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Romper pero no componer

Romper pero no componer
Puigdemont escenifica su distancia del Gobierno, anuncia que Junts pasa a la oposición -como si alguna vez hubiera sido Gobierno-, pero apostilla que votará en el Congreso las iniciativas que le convengan. Es decir, lo que ha hecho siempre. Nada cambia, de momento: ni moción de censura ni exigencia de adelanto electoral Puigdemont, tras romper con Sánchez: “No ayudaremos a este Gobierno ni a ningún otro que no ayude a Catalunya” En política, como en la vida, las relaciones estables no acaban de la noche a la mañana. Las inestables, sí. Lo que existía entre Junts y el PSOE nunca fue un compromiso sincero, sino pura conveniencia. Una UTE (Unión Temporal de Empresas) de esas que se juntan para hacer las grandes construcciones de obra pública por pura conveniencia para obtener un beneficio. En ocasiones, había gestos de acercamiento y en ocasiones, de distanciamiento. Igual que en esas parejas cuyo nexo está lleno de sobresaltos, el vínculo entre junteros y socialistas siempre tuvo más turbulencias que armonía. Tú me prestas tus 7 diputados y yo te concedo la amnistía. Lo demás, ya lo saben: un tira y afloja primero con las lenguas oficiales, luego con las competencias en inmigración y ahora con la multirreincidencia o la okupación, siempre con la infrafinanciación de música de fondo.  El caso es que Carles Puigdemont -que para algo es el jefe supremo- ha decidido, con el aval unánime de la dirección de su partido, poner fin a la convivencia nunca pacífica con los de Sánchez y cortar por lo sano. Ni negociaciones en Suiza -19 reuniones en 22 meses- ni tampoco en el Congreso. El ex molt honorable anuncia solemnemente que pasa a la oposición, como si alguna vez hubiera sido Gobierno, pero advierte que votará a favor en el Parlamento solo de las iniciativas que le convengan. Es decir, lo que ha hecho siempre, ya que los junteros nunca fueron socios estables y mucho menos leales. De hecho, han votado con el bloque de la derecha en contra del impuesto a las eléctricas, la reducción de la jornada laboral o el tope a los alquileres. Siempre insistieron, además, en que nunca cerraron un acuerdo de legislatura, sino para la investidura de Sánchez. Así que, pese a la escenificación de lo que llaman ruptura para conquistar los titulares del día, no parece que vaya a haber grandes cambios en el horizonte cercano, más allá de que la falta de apoyos parlamentarios del Gobierno será desde ahora más evidente y ruidosa.  La última treta del de Waterloo tiene más que ver con el partido de Sílvia Orriols que con el de Pedro Sánchez y con el tacticismo electoral que con los supuestos incumplimientos del Gobierno, aunque razón no le falte en que los tiempos del presidente el Gobierno no son los suyos propios y en ocasiones haya pretendido gobernar como si tuviera la mayoría absoluta de la que carece. “Pedro Sánchez podrá ocupar poltronas, pero no podrá gobernar, podrá tener poder, pero no podrá ejercer el gobierno”, ha subrayado Puigdemont en el final de una intervención en la que no ha admitido preguntas de los periodistas y de la que en ningún momento se ha desprendido que Junts pretenda descabalgar al Gobierno de Sánchez con una moción de censura impulsada por PP y Vox.  Ni Junts está por la labor de hermanarse con un partido que busca su ilegalización ni Vox quiere saber del independentismo contra el que nació. Romper para no componer algo diferente es permanecer en la misma pantalla donde se estaba, ya que Puigdemont se ha abstenido de pedir siquiera un adelanto electoral para sumarse a la cantinela de los de Feijóo y los de Abascal. ¿Será esa la siguiente pantalla? A saber. De momento, en el Gobierno y en el PSOE han reaccionado con aparente serenidad y convencidos de que la penúltima performance de Puigdemont no supone el final de nada, sino solo un bache más en una relación que siempre tuvo altibajos y que los de Sánchez no quieren dar, en absoluto, por acabada. Todo lo contrario, ya que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda ha reiterado la disposición al entendimiento y defendido la “mano tendida” y el “diálogo con todas las formaciones políticas” que, pese a las discrepancias, ha permitido encontrar “puntos de unión” y avanzar “en beneficio del conjunto de la ciudadanía”.  No parece que por la cabeza de los socialistas sobrevuele siquiera aplicar la estrategia del contacto cero para cortar toda comunicación con el causante de la quiebra. Unos lo llaman perversión y otros, conveniencia que, en definitiva, es la única motivación por la que empezó esta agónica historia. Continuará…
eldiario
hace alrededor de 19 horas
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