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Armas, energía y plataformas digitales: lo que esconde la negociación de los aranceles de Trump y la UE

Armas, energía y plataformas digitales: lo que esconde la negociación de los aranceles de Trump y la UE
La presión de Donald Trump para que los miembros de la OTAN eleven el gasto militar persigue que inviertan en la industria de EEUU y por eso Washington se revuelve contra el mecanismo 'made in Europe' ideado por la UELa UE eleva el tono contra Trump por los nuevos aranceles en plena negociación Armas. Energía. Y menos regulación para las grandes plataformas digitales estadounidenses. Donald Trump usa los aranceles como palanca negociadora. Lo hizo con Canadá y México, para que reforzaran los controles fronterizos de personas y de drogas. Y lo consiguió. Y ahora está en un pulso complejo con la Unión Europea en el que no solo busca que la UE exporte menos a EEUU para equilibrar esa balanza comercial. Lo que busca Trump es que sus socios contribuyan más a la OTAN y a la defensa europea para poder replegarse él –está reclamando un gasto del 5% del PIB en defensa, cuando ahora el umbral es del 2%–, pero también que compren más energía y gas estadounidenses, cosa que lleva haciendo la UE desde la desconexión del gas ruso. Y luego está la otra pata, que interesa mucho a la Casa Blanca porque afecta a empresas punteras estadounidenses con muy poca competencia en Occidente: la regulación europea de las plataformas digitales –Facebook, X, etc.–, y de las grandes empresas tecnológicas con posiciones monopolísticas –Amazon, Google, Apple– que son multadas sistemáticamente por la Comisión Europea por posición dominante en el mercado. Y Trump no quiere eso. Hasta tal punto que su secretario de Estado, Marco Rubio, ha amenazado con no dejar entrar en el país a quienes legislen contra empresas estadounidenses, en lo que supone un aviso para navegantes en la Comisión Europea. En una nota difundida por el Departamento de Estado y firmada por el propio Rubio, se afirma: “En algunos casos, funcionarios extranjeros han llevado a cabo acciones de censura flagrantes contra empresas tecnológicas de Estados Unidos y contra ciudadanos o residentes estadounidenses, sin tener autoridad alguna para hacerlo. Es inaceptable que funcionarios extranjeros emitan —o amenacen con emitir— órdenes de arresto contra ciudadanos o residentes estadounidenses por publicaciones en redes sociales hechas en plataformas estadounidenses, mientras se encuentran físicamente en suelo estadounidense. Igualmente, es inaceptable que esos funcionarios exijan a las plataformas tecnológicas de Estados Unidos aplicar políticas de moderación de contenidos a nivel global o que participen en actividades de censura que excedan su jurisdicción e invadan la nuestra”. El vicepresidente de EEUU, JD Vance, ha acusado en el pasado a la UE de censura por la Ley de Servicios Digitales (DSA), porque exige a las plataformas digitales responsabilidades sobre lo que en ellas se publica. En febrero, Vance acusó a los líderes europeos, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, de reprimir opiniones disidentes al etiquetarlas como “desinformación” y “fake news”. Guerra comercial Que el resto de países del mundo compren más en EEUU es lo que subyace detrás de la guerra comercial a nivel mundial que ha desatado Donald Trump y que le ha llevado a ir anunciando aranceles indiscriminadamente. En palabras más técnicas, lo que quiere el líder republicano es equilibrar la balanza comercial. El principal socio de ese país es la Unión Europea. El comercio entre los dos bloques es de unos 1,6 billones de euros al año. Cada día se producen intercambios comerciales entre los dos lados del Atlántico por un valor de 4.400 millones de euros. Pero la UE tiene un déficit de 50.000 millones de euros. Y eso es lo que Trump quiere solucionar. Más allá del ofrecimiento de aranceles 'cero por cero' para los bienes industriales y los vehículos, en Bruselas han leído la exigencia de Trump y le han ofrecido un incremento de las importaciones. “Si el problema está en el déficit de 50.000 millones de euros, creo que realmente podemos resolverlo muy rápidamente a través de las compras de GNL, a través de algunos productos agrícolas como la soja o en otras áreas”, expresó recientemente el comisario de Comercio, Maros Sefcovic. La energía es una de las bazas negociadoras de la UE con EEUU, que ha sido uno de los principales beneficiarios de la ruptura de los 27 con Rusia a raíz de la guerra en Ucrania. En 2024 las importaciones de gas natural licuado (GNL) del bloque comunitario a EEUU se duplicaron respecto a 2021. Pero la desconexión total que persigue ahora la UE le da margen para comprometer