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El cortejo de los europeos a Trump evita otra bronca y (por ahora) la entrega de Ucrania a Putin

El cortejo de los europeos a Trump evita otra bronca y (por ahora) la entrega de Ucrania a Putin
Los nueve meses de intentos de lidiar con el presidente de Estados Unidos han mantenido abierta la comunicación y han suavizado a ratos el tono del presidente de EEUU, pero han servido de poco para disuadir a RusiaLos europeos presionan a Trump para que no se pliegue ante Putin: “Hay esperanza de que algo se mueva” Los líderes europeos llevan nueve meses intentando apaciguar a Donald Trump y alejarle de Vladímir Putin y sus mensajes sobre Ucrania, que el presidente de Estados Unidos no ha dejado de repetir. El despliegue inédito este lunes en Washington ha sido la escenificación de la presión que mantiene la relación diplomática, pero ha dado hasta ahora pocos frutos para la seguridad europea. Esta intervención de urgencia logró evitar la ruptura con Trump y frenar su entrega a los argumentos del Kremlin después de la cita del viernes con Putin en Alaska. En una comparecencia con tono calmado ante las cámaras este lunes en el Despacho Oval, Trump evitó atacar al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y ninguno de los dos reaccionó ante las preguntas más provocadoras que cuestionaban la ayuda a Ucrania. Pero el presidente de Estados Unidos aseguró que Putin quiere la paz, ha renunciado a pedir ahora una tregua, insistió en el “intercambio de territorios” y sólo dijo de manera genérica que ayudará a los europeos que quieren proteger a Ucrania en el futuro, y que serán “la primera línea de defensa” para el país. Trump dio sus respuestas más largas al ser preguntado sobre asuntos domésticos. Desde que el republicano fue elegido presidente en noviembre de 2024, varios líderes europeos le han alabado y cortejado con ceremonias pomposas, citas con monarcas, partidos de golf y promesas de gasto militar que pueda vender en casa como triunfos. Alguna vez le han presionado y corregido con alguna palabra más crítica y han propiciado encuentros con el presidente Zelenski. El presidente francés, Emmanuel Macron, lo intentó con la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame, a la que invitó a Trump cuando todavía no había tomado posesión como presidente. Así logró la primera reunión de Trump con Zelenski en diciembre en París. Unas semanas después, el primer ministro británico, Keir Starmer, agitó con entusiasmo forzado la carta de invitación del rey Carlos III en el Despacho Oval mientras le pedía “garantías de seguridad” para Ucrania. Esto pasó horas antes de la bronca de Trump a Zelenski ante las cámaras azuzada por el vicepresidente JD Vance. Después, hasta El Vaticano echó una mano para una conversación improvisada aprovechando el funeral del papa Francisco en abril. El presidente Donald Trump y el president Volodímir Zelenski, en El Vaticano el 26 de abril de 2025. “El impacto positivo de la complacencia es que, por el momento, Trump sigue dispuesto a recibir a estos líderes europeos que le han rendido pleitesía”, explica a elDiario.es Keir Giles, experto en Rusia y la región del think-tank británico Chatham House y autor del libro Who Will Defend Europe? (¿quién defenderá a Europa?). “Han logrado su objetivo de mantener la comunicación abierta, aunque, al final, no hayan hecho nada positivo para preservar la seguridad de Europa porque Trump no se ha visto disuadido de suscribir las soluciones preferidas por Vladímir Putin para Ucrania, lo que indirectamente afecta a la seguridad europea”. ¿Dispuestos o capaces? Starmer se ha concentrado en montar una misión europea de la llamada coalición de dispuestos para el futuro mantenimiento de la paz, si hay pacto para la congelación o cese de la guerra, para presentar algo organizado ante Estados Unidos esperando su colaboración. Pero ni Trump se había mostrado hasta ahora especialmente interesado en esta idea ni otros socios europeos más allá de Francia han sido claros en su disponibilidad para aportar medios sobre el terreno. “Debemos recordar que la coalición aún no ha hecho nada. En parte debido al incómodo descubrimiento de que una coalición de los dispuestos no es lo mismo que una coalición de los capaces”, dice Giles, que también duda de las promesas de gasto en defensa de la OTAN, que contienen pocos detalles y tienen un plazo largo cuando ni siquiera se cumplieron a tiempo los compromisos anteriores para 2014 y 2024. En la cumbre de La Haya en junio, los europeos buscaban sobre todo contentar a Trump con el compromiso de la mayoría de los aliados de la OTAN a gastar el 3,5% del PIB en defensa dentro de diez años más otro 1,5% en protección civil, ciberseguridad o emergencias climáticas. El presidente de Estados Unidos lo pudo vender como un triunfo, con la entrega incluida del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que le llamó “papi”. Pero la promesa lejana -en 2035 ni Trump ni probablemente la mayoría de los líderes actuales estarán en el poder- y en realidad con pocos detalles ha surtido un efecto limitado hasta ahora. Un grupo de personas durante una concentración de apoyo a Ucrania junto a la Casa Blanca, este lunes en Washington. La estrategia europea de los últimos meses, sobre todo empujada por Starmer, es repetir que Trump está comprometido con las negociaciones de paz o que entiende que Ucrania no puede entregar su país, aunque los mensajes del presidente de Estados Unidos sean contradictorios y a menudo tiendan a repetir las declaraciones del Kremlin. Después de una llamada el miércoles con los principales líderes europeos, Macron aseguró que Trump tenía “muy claro” que no