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La mano rusa que agita bulos contra la UE

La mano rusa que agita bulos contra la UE
Entre los primeros ejemplos de las campañas de injerencia de Putin está un bulo sobre una niña de 13 años que había sido supuestamente secuestrada y violada en Berlín por un grupo de sirios en plena crisis de refugiados en 2016. Era todo mentiraEste texto forma parte de la revista de elDiario.es 'El mundo en sus manos'. Hazte socia, hazte socio, y te enviamos el número a casa Han pasado diez años desde que la Unión Europea empezó a detectar maniobras de desinformación e injerencias en una suerte de nueva guerra híbrida que buscaba condicionar a la opinión pública europea. En muchos casos era la tradicional propaganda usada como arma de guerra, pero sofisticada y adaptada al siglo XXI, que permite, gracias a Internet, una mayor proliferación y capacidad de influencia en los ciudadanos de a pie. Los gobiernos europeos vieron los primeros indicios en 2014, durante la anexión rusa de Crimea. En ese momento, el Kremlin se desentendió de los “hombrecillos verdes” que patrullaban sus calles vestidos como militares, pero sin identificar. También se desató una maquinaria de mentiras en julio de ese año cuando un misil derribó un vuelo de Malaysia Airlines que se estrelló en Ucrania. Ahora nadie duda de que Rusia estaba detrás en ambos casos. La primera reacción de la comunidad internacional fue suave, pero corregida poco después. En 2015, los líderes de la UE impulsaron la creación de una ‘task force’ específica para combatir la desinformación y las injerencias extranjeras que dependen del Servicio de Acción Exterior. Desde entonces, esa unidad, que se centra fundamentalmente en Vladímir Putin y sus tentáculos, ha reportado 18.432 casos de desinformación o injerencias. Según las fuentes consultadas, la estrategia no es solo defensiva ante las acusaciones a Rusia, como podían ser las campañas para negar o confundir sobre temas como la anexión de Crimea o el avión derribado, sino que también tiene una parte ofensiva para desestabilizar a las democracias occidentales. “Se observan con frecuencia ataques contra la UE o sus gobiernos por parte de fuentes estatales rusas y pro-Kremlin, así como intentos de aumentar la tensión social”, explican fuentes comunitarias. En otras palabras, los bulos y campañas ponen el dedo en las heridas que tiene la propia sociedad europea. Desgastar las democracias Uno de los arquetipos tiene que ver con la migración, que es uno de los asuntos que más dividen en Europa y con el que trata de sacar tajada la extrema derecha. Entre los primeros ejemplos de las campañas de injerencia de Putin está precisamente un bulo sobre una niña de 13 años que había sido supuestamente secuestrada y violada en Berlín por un grupo de sirios en plena crisis de refugiados en 2016. La realidad fue que la menor había escapado e inventado la historia, pero para entonces ya había habido movilizaciones y el Gobierno ruso había atacado a las autoridades alemanas. Después, vinieron las elecciones en EEUU, el Brexit, los comicios en Francia de 2017… Y en todos esos acontecimientos se vio la mano de Rusia detrás. La pandemia de la COVID-19 fue otro momento álgido en esta historia. “Agentes rusos afiliados al Estado intentaron socavar la confianza pública en los sistemas sanitarios y las vacunas”, recuerdan las fuentes europeas. La estrategia llevó a las autoridades a redoblar los esfuerzos. “Cuando veíamos la desinformación rusa sobre Ucrania, en realidad estábamos viendo a Rusia preparándose para la actual gran guerra”, señalan fuentes comunitarias sobre el trabajo previo en cuanto a las “narrativas” utilizadas por los instrumentos de Putin. En esa labor llegaron a la conclusión de que plataformas como Russia Today o Sputnik “eran canales de propaganda gubernamental”. Dentro de los 15 paquetes de sanciones que se han impuesto a Rusia desde la invasión de Ucrania, está la prohibición de esas plataformas, entre las que también se encuentra Voice of Europe y que tienen suspendidas las licencias y actividades de radiodifusión por “dedicarse a la desinformación respaldadas por el Kremlin” bajo la apariencia de periodismo. “Actores extranjeros han continuado sus intentos estratégicos y coordinados de manipular los hechos, confundir y sembrar la división, el miedo y el odio”, señala el segundo informe sobre interferencia y manipulación extranjera de la UE, que recopiló 750 incidentes entre el 1 de diciembre de 2022 y el 30 de noviembre de 2023: “El ejemplo más obvio es Rusia, que intenta justificar su guerra de agresión contra Ucrania. Sin embargo, otros actores, como China, también se dedican a la manipulación intencionada de las conversaciones públicas. Lo hacen para alcanzar sus propios objetivos políticos y económicos socavando la credibilidad de las instituciones democráticas y fomentando la división y la polarización en las sociedades europeas y más allá”. El papel de las redes sociales Si algo ha preocupado especialmente a los gobiernos en 2024 fueron las elecciones. Fue un 'superaño electoral' en el que medio planeta estaba llamado a las urnas. La UE activó el dispositivo de respuesta a las crisis para reforzar el combate de las amenazas híbridas ante el proceso electoral y la Inteligencia de EEUU constató que hubo injerencias extranjeras. El Tribunal Constitucional de Rumanía ha anulado los resultados de las elecciones presidenciales en las que se impuso el candidato prorruso, Calin Georgescu, que hizo una exitosa campaña a través de la red social china TikTok. La decisión se basó en la desclasificación de documentos que apuntaban a “agresivos ataques híbridos rusos”. La UE activó una orden de retención para que la compañía china conserve la documentación sobre posibles infracciones respecto a las condiciones que prohíben la monetización para la promoción de contenidos políticos a través de la Ley de Servicios Digitales. Desde la entrada en vigor de la nueva normativa en materia digital en 2022, la Comisión Europea ha abierto numerosas investigaciones a las grandes plataformas. Algunas de ellas, como Meta, X y TikTok ya estaban en el punto de mira de las autoridades europeas por la difusión de la desinformación sin que pongan en marcha resortes para combatirla. Pero la irrupción del magnate Elon Musk, propietario de X, en la esfera política europea con su apoyo a los ultras de Alternativa por Alemania poco antes de las elecciones en ese país o la campaña contra el primer ministro laborista británico, Keir Starmer, a través de difamación y bulos han desatado las alarmas en la UE. Los gobiernos han pedido a Ursula von der Leyen más contundencia en la aplicación de la Ley de Servicios Digitales y la Comisión Europea ha reaccionado con una ampliación de la investigación que tiene en marcha desde 2023 para determinar si los algoritmos de X están beneficiando ilegalmente a los contenidos de la ultraderecha. También los jueces en países como Francia o Alemania están tratando de cercar a la red social. Todo es lento cuando se trata de la burocracia comunitaria y, sobre todo, cuando lo que hay en juego son miles de millones y un ‘socio’ impredecible como Donald Trump. A pesar de los paralelismos que se pueden encontrar entre la injerencia rusa y la actuación de Musk, que es un asesor del presidente estadounidense, nadie en la burbuja europea se atreve a hablar en este caso de interferencias extranjeras bajo la premisa de que le ampara la libertad de expresión. Sí lo han hecho gobiernos como los de Francia, Alemania o Polonia, pero por ahora, la respuesta no ha pasado de las palabras, mientras medio centenar de eurodiputados progresistas capitaneados por la socialista Hana Jalloul han pedido a la nueva jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, “nuevas herramientas y sanciones para abordar la interferencia extranjera en procesos electorales para contrarrestar las amenazas emergentes planteadas por plataformas en línea como X y las acciones de figuras como Musk”.

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