores, constructores y fabricantes”. “Para un promotor ya es más barato, pero ahora mismo los constructores se quedan ese tiempo como colchón”, explica. Para la experta, tanto el Perte anunciado por el Gobierno como la reserva de un 10% de la puntuación para los proyectos para el parque público pueden contribuir a atajar la crisis de la vivienda. “Desde que se compra suelo finalista hasta que se termina la construcción, pueden pasar tres años. Si somos capaces de acortar las fases del proyecto, dar antes la licencia y atacar la fase de construcción, que es el 50% del tiempo, podremos ser más económicos y poner esos pisos a disposición de la población, para disminuir el gap de personas que buscan casa respecto a la creación de hogares”, señala. Desde la gerencia de LA Asociación de Fabricantes de Viviendas Industrializadas de Hormigón en Altura (Vivialt), integrada en Andece, destacan que estos procesos automatizados y con un alto nivel de digitalización, en entornos absolutamente controlados, podrían acelerar los desarrollos hasta un año, con viviendas que ofrecen mejores resultados y un ahorro en consumo energético, tanto de frío como de calor y unas calidades muy superiores. ¿Pueden bajar los precios? A nivel particular, haría falta uniformizar los procesos y reducir los costes de gestión del suelo y licencia, indican. En programas de colaboración público-privada, podría suponer el aprovechamiento de los inmuebles en un plazo inferior. Desde CCOO Hábitat, su secretario general, Daniel Barragán, coincide en que estos procesos industriales pueden reducir la siniestralidad en un sector especialmente castigado, pero pide “afinar el tiro”, con promociones nuevas en zonas de fácil acceso, donde la reducción de costes pueda repercutir en el precio. Y, sobre todo, que esta nueva forma de edificar venga acompañada de otro tipo de medidas que garanticen el acceso de las personas trabajadoras a una vivienda digna: “Debe ir de la mano de un plan que haya que los precios estén contenidos, que se limiten los del alquiler y que haya nuevos edificios y programas específicos para gente joven. Si tenemos más viviendas, pero siguen costando una millonada, no sirve de nada”. Con todo, la producción de viviendas industrializadas convivirá con la obra tradicional. “Muchos elementos ya se prefabrican y, aunque es difícil de cuantificar, se podría decir que entre el 10 y el 15% de la construcción edificatoria incluye ya alguno de estos elementos”, explica el director de Formación y Empleo de la Fundación Laboral de la Construcción, Javier González, que pone como ejemplo las vigas o forjados. En 2024, el centro de formación acogió a más de 110.000 alumnos y coincide en que esta forma de trabajo puede ser más atractiva y, a priori, “un elemento que ayude a la captación de talento para la construcción”. Sin embargo, no olvida que también hay trabajadores que pueden preferir la versatilidad de la obra o el trabajo en equipo de una cuadrilla.
eldiario
hace alrededor de 12 horas
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