podía negociar el futuro de Ucrania y hablar de concesiones territoriales sin ni siquiera su presidente delante. Pero so es lo que pareció hacer el presidente de Estados Unidos horas después en la reunión con Putin en Alaska. Y de ahí el inédito viaje de los líderes europeos a Washington. Líderes en pánico El grupo de europeos que acompañó a Zelenski este lunes en Washington tenía un poco de todo lo que puede complacer o intimidar ligeramente a Trump. El acento y las buenas maneras de Starmer, que el presidente de Estados Unidos tanto dice admirar, la energía y la capacidad de réplica de Macron, que a veces enerva pero también frena a Trump, la seriedad de Friedrich Merz, el canciller alemán que ha apoyado con más claridad a Ucrania que sus antecesores, el peso de Ursula von der Leyen en representación de la UE, la cordialidad de la primera ministra Giorgia Meloni y del presidente finlandés, el pragmático Alexander Stubb, y la entrega de Rutte. Todos posaron juntos con gesto serio, y luego, sentados alrededor de una mesa, Trump los presentó con palabras positivas sobre cada uno. Después les invitó a hablar para que le mostraran su agradecimiento por estar allí, como suele hacer en las reuniones con su gabinete. Todos estos líderes europeos “han encontrado su propio estilo para intentar comunicarse con Trump”, según explica Giles. Sin embargo, “ninguno es evidentemente apto para persuadir a Trump de hacer algo que realmente no quiere hacer… como apoyar a Ucrania”. El hecho de que los líderes europeos de los grandes países de la UE organizaran en pocas horas su viaje a Washington ha sido ya una indicación clara del miedo por lo que se juega en estas horas. Diplomáticos europeos en Bruselas comparaban el momento con la invasión de Irak o con los tiempos más duros de la Guerra Fría. Se esperan “días decisivos”, como dijo Stubb, el presidente finlandés. Ahora “hay un breve momento de claridad y unidad porque estos países, una vez más, se han visto obligados a actuar por el pánico”, explica Giles. El primer ministro polaco, Donald Tusk, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el presidente francés, Emmanuel Macron, el primer ministro británico, Keir Starmer y el canciller alemán, Friedrich Merz, hablan por teléfono con Donald Trump durante una cumbre europea en Tirana, Albania, el 16 de mayo de 2025. Los principales objetivos europeos de la reunión en Washington, además de evitar otro intento de humillación pública de Zelenski, eran la participación de Estados Unidos en las futuras garantías de seguridad, presionar en contra de las cesiones prematuras de territorio y empujar el comienzo de negociaciones que incluyan a Ucrania al mismo nivel que Rusia. La idea del alto el fuego, que ha sido uno de los objetivos más repetidos por Starmer y otros líderes europeos, parecía aparcada para adaptarse al último impulso de Trump. Macron y Merz insistieron en la tregua ante las cámaras, pero Starmer se adaptó y habló de una paz sostenible a largo plazo. Dudas sobre el Trump Las voces más expertas no han dejado de alarmarse por la actitud de Trump y dudan de que salga una paz y mucho menos una paz duradera. “Esta guerra puede terminar. Estados Unidos tiene el poder de ayudar, pero ese poder debe ser dirigido con cuidado en beneficio del lado que se está defendiendo a sí mismo”, escribe en su boletín Timothy Snyder, el historiador especialista en historia de Ucrania y de Europa central y oriental. “Sólo hablar, especialmente repitiendo la propaganda del agresor, no traerá la paz”. Snyder también recuerda que “en negociaciones eficaces, las concesiones no se hacen por anticipado, no se hacen a cambio de nada, y no se hacen en nombre de otras personas sin su consentimiento”. Una y otra vez, los europeos repiten que Trump sólo hace de altavoz de los últimos argumentos que ha escuchado, y que también vienen de su entorno, especialmente simpatizante con las posiciones del Kremlin. Su enviado a Moscú, amigo y colega en negocios inmobiliarios, Steve Witkoff, suele reforzar lo que dice Putin, aunque sea de manera más accidental que ideológica. “Witkoff ha demostrado que, debido a su inexperiencia, ha malinterpretado repetidamente lo que le dicen los rusos, y también ha demostrado tener un conocimiento muy superficial de los temas clave en cuestión. Hasta que escuchemos de una fuente más competente y confiable sobre qué se prevé exactamente, es prematuro entusiasmarse con las garantías de seguridad”, explica Giles, el analista de Chatham House. El umbral del éxito en estas circunstancias está muy bajo, según explica el experto: “Cualquier cosa que evite el desastre hoy será un éxito. Cualquier cosa que evite que Trump imponga con éxito a Ucrania las condiciones de capitulación impuestas por Rusia al menos eliminará el problema inmediato, aunque no aborde el desafío a largo plazo de la disposición de Trump a aceptar las aspiraciones rusas de dominación sobre el continente”. El reto de fondo tiene peor solución. “Esta es la nueva realidad. Tenemos que afrontarla”, dice Giles. “Trump se está poniendo del lado de Putin en lo que respecta al futuro de Europa, y corresponde a los líderes europeos responder a esto lo mejor que puedan”. Salvar los platos de cara a la galería tiene además el riesgo de que los líderes europeos se conformen con “disuadir a Trump de hacer algo particularmente estúpido” ante las cámaras, que “se relajen y vuelvan a casa pensando que ya han cumplido su tarea”, según Giles, y que “dentro de unos meses, se vuelvan a ver atrapados en una situación similar y se encuentren igualmente poco preparados para intervenir en la conversación de forma relevante”.

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