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El alza de las materias primas agita (aún más) la volatilidad de los mercados

El alza de las materias primas agita (aún más) la volatilidad de los mercados
Minerales metálicos, combustibles fósiles, materiales para la industria del automóvil, productos agrícolas y, por supuesto, chips para los boyantes negocios tecnológicos registran notables oscilaciones de preciosEl calentamiento global ya juega con ‘las cosas del comer’: las cosechas son ahora una montaña rusa y vienen más curvas El sónar de las materias primas empieza a registrar señales especulativas y alertas de riesgos por la inestabilidad geopolítica y las alteraciones de la economía global. Quizás el precio de la onza de oro, en cotas desconocidas desde la década de los setenta, cuando el planeta se aprestaba a atravesar la histórica crisis petrolífera que Occidente no quiso apreciar y que alumbró a la OPEP como el gendarme global de los precios del barril, sea el faro que mejor proyecta la luz roja de las materias primas sobre la coyuntura mundial y los mercados de capital. Ha subido un 39% durante los nueve primero meses del año, con una predicción de alcanzar los 5.000 dólares en 2026. Pero no es, ni mucho menos, la única materia prima que registra movimientos telúricos. El valor del litio se desbordó en agosto, mientras el cobre se unía a los minerales metálicos con aranceles específicos y daba otra vuelta de tuerca a los precios de unos materiales indispensables para el desarrollo industrial. Estos tres metales –el dorado, el blanco y el rojo– son tres botones de muestra de la inestabilidad que reina en los mercados. El primero, como termómetro del elevado voltaje geopolítico que ha acumulado 2025 y, de forma más reciente, por la injerencia de la Casa Blanca en la soberanía de la Reserva Federal en el manejo de la estrategia monetaria americana. El segundo, por el cierre de varias minas en China, a las que Pekín ha cancelado sus licencias. Y el tercero, por la tensión comercial que los aranceles de la Administración Trump causan al mercado global. Desde luego, el oro conserva su tradicional atractivo inversor como depósito no correlacionado con el índice S&P 500 o los bonos del Tesoro americanos. Pero la capacidad de agitación de las materias primas trasciende la actitud del metal precioso. Porque casi todo su enrevesado universo está en efervescencia. Estos cinco bloques ayudan a comprender la dimensión de sus tentáculos y su poder para alterar segmentos productivos y alterar la actividad global. Minerales metálicos: se avecinan fusiones Aluminio y acero son dos clásicos de las guerras comerciales que han instaurado todos y cada uno de los presidentes republicanos desde Ronald Reagan. Los Bush y Trump, en su mandato 2016-2020, con resultado recesivo en la contabilidad federal del PIB. En esta ocasión, ha elevado su arancel al 50% y ha incorporado un convidado de piedra, el cobre, clave en sectores como el constructor, el del transporte o el de infraestructuras, entre muchos otros, dentro de sus peajes a la importación. También con el 50%, desde agosto.  Las empresas vinculadas a los minerales metálicos empiezan a soportar sobresaltos tanto en sus cadenas productivas como de suministro. El nuevo mapa arancelario ha reordenado sus pedidos y reconfigurado sus cargos marítimos. Hasta el punto de variar sus estrategias corporativas por la incertidumbre sobre sus rendimientos y cuentas de resultados futuros. Se avecinan fusiones, advierte el consenso del mercado. En especial, en factorías de aluminio y de cobre, catalogado como crítico por la Casa Blanca, y que ha duplicado su valor desde 2020. Fitch Ratings acaba de revisar al alza sus predicciones de precios de la práctica totalidad de estos minerales –con la casi única excepción del níquel– ante la creciente demanda de consumo y con el cobre a la cabeza de las subidas a corto plazo. Incluso descontando notables esfuerzos de resiliencia en todos ellos y a pesar del aminoramiento de la actividad mundial. Más a largo plazo, entre 2027 y 2028 subirá la cotización del aluminio y del acero, así como la del zinc. El mercado energético sale de la escena inflacionista Arabia Saudí ha inundado con barriles extra el negocio petrolífero hasta rebasar el punto de saturación de la oferta. El propósito de la estrategia de Riad, incomprendida por los agentes del mercado cuando la OPEP+ emprendió los incrementos de cuotas la pasada primavera, era y sigue siendo provocar la quiebra de petroleras estadounidenses y acabar, junto a los nuevos exportadores latinoamericanos de crudo, con las extracciones de el oro negro de esquisto; especialmente, de la industria texana, a la que Trump ha prometido ayudas y subvenciones.   