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En 1973 EEUU prohibió los vuelos supersónicos: ese año un Concorde despegó de Canarias y lo que pasó no ha vuelto a suceder

En 1973 EEUU prohibió los vuelos supersónicos: ese año un Concorde despegó de Canarias y lo que pasó no ha vuelto a suceder
Tras más de 50 años de silencio impuesto por los estampidos sónicos, Estados Unidos ha decidido abrir de nuevo los cielos al vuelo supersónico sobre tierra firme. La orden ejecutiva firmada por Trump revoca la normativa de 1973 que prohibía estas operaciones en suelo estadounidense, motivada entonces por las quejas ciudadanas ante el ensordecedor estruendo generado por los aviones al superar la barrera del sonido, un impacto acústico de hasta 110 decibelios. Ese mismo año, un Concorde llegaba a la isla de Gran Canaria para hacer historia. Concorde en Canarias. El 30 de junio de 1973, España formó parte de uno de los experimentos científicos más inusuales y ambiciosos jamás emprendidos para estudiar el Sol: un vuelo supersónico del Concorde que persiguió la sombra de un eclipse solar total sobre África. La ubicación geográfica de Canarias, perfectamente alineada con la trayectoria del eclipse, permitió que el país se integrara en una operación internacional liderada por científicos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, con la colaboración logística del Ejército del Aire español. Aquel día, el prototipo del Concorde, aún sin entrar en servicio comercial, despegó desde Gran Canaria tras aterrizar el 27 de junio con la isla cubierta de calima. Su objetivo no era transportar pasajeros, sino convertirse en un observatorio volador capaz de mantenerse dentro de la umbra lunar durante un tiempo récord. En Directo al Paladar Una interiorista recuerda que a medida que envejecemos “los electrodomésticos de la cocina no pueden ir a ras de suelo” Laboratorio supersónico. La misión, desarrollada y coordinada desde Toulouse, transformó al Concorde 001 en una plataforma científica sin precedentes. Para ello, se modificó el fuselaje del avión perforando su techo e instalando cristales de cuarzo que permitieran a las cámaras capturar sin distorsiones las emisiones infrarrojas del sol desde una altitud de más de 17.000 metros. Aunque los británicos inicialmente se opusieron a modificar la aeronave, Air France aceptó entusiasmada su conversión temporal en laboratorio aéreo. En el interior del avión apenas quedaban asientos: los científicos debían sujetarse como podían durante las maniobras, en un espacio reducido y adaptado al mínimo indispensable para las observaciones. La rudimentaria preparación (incluyendo limpiar las ventanas manualmente antes del vuelo) contrastaba con la magnitud del reto científico que enfrentaban: registrar desde el aire fenómenos imposibles de ver desde la superficie terrestre debido a la distorsión atmosférica. De Gran Canaria al eclipse. Así, ese 30 de junio de 1973, el equipo de científicos a bordo del prototipo del Concorde realizó una de las hazañas más espectaculares de la historia de la astronomía observacional: siguieron la sombra de un eclipse solar total sobre África durante 74 minutos ininterrumpidos, gracias a la capacidad del avión de volar a más del doble de la velocidad del sonido. Don Liebenberg, físico estadounidense y organizador del experimento, fue uno de los siete investigadores a bordo que desde esa altitud de 17.000 metros observaron la curvatura de la Tierra y capturaron imágenes de la corona solar, la región crítica del sol cuyas emisiones pueden afectar desde satélites hasta redes eléctricas en la Tierra. El camino de la totalidad del eclipse El problema. Equipado con cámaras infrarrojas instaladas en portillas talladas en el techo del avión, el Concorde 001 despegó desde la isla y cruzó el Sahara detrás de la umbra lunar, logrando observaciones prolongadas nunca antes vistas. ¿El problema? Que aunque los resultados científicos, como la primera indicación de oscilaciones de cinco minutos en la intensidad de la corona, fueron técnicamente impresionantes, su impacto fue limitado: gran parte del material permanece sin digitalizar y no se publicó ninguna conclusión significativa. El Concorde 001 en exhibición Una hazaña que superó los resultados. Como decíamos, a pesar de las espectaculares imágenes y de la audacia técnica de la misión, el legado científico del vuelo del Concorde fue discreto. La mayor parte de los datos, almacenados en cientos de rollos de película de 35 mm, jamás se digitalizó por falta de recursos, y los análisis nunca se completaron formalmente. El vuelo, sin embargo, dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de los astrónomos y aficionados a la exploración espacial. El propio Liebenberg, hoy profesor adjunto en Clemson, rememoró en National Geographic el momento en que el Concorde penetró la sombra de la Luna a Mach 2.2 y la oscuridad envolvió el cielo a plena luz del día. A pesar de la escasa rentabilidad científica inmediata, el experimento sirvió como modelo para futuras misiones y demostró el potencial de los vuelos supersónicos en investigaciones solares, un campo que aún sigue activo medio siglo después. Hito histórico. Aunque el Concorde volvería a visitar España en 1977 (ya en servicio comercial y bajo el patrocinio de El Corte Inglés), su escala de 1973 en Canarias fue mucho más trascendente. No solo representó el primer uso operativo del avión para una misión científica internacional, sino que consolidó a España como actor relevante en la investigación solar y en la logística aeroespacial europea. Aquel vuelo, muchas veces olvidado por el gran público, simboliza una era de experimentación audaz, donde las fronteras entre aviación, astronomía y geopolítica se difuminaban a la velocidad del sonido. En Xataka Ha ocurrido algo inédito en la isla de Japón con toneladas de tierras raras: han aparecido dos portaaviones de China Rozando el mito. Si se quiere también, aquella fue una hazaña de colaboración internacional, innovación técnica y audacia científica que abrió una puerta que hoy vuelve a cruzarse con nuevas herramientas. Para Liebenberg, el eclipse de 1973 no solo fue un experimento, sino una experiencia sensorial inolvidable: la oscuridad absoluta a Mach 2, la visión del horizonte curvado, la emoción compartida por un puñado de investigadores decididos a correr tras la sombra de la luna. Medio siglo después, el Concorde con techo perforado y ventanas limpias a mano permanece como testimonio de que, durante algo más que un fugaz instante, la ciencia alcanzó al eclipse y España estuvo allí para verlo. Imagen | Spaceaero2 En Xataka | El Bombardier Global 8000 se prepara para entrar en servicio: será el avión civil más rápido del mundo desde el Concorde En Xataka | Hace 20 años el Concorde despegó por última vez: así era el avión favorito de los empresarios y las celebridades - La noticia En 1973 EEUU prohibió los vuelos supersónicos: ese año un Concorde despegó de Canarias y lo que pasó no ha vuelto a suceder fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .
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hace alrededor de 14 horas
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