un aumento de esas compras. Trump quiere también que sus aliados compren más armamento de la industria estadounidense. Y la presión se la ha trasladado a los miembros de la OTAN con la exigencia de un incremento del gasto militar hasta el 5%, desde el compromiso actual del 2%. El secretario general, Mark Rutte, ha hecho suya la petición al plantear a los 32 países de la alianza una subida de tres puntos hasta 2032. La mayoría de aliados, entre ellos España, han anunciado incrementos históricos del gasto militar. También la Unión Europea, que inicialmente era un proyecto alejado del concepto de la seguridad y la defensa, ha ideado un 'plan de rearme' que ha cifrado en 800.000 millones de euros. Una parte (150.000 millones) se articularán a través de préstamos a los Estados miembros para proyectos de defensa 'made in Europe'. “El coste de los componentes originarios de la Unión, de los estados EEE-AELC o de Ucrania no podrá ser inferior al 65% del coste estimado del producto final. Ningún componente procederá de un tercer país que contravenga los intereses de seguridad y defensa de la Unión o de sus Estados miembros”, recogen las normas del mecanismo SAFE. Y esa cláusula no ha gustado en Washington, a pesar de que el grueso del plan (650.000 millones), que se presupone a través de la flexibilización de la disciplina fiscal cuando se trate de gasto militar, da vía libre a los Estados miembros para reforzar sus capacidades donde quieran. “Consideran que no es la mejor manera de reforzar la relación trasatlántica”, expresan fuentes aliadas sobre los recelos expresados por EEUU. Esas fuentes admiten que el incremento de las importaciones de la industria estadounidense es una de las cuestiones que forma parte de la negociación en el marco de la cumbre de la OTAN. Y los países europeos, entre ellos España, no ponen pegas a incrementar las inversiones en ese país. La línea roja de las leyes digitales El gran quebradero de cabeza tiene que ver con las leyes digitales de la UE, que pretenden poner coto a las grandes plataformas y que su actuación online esté acompasada con la realidad offline. Y la gran mayoría de los gigantes tecnológicos (Google, Meta, Microsoft, Apple, X...) están en EEUU. De hecho, muchos de los magnates tecnológicos, entre ellos Mark Zuckerberg o el propio Elon Musk –que llegó a formar parte de la Administración Trump–, no han dudado en susurrar al oído del líder republicano para que ponga las normativas digitales (DSA y DMA, por sus siglas en inglés) en la diana. Enmendar o dejar de aplicar sus leyes digitales es una línea roja para la UE, que se ha encontrado en las últimas semanas en la compleja situación de imponer las primeras sanciones según esas reglas pioneras bajo la presión de Washington. No obstante, la vicepresidenta primera, Teresa Ribera, que es a quien corresponden esos expedientes, aseguró este lunes que no han recibido la queja airada del Ejecutivo estadounidense. No obstante, la Comisión Europea dio un perfil bajo a la decisión, que se quedó muy por debajo de los límites establecidos para las multas en la regulación. Conscientes de que el punto fuerte de EEUU respecto a los intercambios comerciales con la UE son precisamente las plataformas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, apuntó directamente a las 'Big Tech' en caso de que no haya un acuerdo que evite los aranceles. “Hay una amplia gama de contramedidas en caso de que las negociaciones no sean satisfactorias. Un ejemplo es que se podría poner un gravamen a los ingresos publicitarios de los servicios digitales”, dijo la alemana en una entrevista con el periódico Financial Times, en la que aseguró que las normas digitales de la UE “son intocables”. Las conversaciones entre Bruselas y la Casa Blanca se han intensificado en los últimos días. Una delegación de cinco técnicos comunitarios se han desplazado a Washington para dar un impulso a las negociaciones y este miércoles el comisario de Comercio se reunirá con sus homólogos en los márgenes de la OCDE en París. La Comisión Europea ha asegurado este martes que los intercambios han sido “constructivos” en las últimas horas, después de haber elevado el tono cuando Trump sorprendió con un incremento del 25 al 50% de los aranceles al acero y el aluminio. Ante ese nuevo órdago del presidente estadounidense, la UE respondió con la amenaza de adelantar las contramedidas que permanecen en suspensión para dar una oportunidad a la negociación e incluso acelerar las contramedidas que aún no se han acordado en el seno del bloque comunitario. Y para eso en Bruselas sostienen que esta semana, cuando se cumplen dos meses desde que comenzaron las conversaciones, es clave.

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