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El Gobierno denuncia un genocidio, el PP sólo ve "una pantalla de humo"

El Gobierno denuncia un genocidio, el PP sólo ve "una pantalla de humo"
El Consejo de Ministros aprueba las medidas más duras que haya tomado un Gobierno español contra el Estado de Israel por el genocidio de Gaza. El PP pasa de tachar de "inadmisible" la conducta israelí a acusar a Sánchez de tomar esas decisiones para que no se hable de su familiaLa masiva protesta propalestina en Galicia obliga a adelantar 8 kilómetros la meta de la Vuelta a España La destrucción metódica y premeditada de Ciudad de Gaza ya ha comenzado. Como preludio a la expulsión de las centenares de miles de personas que viven allí para arrinconarlas en el sur, Israel está demoliendo los edificios más altos, torres de apartamentos y oficinas de entre diez y quince plantas. Según la agencia de defensa civil de Gaza, en las 72 horas anteriores al lunes, cinco de esas torres fueron destruidas. En ellas vivían 4.100 personas en 210 apartamentos. Las explosiones dañaron también 350 tiendas de campaña, donde se habían refugiado unas 3.500 personas, situadas en las cercanías de los edificios. A un mes de que se cumplan dos años del inicio de la ofensiva israelí contra Gaza, el Gobierno de Pedro Sánchez ha extendido las sanciones contra Israel hasta el límite de lo que cree que son sus posibilidades. El impacto es meramente simbólico y está destinado a tener un efecto mínimo en la conducta de Israel. La única medida que perjudicaría gravemente a su economía sería la suspensión de su acuerdo comercial con la Unión Europea. Alemania, Hungría y otros países han descartado que se pueda llegar tan lejos. Durante demasiado tiempo, el Gobierno español ha confiado en que eso cambiara hasta que ha llegado a la conclusión de que debía adoptar medidas unilaterales, porque de lo contrario se le podría acusar de complicidad con el genocidio. Frente a los llamamientos genéricos a un alto el fuego del que no se han atrevido a salir algunos dirigentes europeos, Sánchez fue este lunes más lejos que nadie en la condena de Israel: “Una cosa es proteger a tu país y otra muy distinta, bombardear hospitales y matar de hambre a niños inocentes, 60.000 muertos, dos millones de desplazados de su hogar, la mitad menores, hambrunas. Esto no es defenderse, no es ni siquiera atacar, es exterminar a un pueblo indefenso y quebrantar todas las leyes del Derecho Internacional”. Sánchez puede sentirse respaldado en cierto modo por la reciente decisión del Gobierno europeo que más cree que su deber es proteger los intereses del Estado israelí. El primer ministro alemán, Friedrich Merz, aprobó un embargo parcial de la venta de armamento a Israel sin consultárselo a su partido o al socio bávaro de la CSU. El Consejo de Ministros añadió a las medidas anunciadas por Sánchez el día anterior la prohibición de entrada en España de Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, ministros de Seguridad y Finanzas, los socios ultraderechistas de Netanyahu. Son los representantes del supremacismo judío con más poder en el país. No son los únicos en el Gobierno que han hecho declaraciones de corte genocida contra Gaza. El ministro de Defensa, Israel Katz, extendió hace unos días las amenazas hasta Yemen por lanzar misiles contra territorio israelí. Lo hizo con el lenguaje bíblico de la venganza: “Una plaga de oscuridad, una plaga de muertes de los primogénitos. Completaremos las diez plagas”. Sánchez recordó que los principales expertos han denominado como genocidio lo que está ocurriendo en Gaza. Era previsible que el Partido Popular no utilizara esa palabra, pero al menos Alberto Núñez Feijóo dijo el lunes que “lo que está haciendo Israel es inadmisible” y que “bloquear la ayuda humanitaria (a Gaza) es imperdonable”. En términos parecidos, se pronunciaron la presidenta de Extremadura y la alcaldesa de Valencia. El alcalde de Madrid se atuvo a la línea manifestada por Isabel Díaz Ayuso. José Luis Martínez Almeida afirmó que “no existen pruebas” de que se haya producido un genocidio, a pesar de las cifras de muertos de civiles –incluidos 17.000 menores de edad– y las imágenes que se han visto en los dos últimos años de ciudades enteras arrasadas y convertidas en paisajes lunares donde vivir es ya imposible. Pronto quedó claro que el PP sabe que no puede defender a Israel, pero sí atacar a Sánchez. Sus dirigentes han dicho que la respuesta del Gobierno es sólo “una pantalla de humo” –un concepto un tanto osado para referirse a algo relacionado con Gaza–, es decir, una táctica supuestamente para que no se mencionen otros asuntos. “Sánchez intenta hablar de Gaza para no hablar de los negocios de prostitución de su familia política”, dijo Cuca Gamarra. En el terreno de los principios, es dudoso que eso tenga más valor que afirmar, como hizo Sánchez, que “España no puede ser cómplice de esta barbarie”. Para el PP, es más rentable hablar de Begoña Gómez que de Gaza. El PP había reprochado a Sánchez por no hablar más de los rehenes israelíes en manos de Hamás. Sánchez reiteró el martes que reclama su puesta en libertad y que condenó el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 contra territorio israelí. La última esperanza para esa veintena de rehenes que se cree que siguen vivos era la negociación en la que Qatar hacía de mediador entre EEUU y el grupo palestino. Israel cortó de raíz esa vía y casi condenó a muerte a sus propios compatriotas al lanzar un ataque contra el edificio de la capital qatarí donde residen los dirigentes de Hamás que participan en las conversaciones. Hamás tiene presencia política en Qatar desde hace años con el permiso y conocimiento del Gobierno israelí. Horas después, Qatar anunció que pone fin a su labor de intermediación. Einav Zangauker, madre de uno de esos rehenes, acusó a Netanyahu de haber saboteado los intentos de llegar a un acuerdo que hiciera posible su liberación: “Podría ser que en este momento el primer ministro haya asesinado a mi (hijo) Matán y sellado su destino. Quien haya decidido poner en peligro su vida lo ha asesinado. ¿Por qué Netanyahu insiste en impedir cualquier posibilidad de acuerdo?”. El plan israelí más inmediato es obligar por la fuerza a que cerca de un millón de personas se trasladen al sur de Gaza, a una zona que no supera el 12% de su superficie total. Allí no se ha creado la infraestructura necesaria para alojar y alimentar a un número tan elevado de gente. Anteriores “zonas humanitarias” –en la jerga del Gobierno de Netanyahu– han sufrido ataques en forma de bombardeos. No hay desde hace tiempo ningún lugar seguro en Gaza.
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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