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Quién ha lanzado una advertencia al nuevo canciller alemán y por qué es importante

Quién ha lanzado una advertencia al nuevo canciller alemán y por qué es importante
Merz es nombrado canciller en segunda vuelta pero no evita el daño simbólico de no haber logrado los apoyos de su propia coaliciónFriedrich Merz, el canciller alemán que pasará a la historia por ser investido a la segunda y haber flirteado con los ultras La voz de la presidenta del Bundestag, Julia Klockner (CDU), parece quebrarse cuando anuncia los resultados de la votación. Apenas pasaron unos minutos de las 10 de la mañana y la sorpresa recorre no solo el hemiciclo, sino también los medios de comunicación y las redes sociales. Friedrich Merz (CDU) apenas ha conseguido 310 votos en la primera votación. Necesitaba 316 para convertirse en el décimo canciller de la República Federal de Alemania. Su grupo parlamentario (CDU/CSU), junto al de sus aliados socialdemócratas, ostenta 328 escaños. ¿Qué fue lo que sucedió? La votación fue secreta con lo cual solo cabe analizar las hipótesis que nacen de lo sucedido en las últimas semanas desde que se iniciaron las negociaciones tras el triunfo de Merz en febrero. Podríamos buscar a los indisciplinados entre las filas socialdemócratas. Razones no faltarían, ya que la confianza en el jefe de la CDU puede no haber sanado completamente. Especialmente en relación a la votación que impulsó el conservador en enero pasado sobre una moción respecto de la política migratoria que recibió el apoyo de la ultraderecha. Esto representó para muchos en las filas del SPD un gesto peligroso de Merz. Algunos llegaron a preguntarse si el cordón sanitario estaba en peligro y había chances de una futura cooperación con AfD. Sin embargo, cuesta imaginarse que aquella situación tenga impacto en la decisión actual luego de varias semanas de negociaciones. Además, el SPD está satisfecho con el acuerdo de coalición. Conseguir siete ministerios, incluyendo el de Finanzas, no es poco teniendo en cuenta que llegan del peor resultado electoral de su historia. A lo anterior también debe agregarse que el SPD ha llevado un referéndum partidario interno que apoyó la coalición con casi el 85% de los votos. La segunda hipótesis sobre el tropiezo de Merz en la primera vuelta apunta a su propio partido o a sus aliados bávaros. Es de público conocimiento que en las filas de la Unión existen algunos descontentos con el pacto negociado con los socialdemócratas. Pero tal vez lo que más ha generado rispideces ha sido la decisión conjunta de quitar el famoso “freno a la deuda” justo antes de la conformación del actual Parlamento Federal. Contra todo lo que se había dicho en campaña, Merz, junto a los jefes de los otros partidos de la coalición, anunció que Alemania tomaría deuda para financiar, entre otros proyectos, un aumento del gasto en Defensa. Se justificó diciendo que las condiciones de hacía pocos meses habían cambiado tras la llegada de Donald Trump al poder. Su postura respecto a Ucrania y ciertos deslices del estadounidense sobre la OTAN obligaron a revisar sus posicionamientos para encarar los desafíos. Por ello, luego de negociar con el Partido Verde, reunió los dos tercios de la Cámara para votar dicha reforma. Para muchos en su partido esta decisión fue imperdonable. Es cierto que en política los enojos pueden desvanecerse, pero eso no quita que haya habido alguna necesidad de pasar una factura o al menos avisar al canciller de que no tiene un cheque en blanco. En otras palabras, la falta de votos podría leerse como una advertencia. Después de horas de deliberaciones entre diputados y asesores legales, se concluyó que se podía volver a votar ese mismo día si los partidos proponían una moción y se aprobaba. En ese momento, Verdes y Die Linke, la izquierda poscomunista, salieron al rescate y junto a los partidos de la coalición firmaron la moción. Solo la ultraderecha se mantuvo al margen. Así, a las 15 horas se volvió a votar y, una hora más tarde, Merz consiguió los votos para convertirse en canciller de Alemania. Impacto en la confianza democrática Pese a los 325 votos es indudable que el gobierno del jefe de la CDU comienza dañado. La derrota en primera vuelta, algo que no había sucedido nunca hasta ahora, es una señal de debilidad y da cuenta de una fragilidad no menor en la coalición gobernante. La confianza en la capacidad del eventual gobierno del democristiano para sostener acuerdos y llevar adelante decisiones ha quedado resquebrajada. El impacto fue tal que los mercados financieros cayeron al darse a conocer la noticia. Asimismo, la opinión pública ha recibido un mensaje negativo por parte de una clase política que evidenció la existencia de egoísmos y una incapacidad para ser leales a lo pactado. Es cierto que habían sido sólo seis díscolos, o más precisamente dieciocho si sumamos el total de miembros de la CDU, la CSU y el SPD, pero el daño generado no es menor. Ese puñado de diputados y diputadas han puesto en riesgo una coalición y con ello alimentado el discurso de la antipolítica que enarbola la ultraderecha de Alternative für Deutschland, un partido que en algunos sondeos alcanza el 25% de intención de voto pese a haber sido declarado como fuerza de extrema derecha por parte de la Oficina Federal de Protección de la Ley Fundamental, es decir, un partido reñido con el orden democrático liberal que rige en Alemania. En su narrativa populista basada en el antagonismo entre el pueblo oprimido y la élite corrupta, el fracaso de la votación de hoy encaja a la perfección. De hecho, sus voceros no tardaron en pedir una repetición de la elecciones. La cultura política de la ciudadanía alemana está entrenada para aceptar la construcción de consensos entre las fuerzas políticas. En efecto, en una encuesta de Infratest dimap publicada en abril pasado, el 82% de los alemanes sostiene que es bueno cuando políticos y partidos hacen acuerdos para formar coaliciones de gobierno, dichos acuerdos son parte del ejercicio democrático. Está por ver el impacto que puede tener lo sucedido hoy en esa medición. Especialmente si tenemos en cuenta que la democracia en sí actualmente está siendo cuestionada. En 2024, el estudio sobre Autoritarismo de la Universidad de Leipzig indicó que si bien la inmensa mayoría (90,4%) apoya a la democracia como sistema de gobierno, apenas el 42,3% está contento con su funcionamiento en Alemania, lo que representa una caída de 15 puntos en relación a 2022. Si el desafío para el nuevo gobierno alemán era enorme antes de asumir, ahora es posible decir que ha crecido otro tanto. Ya no solo se trata de demostrar que los grandes partidos son capaces de abordar y resolver los grandes problemas de Alemania. La lista es larga, ya que tendrá que ocuparse de retomar la senda del crecimiento económico, de desarrollar políticas para encarar el desafío climático y demográfico que cada vez se vuelven más palpables y de afrontar un escenario internacional impredecible y volátil, con un factor relativamente nuevo para el país: la falta de un aliado confiable al otro lado del Atlántico. Pero a todo lo mencionado debe agregarse una preocupación más, que quedó expuesta con la votación de hoy, el gobierno de Merz debe cuidarse de no decepcionar a una población cansada y en algunas regiones demasiado cercana del voto ultraderechista. Puede ser una oportunidad y puede ser única. Franco Delle Donne. Doctor en Comunicación por la FU Berlin. Fundador del proyecto transmedia de divulgación Epidemia Ultra e investigador en la Werkstatt für Sozialforschung Berlin.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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