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La nueva ofensiva anunciada por Netanyahu en Gaza evidencia el fracaso de todos los planes anteriores

La nueva ofensiva anunciada por Netanyahu en Gaza evidencia el fracaso de todos los planes anteriores
Lo que el Gobierno propugna abiertamente es una ocupación permanente que busca erradicar ya no solo a Hamás y a la Yihad Islámica, sino al conjunto de la población civilIsrael amenaza con avanzar sobre Gaza, mientras bombardea Yemen No hay una sola decisión de Benjamin Netanyahu en relación con los palestinos que esté orientada hacia la paz o que pueda ser calificada de humanitaria. Y por si hubiera alguna duda al respecto, ahí está el reciente anuncio de un nuevo plan de entrega de algunos medios de subsistencia acompañado de la información sobre una nueva ofensiva militar sobre Gaza. La acción humanitaria se rige por los principios de humanidad –proporcionando un trato respetuoso con la dignidad de todo ser humano procurando aliviar su sufrimiento–, imparcialidad –absteniéndose de todo acto que pueda interpretarse como favorable a uno de los actores implicados en un conflicto–, neutralidad –atendiendo a las víctimas en función de sus necesidades, al margen de cualquier consideración étnica, religiosa, ideológica– e independencia –garantizando que los actores humanitarios pueden desarrollar su labor sin condicionantes políticos de actores externos–. No son caprichos de los actores humanitarios, sino principios recogidos por el derecho internacional humanitario y refrendados por diversas resoluciones de la ONU. El supuesto plan de Netanyahu Para cualquier observador interesado en lo que ocurre en la Palestina histórica resulta inmediato concluir que Israel vive de espaldas a estos principios en lo que respecta a la población ocupada palestina. En primer lugar, porque lleva desde 1967 incumpliendo sus obligaciones como potencia ocupante, tanto en el campo del bienestar como en el de la seguridad. Y en lo vivido desde el 7 de octubre de 2023, porque el primer ministro israelí, jaleado por los Ben Gvir y Smotrich de turno —ministros de extrema derecha—, lidera sin disimulo una barbarie en toda regla que incluye el asesinato indiscriminado de civiles, los castigos colectivos, el uso del hambre como arma de guerra, el corte de suministro eléctrico, el asesinato de trabajadores humanitarios y, desde hace más de dos meses, la prohibición de entrada de todo tipo de bienes (agua y medicamentos incluidos) en la Franja de Gaza. Por eso suena sarcástico que Netanyahu pretenda ahora mostrarse sensible al sufrimiento de los gazatíes y anuncie un supuesto plan de ayuda humanitaria de ejecución inmediata. Un plan que prevé la entrada de 60 camiones diarios (cuando antes del inicio de la masacre la media diaria era de 600, sin que ni así se cubrieran todas las necesidades de los 2,3 millones de habitantes de la Franja), inspeccionados previamente por Israel (lo que supone que solo entrará lo que sus gobernantes decidan, sin tomar en consideración las necesidades identificadas por la población local). A eso se añade que la gestión de esos envíos se deja en manos del Ejército y de agentes privados externos seleccionados por Israel, lo que indica que no habrá ninguna coordinación con los responsables locales y que lo que finalmente llegue será repartido entre aquellos que Tel Aviv elija unilateralmente como beneficiarios. No puede extrañar que, en esas condiciones, mientras miles de camiones cargados de mercancías se agolpan en las entradas a Gaza sin posibilidad alguna de prestar ayuda, tanto las organizaciones no gubernamentales como las agencias internacionales presentes en el terreno hayan rechazado la invitación del Gobierno israelí para colaborar en lo que, de ninguna manera, responde a los criterios básicos de la acción humanitaria. Nueva ofensiva En paralelo, el gabinete ministerial también ha aprobado (por unanimidad) un nuevo plan de operaciones en Gaza que agota la posibilidad de recuperar a las 59 personas que Hamás retiene (de las que se estima que 24 podrían seguir vivas), aleja cualquier posibilidad de acuerdo con las milicias palestinas y deja la paz como una opción cada vez más improbable. En realidad, más que una nueva ofensiva, se trata de una reiteración de esfuerzos que busca aplastar definitivamente la resistencia armada palestina; tratando de esconder que esa misma decisión significa que han fracasado hasta ahora todos los planes de combate planteados con ese mismo propósito. En lugar de limitarse a incursiones puntuales y a fragmentar el territorio (ahora mismo en torno al 70% de la Franja ya está bajo control militar directo de las Fuerzas de Defensa Israelíes), lo que dicho plan propugna abiertamente es una ocupación permanente que busca erradicar ya no solo a Hamás y a la Yihad Islámica Palestina, sino al conjunto de la población civil. La llamada a filas de decenas de reservistas es la última señal de que el plan está a punto de ponerse en marcha, y tan solo cabe especular con que su inicio se retrase hasta que Donald Trump regrese de su gira por Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos a mediados de mayo. En todo caso, mientras se suceden sin interrupción las violaciones israelíes del acuerdo alcanzado con Hamás el pasado 15 de enero y se acumulan innumerables violaciones del derecho internacional, lo que desgraciadamente ya se puede dar por seguro es que, con ese plan o sin él, las FDI seguirán masacrando a los gazatíes ante la pasividad generalizada de la comunidad internacional. Todo ello sin olvidar las que llevan a cabo en Cisjordania, en Líbano y en Siria. Jesús A. Núñez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH)
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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