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Victoria feminista en Londres

El Tribunal Supremo del Reino Unido ha irrumpido en el confuso debate sobre el transgenerismo con una sentencia clarificadora, emplazada a causar una necesaria polémica. El fallo judicial solventa la discusión en torno a qué debía entenderse por mujer en la ley de igualdad británica de 2010. La decisión es sencilla: mujer es, a efectos legales, la que nace biológicamente como mujer . Parece irreal la necesidad de una decisión así. El proceso fue planteado por una ONG feminista escocesa, que se embarcó en una dura pugna contra el Gobierno autónomo de Escocia, después de que este desarrollara la ley de 2010, de forma que las mujeres transgénero quedaban equiparadas a las mujeres biológicas. Es, por tanto, un episodio de extrema importancia para la lucha del feminismo contra el 'borrado de la mujer' en las legislaciones que han implantado un transgenerismo radical, hasta el extremo de convertir la condición de mujer en un acto discrecional y cambiante de voluntad, no en un estado natural originario. La sentencia ha sido dictada por unanimidad del tribunal y anula la guía aprobada por el Gobierno escocés para aplicar la ley de 2010. Desde el propio Alto Tribunal británico se ha insistido en que su decisión no debe entenderse como la victoria de un sector sobre otro. Y así debería interpretarse, pero conviene recordar la persecución canceladora que han sufrido destacadas mujeres por defender la naturaleza biológica frente a la voluntad individual como criterio para definir legalmente a la mujer. J.K. Rolling, autora de la saga 'Harry Potter' y símbolo de la resistencia frente a la cancelación, se felicitó en su cuenta de X por el éxito de las mujeres escocesas ante la Corte Suprema del Reino Unido. Precisamente hace pocos días, en otro episodio de esta tendencia desarticuladora de la realidad, se dio a conocer que la Universidad de Oxford se plantea modificar sus discursos de entrega de títulos –que se pronuncian en latín, según una tradición de más de ocho siglos– para que las personas no binarias no se sientan excluidas al oír los términos 'hombre' y 'mujer'. La decisión judicial británica ha de servir para llevar el debate de los derechos de los transgénero por cauces sensatos y respetuosos con todos los derechos en conflicto. Es absurdo legislar como si la condición de hombre o mujer fuera una construcción teórica, impuesta externamente. La negación de la realidad está condenada al fracaso, y empecinarse en asimilar las mujeres transgénero a las mujeres biológicas acaba siendo una fuente de frustración para unas y otras. Ser mujer y sentirse mujer son cosas muy distintas en la experiencia cotidiana de los seres humanos, y deberían serlo en el orden social, político y jurídico. El discurso que convierte cada sentimiento individual en un derecho subjetivo acaba socavando la convivencia, porque la hace imposible. No ha sido, ni es razonable, la exaltación de la voluntad individual para definir el género en contra del sexo, cuando la consecuencia es convertirlo en derecho subjetivo, en obligación y perjuicio para terceros –competir conjuntamente en pruebas deportivas, compartir vestuarios, beneficiarse sorpresivamente de políticas de discriminación positiva–, en objeto de políticas públicas y en categoría jurídica de respeto obligado. Así no funciona la dinámica social , asentada en fundamentos que escapan del voluntarismo político y del relativismo normativo. La ley no lo puede todo y cuando es forzada acaba rompiendo la igualdad que dice proteger y creando categorías heterogéneas de ciudadanos, con distintos derechos y distintas obligaciones. A esto se ha opuesto, en 88 folios de sensatez jurídica, el Tribunal Supremo del Reino Unido.

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