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Feijóo y la xenofobia, pero dentro de un orden

Feijóo y la xenofobia, pero dentro de un orden
El PP presenta un nuevo plan sobre inmigración cuyo objetivo es poner el mayor número posible de obstáculos a la inmigración exigiendo a los extranjeros que conozcan la "herencia universal" de España. Abascal está encantado con que Feijóo haya copiado sus ideasFeijóo decide tirarse en plancha al lodazal en el que se ha convertido el debate migratorio en Catalunya No es fácil seguir la pista al Partido Popular. Ahora que se ha decidido a plantar cara a Vox y a denunciar una supuesta pinza entre ese partido y el PSOE –hay grandes éxitos en la política que nunca pasan de moda–, Alberto Núñez Feijóo presenta un gran programa sobre inmigración cuyos principios generales podría firmar la extrema derecha sin pestañear. Incluso se refiere a la “herencia universal” de España, un concepto que pondría cachondo a Santiago Abascal en cuestión de segundos. De ahí a Don Pelayo y la batalla de Lepanto solo hay 20 páginas de un libro de Elvira Roca Barea y una visita a la estatua de Blas de Lezo en la Plaza Colón de Madrid. En cuanto al objetivo final, tampoco Abascal podría rechazarlo. Lo que presentó Feijóo el martes en Barcelona fue un plan de once páginas que pretende poner el mayor número posible de obstáculos a la inmigración. Nada de regularizaciones masivas. Obligar a los extranjeros a contar con un nivel de español que ya quisieran algunos españoles. Dificultar la reunificación familiar. Imponer una “exigencia constitucional” (sic) a los de fuera que por definición no se exige a los de aquí por aquello de la libertad de expresión y de que España no tiene una Constitución militante que obligue a asumir ciertos valores. Para vender todo esto, el líder del PP se fue a Catalunya al creer que ese es un terreno ahora mismo propicio para el rechazo a la inmigración. Lo cierto es que la oferta xenófoba está bastante concurrida. Vox, Junts y Aliança compiten por ese público y el PP cree que no puede quedarse atrás. Nacionalistas catalanes y españoles tienen ahí uno de sus puntos en común. Parece una paradoja, pero en realidad no lo es. Feijóo tocó varias teclas que en Vox están cansados de aporrear. Tuvo una frase para aquellos alarmados porque ven a muchos negros por la calle: “No se pueden convertir barrios enteros en lugares irreconocibles”. ¿Está pensando en los que han sido invadidos por los pisos turísticos utilizados por extranjeros y a los que no considera una amenaza porque son turistas? ¿Los que expulsan a españoles e inmigrantes del mercado inmobiliario en esas zonas urbanas por la escalada del precio de la vivienda? No, se refiere a los inmigrantes pobres. No a los turistas con dinero en los bolsillos ni a las empresas inmobiliarias y los fondos buitre, algunos de ellos extranjeros, que hacen negocio. Donde sí se separó de Vox fue con una idea que debería repetirse con más frecuencia en los medios de comunicación y en la política. “No delinque una etnia, una religión o un colectivo. Delinquen personas concretas”, dijo Feijóo. Lo demás sonó como una melodía perfecta en los oídos de Abascal. Feijóo “se va a dejar barba”, dijo con un chiste para resaltar que le ha copiado sus ideas. El presidente de Vox comentó entre risas que se siente “muy honrado” porque su contrincante haya dicho “frases literales” que él ha pronunciado antes en discursos y mítines. Feijóo exige a los inmigrantes que se esfuercen, pero de inmediato establece dos categorías. Existen unos inmigrantes de primera que ya hablan español porque vienen de Latinoamérica. Luego están los que llegan de otros países donde no cuentan con la suerte infinita de manejarse en nuestro idioma. Para ellos, “se elevará el nivel de exigencia lingüística hasta el B2”. Ese nivel intermedio-alto supone producir “textos claros y detallados sobre temas diversos y defender un punto de vista sobre temas generales, marcando los pros y los contras de las distintas opciones”. Y además “entender las ideas principales de textos complejos que traten temas no solo concretos sino también abstractos, incluso de carácter técnico, siempre que se encuentren en su campo de especialización”. Y eso en una época en que se suceden polémicas periódicamente sobre el alto número de errores de ortografía en las oposiciones o el descenso de la comprensión lectora de muchos estudiantes españoles, según el informe PISA. Los inmigrantes, al igual que los españoles de origen, tienen la obligación de cumplir la ley. No hay excusas en eso ni se puede alegar las diferencias culturales con los países de los que proceden. El líder del PP pone otras condiciones: “Ser español no es solo vivir en España. Es compartir un proyecto común, conocer una herencia universal y asumir la convivencia respetuosa”. Lo último es perfecto, pero seguro que encuentras mil opiniones diferentes entre los españoles nacidos en Madrid, Barcelona o Sevilla si les preguntas en qué consiste ese “proyecto común”. Lo normal en una democracia. En política, raramente funcionan las grandes declaraciones políticas que intentan estar en dos sitios al mismo tiempo, en especial sobre temas polémicos o sensibles. Alma Ezcurra, que intervino en el acto antes que Feijóo, afirmó que rechaza tanto el “buenismo” como el “fanatismo”, como si fueran dos errores equivalentes. También dijo que no hay que dejarse arrastrar por el miedo ni encerrarse en las fronteras de la identidad, y al mismo tiempo se mostró comprensiva con aquellos que creen que “su barrio ha cambiado” y por eso “se sienten extraños e inseguros”. No hubo ningún intento de explicar que España ha cambiado desde los años ochenta, cuando el número de inmigrantes era reducido, que la economía española ha cambiado y los españoles ya no están dispuestos a asumir ciertos empleos. Que ya no se puede vivir en el mundo de ayer, porque además tampoco era tan bueno como los reaccionarios nos quieren hacer creer. Tres de los cuatro trabajadores que murieron en el derrumbe reciente de un edificio en obras en Madrid eran inmigrantes. Jorge, Diallo y Moussa habían venido de Ecuador, Guinea y Malí. Vivían en España, se esforzaban al tener un trabajo duro y pagaban impuestos. Con sus limitaciones y afrontando todo tipo de dificultades, ayudaban a que este país prospere y sea más grande. Se desconoce cuál era su nivel de conocimiento sobre la “herencia universal” de España.
eldiario
hace alrededor de 5 horas
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