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Steve Witkoff, el viejo amigo de Trump que mueve los hilos de la diplomacia estadounidense

Steve Witkoff, el viejo amigo de Trump que mueve los hilos de la diplomacia estadounidense
El enviado especial del presidente de EEUU para Oriente Próximo se ha convertido en el principal negociador de la Casa Blanca en Gaza y Ucrania, haciendo de secretario de Estado en la sombra en perjuicio de Marco Rubio El enviado especial de EEUU se reúne en Ibiza con el primer ministro de Qatar para hablar sobre Gaza La persona que aterrizó el pasado 6 de agosto en Moscú para reunirse con el presidente Vladímir Putin y preparar su encuentro con Trump en Alaska no fue su secretario de Estado, Marco Rubio, sino Steve Witkoff. El enviado especial de Oriente Medio nombrado por Trump a dedo ha acabado liderando los dos elementos más importantes en la agenda de la diplomacia estadounidense: la guerra de Gaza y la de Ucrania. A pesar de no tener ninguna experiencia diplomática, a sus 68 años Witkoff tiene algo que Rubio nunca ha logrado: una estrecha amistad con Trump. Ambos son magnates del sector inmobiliario neoyorquino y Witkoff se ha convertido en el secretario de Estado en la sombra. Trump y Witkoff se conocieron cuando justo empezaban sus carreras en la Nueva York de los años 80 y 90: Trump como inversor inmobiliario y Witkoff como abogado especializado en el sector. En numerosas ocasiones, el ahora diplomático ha contado que el inicio de su amistad con Trump estuvo en el bocadillo de “jamón dulce y queso suizo” que se comió con el magnate en una tienda de delicatessen de Nueva York en 1986 después de trabajar juntos en una transacción. Desde ese día, Witkoff ha estado al lado de Trump: una bancarrota, dos divorcios, dos procesos de impeachment, cuatro juicios y dos intentos de asesinato. Witkoff acudió en calidad de testigo, citado por la defensa del magnate, al juicio de Trump por fraude fiscal en Nueva York en 2023. En aquella sesión, cuando se dirimía la responsabilidad de la Organización Trump por defraudar 250 millones de dólares, Witkoff explicó los orígenes de su amistad con el presidente. Cuando el servicio secreto frustró en septiembre de 2024 el segundo intento de asesinato contra Trump en su campo de golf de Palm Beach, Witkoff estaba allí con el republicano. No era ninguna casualidad, ya que Witkoff es un gran compañero de golf de Trump, de quien también es vecino: hace tiempo que abandonó Nueva York para mudarse a Florida. Witkoff no solo ha demostrado su lealtad a Trump apoyándolo moralmente a lo largo de los años. También lo ha hecho económicamente. Una investigación de ProPublica reveló que había donado más de dos millones de dólares a los comités de acción política en la primera campaña electoral del presidente. No ha sido hasta el segundo mandato presidencial cuando su fidelidad se ha visto recompensada con un cargo de máxima responsabilidad. Y por si no fuera suficiente, como todo queda en casa, Trump también se encargó de apoyar la empresa de criptomonedas World Liberty Financial, cuyo cofundador es el hijo de Witkoff, Zach. Witkoff conversa con Trump a bordo del Air Force One a la vuelta de la reunión con Putin en Alaska Antes de la gira del presidente en mayo por los petroestados del Golfo Pérsico, Abu Dabi anunció que había decidido invertir 2.000 millones de dólares en World Liberty Financial a través de Binance, una plataforma de intercambio de criptomonedas. Incluso antes de que Trump fuera investido presidente, Witkoff ya movía los hilos de la diplomacia estadounidense. En enero tuvo un papel clave en las negociaciones del alto el fuego en Gaza en las que estaba implicada la Administración saliente de Joe Biden. Trump se apresuró a atribuirse el éxito, preludio de su promesa de poner fin al conflicto palestino y ucraniano con rapidez. Seis meses después, el genocidio sigue en la Franja y las trincheras ucranianas no han desaparecido, pero Witkoff ha ido escalando posiciones dentro de la Administración. Para perjuicio de Rubio. Durante sus interacciones con Netanyahu, el primer ministro israelí incluso regaló a Witkoff un busca como los que sus servicios secretos repartieron entre miembros de Hizbulá para posteriormente hacerlos explotar en una operación sin precedentes. El dispositivo lleva por detrás la inscripción: “Querido Steve, gran amigo del Estado de Israel”. La anécdota la contó a The Atlantic. Poco a poco, el enviado especial para Oriente Medio se ha ido apropiando también de la carpeta rusa y en Washington ya se le conoce como el solucionador de Trump. Mientras tanto, Rubio, que es hispano, ha pasado a gestionar las relaciones con Latinoamérica. El mismo jefe de la diplomacia ya hizo notar en los primeros meses de mandato que tenía la sensación de que era el último en enterarse de las cosas. Le molestaba que cargos no electos (como Witkoff) entraran y salieran del despacho de Trump sin pasar por él. La visita del enviado a especial a Moscú este mes fue la tercera que realizó para encontrarse cara a cara con Putin. En la primera logró la repatriación del profesor estadounidense Marc Fogel, que llevaba 14 años retenido en Rusia, a cambio de Alexander Vinnik, un empresario ruso condenado por blanqueo de dinero en EEUU. El encuentro duró tres horas y media, según describió el propio Witkoff en una entrevista posterior. El segundo viaje, en marzo, ya no fue tan fructífero: Putin lo hizo esperar unas ocho horas antes de reunirse con él. Witkoff había acudido con un borrador para un alto el fuego de 30 días en Ucrania. Fue a raíz de esa conversación que, posteriormente, Trump dijo que existía “una posibilidad real” de alcanzar el alto el fuego. Pero sería injusto decir que Trump eligió a Witkoff solo por su amistad y su lealtad. El presidente ve en su compañero de golf un igual: un outsider de la política que, gracias a su nulo conocimiento de la diplomacia, puede prosperar allí donde los profesionales han fracasado. Eso es lo que, al fin y al cabo, hizo Trump con su salto a la política: romper los convencionalismos del momento apostando por su instinto televisivo y su experiencia en los negocios. De cierta manera, la elección de Witkoff es una derivada lógica de la perspectiva de Trump sobre cómo funciona la geopolítica: no dejan de ser negocios y solo se tiene que saber encontrar el precio que el otro está dispuesto a pagar. En Nueva York se tenían que cerrar transacciones y compras, y ahora replica esa lógica a escala global. Y en el business, lo primero que hay que hacer es descubrir las necesidades del otro, aunque teóricamente sea el rival. Esta manera de pensar según criterios transaccionales ha sido la que ha provocado algunos de los giros más sorprendentes en la diplomacia de Washington, como la negociación directa entre oficiales estadounidenses y Hamás. Algo que nunca antes había sucedido y que suponía romper completamente con el protocolo. Aun así, algunos veteranos de la diplomacia estadounidense se han mostrado preocupados por los métodos de Witkoff. Especialmente por lo que respecta a Rusia. En diversas ocasiones se ha mostrado amigable con Putin. “Me cae bien”, dijo de él, y ha hecho notar que valora su encanto personal. Cuando se entrevistó con el periodista Tucker Carlson sobre su segunda reunión con Putin, Witkoff defendió algunos de los puntos de vista del ruso. Aunque esto no es exclusivo del diplomático. Tanto el vicepresidente JD Vance, como el mismo Trump ya han aceptado muchas de las premisas del Kremlin.

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