El barril no se saldrá de la horquilla de los 60-70 dólares, salvo ocasiones puntuales y si no surgen escenarios geopolíticos de especial voltaje. Pero en Economist Intelligence Unit (EIU) vislumbran “peligros de volatilidad”, pese a la abrupta rebaja de cotización, porque, a su juicio, “el petróleo y el gas seguirán soportando tensiones inversoras por el perjuicio que los aranceles recíprocos generarán sobre la inflación americana y su economía, todavía bajo seria amenaza de recesión”. Un reciente informe de S&P deja cambios visionarios: El gas natural dominará el mix energético de EEUU, China e India en 2050; será el único combustible fósil que aumentará su peso y rebajará la influencia de los renovables, que solo suministrarán el 20% de la energía global en el ecuador del siglo, pese a que repuntarán del 4% actual. La industria del automóvil pasa por boxes Gravámenes a la importación del 25%, con rebaja de 10 puntos a aliados como la UE, Japón o Corea del Sur, y con una nueva y reciente petición al sector de automoción estadounidense para proteger con tarifas adicionales las piezas auxiliares o de transcendencia productiva por parte de la Administración Trump. El corsé arancelario pone en jaque un negocio de 460.000 millones de dólares anuales, la rúbrica de compra de vehículos del exterior por parte de EEUU. Además de recabar billonarios flujos de capital procedentes de las naciones signatarias de nuevos pactos con la Casa Blanca; sobre todo, a Japón y Europa. A este cuadro de mando se unen otros obstáculos a la libre circulación de vehículos. Otra vez, por invocación a la seguridad nacional. Entre otros, el repunte aduanero por el acero y el aluminio a más de 400 productos necesarios para ensamblar modelos automovilísticos. Desde los sistemas de escape, hasta componentes para autobuses. O el alza del litio que en los meses de verano se ha multiplicado por ocho desde 2020, hasta llegar a rebasar los 85.000 dólares por tonelada el 20 de agosto, por las amenazas de cierre de varias mineras chinas. En septiembre, Pekín renovó varias licencias que provocaron el letargo productivo a yacimientos como el Jianxiawo, uno de los de mayores del gigante asiático. Motivo por el que su cotización se ha ajustado hasta los 75.000 dólares esta semana. Los analistas auguran toboganes de precios hasta 2028 en un mineral esencial para fabricar baterías de vehículos eléctricos. Fluctuaciones que también están a merced del descenso de la demanda de sus modelos automovilísticos, de la reconversión que debe afrontar la industria y de la prolongación de su ciclo de negocios. El cobalto sufre un shock de oferta semejante que tiene en vilo a sus cadenas eléctricas. También con riesgo de cierre de minas; en este caso, por decisión de la República Democrática del Congo, que aporta el 70% de este mineral. Los alimentos se encarecen por todas las latitudes del planeta El arroz ha sacado a Japón del limbo deflacionista por primera vez en décadas, y las fuertes oscilaciones se apoderan de los precios del café y del cacao. Estos dos productos alimentarios han trastocado sus modelos de negocios, de décadas de antigüedad, por la volatilidad, y han dejado de cerrar operaciones a largo plazo. Estos últimos meses las hacen al contado, y las liquidan con proveedores y clientes de inmediato, para hacer frente a las curvas de futuros, que se dispararon a comienzos de 2025 ante la inmovilización de partidas por riesgos de impagos. “Es una transformación completa”, admite Antoine Mangin, de ING; un caso claro de subida de primas de seguros, colapsos logísticos y quiebras contractuales que demanda “nuevas fórmulas para reducir pérdidas y financiar cargamentos que garanticen el tránsito entre centros de producción y consumo”. A esta dupla se ha unido el azúcar. Todos con pausas primaverales en sus cotizaciones que se han disparado en verano. El precio del arroz en Japón, con alzas que rozaron el 30% en junio, fraguó parte del descontento social contra el recién dimitido primer ministro Shigeru Ishiba, al que se achacó falta de voluntad para impulsar reformas agrícolas que alienten la siembra nacional. La IA catapulta los chips y los minerales críticos La prohibición a empresas chinas de pruebas con chips de Nvidia y la exigencia de cancelación de los pedidos en curso con la mayor compañía mundial por capitalización bursátil que ha destapado Financial Times es la última prueba de que la dura carrera competitiva por dominar la Inteligencia Artificial (IA) entre las dos superpotencias está trastocando el negocio de la tecnología. Pekín aduce posibles prácticas de espionaje en los circuitos integrados de la firma de Jensen Huang, que logró una excepción al veto tecnológico de la Casa Blanca a la venta de chips al gigante asiático dentro de las negociaciones comerciales bilaterales en curso. El doble boom de la IA y de los centros de datos ha mejorado las expectativas de un negocio que está en condiciones de superar los 92.000 millones de dólares este año, según Statista, solo en semiconductores diseñados para impulsar proyectos en curso y pedidos en ciernes. Ello empuja a las compañías europeas y chinas, que mejoraron sus ventas un 15% y un 13%, respectivamente, en términos interanuales. También estadounidenses: Oracle es el último milagro en bolsa de una firma que ha apostado decididamente por la IA en el último lustro. La consultora DTechEx augura una capacidad productiva anual de 8,1 millones de toneladas de materiales críticos, que obtendrían un valor de 66.000 millones de dólares, en 2046, más de 5,8 veces el cheque actual a precios corrientes de mercado.  

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